En lo que va de año, 388 incendios forestales en España han quemado una superficie de 286.418 hectáreas, según datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (Effis, European Forest Fire Information System).
Se trata de cifras "llamativas" en comparación con los datos de los últimos quince años, en los que el número de incendios ha sido menor, pero más aún lo ha sido la superficie quemada, señala Effis, del sistema europeo Copernicus.
Los expertos reconocen que la recuperación de la mayor parte de las propiedades de los suelos afectados por incendios puede tardar, en casos favorables, entre 1 y 5 años y, en las condiciones más desfavorables (suelos situados en zonas con mucha pendiente y/o con destrucción total de la materia orgánica), la restauración de la vegetación puede incluso no llegar a producirse nunca debido a la pérdida total del suelo y afloramiento de la roca.
Se hace necesario, por tanto, adoptar, inmediatamente o a corto plazo después del incendio, medidas de protección del ecosistema quemado, para evitar la erosión post-incendio y conservar el suelo en condiciones idóneas para que se produzca la revegetación natural o la implantación de una nueva vegetación. La evaluación de daños nos permitirá priorizar las zonas de intervención, pero como la mayoría de los incendios ocurren en la época estival, siempre es necesario aplicar prácticas de manejo del suelo que permitan el crecimiento de la vegetación lo antes posible, antes de que caigan las primeras lluvias del otoño y se acentúen los procesos de erosión.
Un equipo de expertos del Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia (IIAG-CSIC) formado por Montserrat Díaz Raviña, Ángela Martín Jiménez, Serafín J. González Prieto y Tarsy Carballas Fernández han elaborado una documento científico citado por el diario agrario digital Campo Galego en el que abordan las principales tareas a realizar tras apagarse las llamas que han calcinado una masa forestal. Según estos investigadores, se trata de medidas de emergencia en los 3 primeros meses pero pueden prolongarse hasta un año, en cuyo caso pasan a considerarse acciones a corto plazo. El objetivo es evaluar la necesidad de tomar o no medidas urgentes para evitar la erosión y degradación del suelo, lo que es esencial para la recuperación del ecosistema afectado. Estas medidas evitarán la pérdida de suelo, y la contaminación de hábitats acuáticos (aguas superficiales y subterráneas, ríos, mar, etc.).
Primeras actuaciones
Estas primeras medidas han de orientarse hacia la regeneración rápida de la cubierta vegetal, la fijación de la capa de cenizas y la retención de nutrientes, la mejora de la estructura del suelo y la regeneración de los microorganismos del suelo. Con este objetivo, pueden utilizarse las siguientes técnicas de recuperación de suelos quemados:
1) Implantación temporal de una cubierta vegetal que permitafijar la capa de cenizas y los nutrientes en los órganos de las plantas, favoreciendo la formación de la estructura del suelo y la regeneración de los microorganismos y de su actividad biológica, y disminuyendo la acción erosiva del viento y, sobre todo, de la lluvia;
2) La inoculación de microorganismos (cianobacterias, Rhizobium y micorrizas), que promueven el desarrollo de la vegetación al proporcionar nutrientes y protegen el suelo por formación de costras microbianas en su superficie;
3) El acolchado de paja o de otros materiales (corteza y astilla de eucalipto), la distribución de obstáculos tales como troncos de árboles, ramas y restos de poda en la superficie del suelo, que frenan la escorrentía y el arrastre de materiales en suelos muy susceptibles a la erosión (incendios de alta severidad, fuerte pendiente y abundantes precipitaciones). En todos estos casos se procurará evitar o reducir al mínimo toda perturbación del terreno afectado por los incendios (tránsito de maquinaria, remoción del suelo, etc.). Los resultados de experiencias en invernadero demostraron que las técnicas más adecuadas para su aplicación en el campo eran la siembra de herbáceas y el acolchado de paja.
Actuaciones a medio y largo plazo
Las acciones a medio plazo, que se conocen como tratamientos de rehabilitación, se desarrollan normalmente entre 1 y 3 años después del incendio, centrándose básicamente en mitigar los daños producidos en los sistemas afectados y acelerar su recuperación. Estas acciones incluyen básicamente actividades tales como ayudas a la regeneración natural post-incendio de las masas quemadas, por ejemplo tratamientos de clareo o eliminación de competencia del matorral, nuevas plantaciones, recuperación de bosques autóctonos y formaciones ripícolas, reparación de infraestructuras, etc.
Por último, las acciones de restauración post-incendio se acometen en un plazo superior a 3 años, y tienen como objetivo una verdadera restauración ecológica (sistema suelo-planta), en el sentido de recuperar la integridad del ecosistema o, al menos, sus aspectos más relevantes en términos de composición, estructura y funcionamiento, teniendo en cuenta también su autoregeneración y sostenibilidad, incluyendo en esta última la gestión forestal asociada.
Los expertos del Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia resumen en 10 claves los pasos a seguir para que se produzca la regeneración de las masas forestales afectadas por los incendios:
1) el futuro del monte depende de que se proteja el suelo contra la erosión;
2) si no hay suelo no puede regenerarse la vegetación: sobre las rocas no crece la vegetación;
3) la conservación del suelo afectado por los incendios y la recuperación de las propiedades de éste, dependen estrechamente del proceso de revegetación, es decir, de la regeneración de la cubierta vegetal, y para ello es necesario evitar primero las pérdidas de suelo y nutrientes;
4) como primeras medidas para evitar la erosión post-incendio, en áreas susceptibles a la misma, se recomienda el acolchado de paja;
5) el proceso de restauración ha de iniciarse inmediatamente o poco tiempo después del incendio para evitar que con las primeras lluvias después de la quema se inicien el lavado de nutrientes de la capa de cenizas y/o los procesos de erosión;
6) es importante y urgente retener en los órganos de las plantas, mediante la implantación rápida de una vegetación, que lógicamente ha de ser herbácea, los nutrientes acumulados en la capa de cenizas para evitar la pérdida de los mismos;
7) siempre que sea posible, la restauración del monte afectado por incendios forestales debe tender a la regeneración del bosque, el sistema natural más evolucionado, con sus tres estratos, herbáceo, arbustivo y arbóreo, para garantizar su estabilidad, utilizando especies preferentemente autóctonas que se adapten a las características del medio físico;
8) para tener árboles de calidad hay que garantizar a la especie que se plante los recursos y condiciones que necesitan para su desarrollo (tipo de suelo y profundidad del mismo y clima);
9) se necesitan protocolos de actuación para la restauración de los sistemas forestales quemados (sistema suelo-planta), que son específicos para cada zona climática y que deben ser ejecutados por los gestores forestales; y
10) si no se protege el suelo, si no se conserva, si se pierde, la desertización no será una probabilidad sino una dramática realidad.