La muerte de una mujer de 32 años de nacionalidad suiza en la 'rave' de Salce, en Zamora ha centrado la curiosidad en este tipo de fiestas que nacieron rodeadas de una aura de protesta, inconformismo e ilegalidad, pero que ahora con el paso de los años se han asentado en el panorama musical internacional y en el circuito de baile y música tecno.
Las redes sociales juegan papel fundamental en el éxito de las 'raves'. En el caso de la concentración en el cauce y orillas del embalse de Almendra, en el municipio zamorano de Salce, un grupo de Telegram ha servido para reunir a más de 2.000 personas de todas las edades venidas en unos 750 vehículos de todos los rincones de Europa.
El poder de estas fiestas y su espíritu clandestino son un potente foco de atracción para personas que hacen de la música electrónica una forma de vida. De hecho, las 'raves' son un fenómeno con algunas décadas a sus espaldas ya que comenzaron en Estados Unidos en la década de los 60 al calor del movimiento hippie y la aparición de los sintetizadores musicales. El movimiento fue creciendo y se expandió a Europa dos décadas más tarde en protesta por la restricciones de horario de los 80 en lugares como los Países Bajos o el Reino Unido. En España, las 'ravés' no tuvieron ese caldo de cultivo del prohibicionismo, aunque la climatología benigna de nuestro país ha permitido que se multipliquen en los últimos años.
Ese espíritu de protesta va marcado a fuego en el adn de estas concentraciones. De hecho, las 'rave' son consideradas en su origen fiestas ilegales ya que se organizan en espacios para los que no se han solicitado permisos, tampoco se cuenta con planes de seguridad ni contingencias contra accidentes.
Aunque básicamente 'rave' signifique 'delirio' o 'desvarío', en su acepción más popular se traduce como "fiesta multitudinaria, generalmente de carácter clandestino, en la que se escucha música tecno". Desde el punto de vista oficial, el diccionario Cambridge, recoge el término inglés 'rave' como "evento donde gente joven baila música electrónica y a veces toma drogas ilegales".
Más allá de está losa de ilegalidad, las 'raves' han salido de ese rincón de oscuridad para abrirse de forma legal al circuito de encuentros en los que se baila sin parar durante horas al son de la musica de disjokeys de todo el mundo. En este sentido conectan con sus origenes ya que la comunidad hippie entendía que se trataba de disfrutar del amor, la música, el arte, la espiritualidad y los estados alterados de conciencia manifestándose así contra la rigurosidad del gobierno", como informa la we especializada 'The rave space'.
Según este medio, "cada país ha adoptado su propia definición de lo que significa un rave aunque viendo su historia todo surge desde un mismo punto y toma dos caminos distintos". El primero de ellos sería "uno donde la fiesta, la música y las drogas son simplemente la opción para pasar un buen rato. y otro "donde retomamos ciertos aspectos culturales alejándonos del materialismo, apreciando la naturaleza, el arte y la espiritualidad que junto con la música y la danza son la manera de llegar a diferentes estados de conciencia.
Para estos especialistas, "todo es parte del mismo proceso sólo ha cambiado el nombre con el que es llamado y en un futuro nuestros recuerdos seguirán en aquellos que disfrutan de la vida tanto como nosotros lo hicimos".
Para los expertos en conciertos, la legalidad o ilegalidad de las 'raves' dependerá de que cuenten o no con todos los permisos, autorizaciones y servicios exigidos a los conciertos. Hay encuentros de este tipo como el Electronic Daisy Carnival (EDC) de Las Vegas, en Estados Unidos que llega a atrae a más de 35.000 personas cada año.
La web Es Legal, apunta a los elementos que sí harían de esta fiestas multitudinarias de música techo, encuentros ilegales: la promoción de sustancias ilegales como el éxtasis', la ocupación de espacios privados como fábricas o almacenes que, aunque abandonados no se cuenta con los permisos de sus propietarios y el uso de potentes altavoces que emiten música a gran volumen por encima de los niveles permitidos por las autoridades competentes.