¿Se comunican nuestros animales con nosotros? ¿Somos capaces de entenderlos?¿Sabemos por qué hacen los gestos que hacen, cuándo están tristes, deprimidos, enfermos o eufóricos? Ya sabemos que los animales se comunican, incluso en dialectos, y que, al menos, 65 especies son capaces de reírse. Incluso son capaces de comunicarse con otras especies. ¿Pero lo hacen con nosotros? ¿Les entendemos?
"No es casualidad que la palabra «animal» provenga del latín animalis y signifique tener alma (‘anima’). Según indica su etimología, los animales están dotados de alma. Los animales no han olvidado que son almas, a diferencia de muchas personas que parecen ignorar que también lo son".
La comunicadora animal Patricia Perreau de Pinninck es una experta en comunicarse con animales y acaba de publicar 'Si pudieras hablar' (Editorial Penguin Random House) donde da algunas claves para poder entenderse con nuestras mascotas de una forma más directa y evitar que la convivencia pueda convertirse en un calvario. Ya se sabe, no obstante, que vivir con animales favorece nuestra salud mental.
Todos conocemos historia conmovedoras de animales que han salvado la vida a sus dueños, que han alertado de una enfermedad, que han dado la vida por ellos o que les esperan después de que estos hayan muerto.
En una entrevista con Informativos Telecinco, Patricia Perreau de Pinninck, da algunas claves para conocer un poco mejor, si cabe, a ese ser que comparte con nosotros tanto y que forma parte de nuestra familia.
Cada animal es un ser único que puede llegar a comunicar de distintas maneras su estado de ánimo o estado emocional. El repertorio de señales que pueden indicar incomodidad, disgusto o enfado pueden variar en cada circunstancia y cada animal.
En función de la especie de animal con la que se conviva, es de vital importancia aprender su lenguaje para poder detectarlo, especialmente el lenguaje corporal y gestual, que incluye todas las señales de calma y otras señales que pueden indicar incomodidad.
Por ejemplo, que un perro te gire sutilmente la cara cuando intentas tocarlo, o que se lama la nariz, o que pestañee los ojos sutilmente (entre muchas otras señales que puede hacer), está indicando que se siente incómodo y te está pidiendo de manera respetuosa que pare ese contacto físico o caricias.
Si no comprendemos esta comunicación y no respetamos las señales del animal, eso puede derivar con el tiempo en señales de aviso o amenaza, e incluso en mayores problemas como agresividad, y todo eso porque la persona no ha comprendido la comunicación del animal ni la ha respetado por falta de conocimiento. Algunos de los conflictos que se generan con nuestros animales parten de la falta de comprensión de su comunicación, hecho que les puede generar mucho estrés y frustración y derivar en problemas que se podrían haber evitado.
Los animales son seres sintientes que pueden llegar a experimentar una gran tristeza. En cada caso particular habrá que observar y comprender cuál es la causa de la tristeza del animal y deberá haber un acompañamiento adecuado por parte de su familia.
A diferencia de las personas, los animales viven en el presente y no “le ponen mente” a lo que sienten, por lo que no entran en ningún bucle de pensamientos negativos que les pueda generar más malestar y no se juzgan por lo que están sintiendo ni se culpan.
Una vez comprendemos de dónde proviene la tristeza del animal, podemos acompañar de forma respetuosa a nuestro animal, para que pueda recuperar su armonía y equilibrio emocional. La tristeza que siente un animal puede ser expresada de distintas maneras, que dependerá de cada caso individual, como por ejemplo apatía, desánimo, dejar de comer, letargo, o cualquier conducta inusual o extraña en el animal.
A veces solo basta con mirar a los ojos de un animal para conectar con sus emociones y sentir si está triste. También he acompañado a animales con unos niveles muy altos de estrés, ansiedad, angustia, con reactividad y conducta agresivas, en las que debajo de todo eso subyacía una profunda tristeza. El acompañamiento deberá adaptarse a cada caso particular, con mucha empatía y respeto, comprendiendo el origen de la tristeza para ayudar al animal a recuperar su equilibrio emocional.
Las causas pueden ser muchas: dolor social, maltrato físico y/o emocional, aislamiento, falta de estimulación y enriquecimiento ambiental, dolores, miedos, traumas, entorno familiar, etc.
Los animales de familia pueden acompañarnos en el proceso de recuperación si estamos sufriendo depresión, pero deberemos también ser nosotros quiénes tomemos consciencia de nuestro proceso y busquemos la ayuda y las herramientas necesarias para poder salir fortalecidos de ese proceso. Los animales tienen una sensibilidad especial, sienten nuestras emociones y resuenan con su familia y con lo que sucede a nuestro alrededor.
Los animales sienten una gran empatía debido a las neuronas espejo. El amor incondicional que nos brindan nuestros animales de familia y su forma de acompañarnos hace que sean excelentes compañeros de camino y de apoyo en situaciones difíciles, llegando a crear con ellos lazos y vínculos que nos hacen sentir reconfortados. Nuestros animales de familia estarán siempre dispuestos a ayudarnos, sin olvidar por ello que los animales también necesitan de nuestros cuidados, y eso también incluye su parte emocional.
Es importante que ellos reciban de la misma manera el apoyo y acompañamiento adecuado de su familia, evitando que recaiga el peso de la situación sobre el animal, pues ellos pueden llegar a ser como “esponjas” que absorben nuestras emociones, y debemos ayudarles siempre a mantener su equilibrio emocional.
Nuestros animales de familia se comunican todo el tiempo de distintas maneras: a través de la comunicación corporal, vocal, química-olfativa y telepática. De algún modo el animal nos “habla” a tiempo real de múltiples formas si prestamos atención.
Algunos de los conflictos que se generan con nuestros animales parten de una falta de comprensión de su propia comunicación, especialmente la corporal o gestual, hecho que les puede generar mucho estrés y confusión.
Además de estar comunicando continuamente por ejemplo con su cuerpo, señales y vocalizaciones (maullidos, ladridos…), los animales también comunican telepáticamente, lo que se conoce como “comunicación animal”.
Este es un lenguaje universal común a todas las especies, que nos permite a las personas establecer de forma intuitiva un diálogo bidireccional con nuestro animal de familia, de tal manera que el animal puede expresar todo aquello que necesite para su mayor bienestar. A través de la comunicación animal le damos la oportunidad al animal de ser escuchado y hacernos llegar todos aquellos mensajes que más desee transmitirnos, y ayudarnos a comprender de manera más profunda al ser con el que convivimos.
Cuántas veces hemos mirado a nuestro animal y hemos pensado: “¿Y si pudiera hablar? ¿Y si pudiera contarme lo que te sucede?” Pues en realidad, a través de la comunicación animal podemos sentir al otro y establecer un intercambio de información para comprender lo que le sucede a nuestro animal.
La palabra “telepatía” significa “sentir al otro a lo lejos”, por lo que a través de una conexión de corazón, entrando en coherencia cardíaca, podemos establecer una conexión con el animal para que nos exprese todo lo que necesite para su beneficio y su bienestar.
Cuando el animal está confiado y se siente seguro junto a un desconocido le veremos tranquilo, y no le veremos haciendo ninguna señal que muestre incomodidad. De lo contrario, si un animal (por ejemplo un perro o gato) se siente incómodo o preocupado, por ejemplo cuando un desconocido haga la intención de quererse aproximar o tocarle, puede intentar marcharse intentando huir de la situación, o si no puede apartarse de la situación puede mostrar algunas de las señales de incomodidad que hemos comentado al inicio.
Es importante en estos casos aprender y respetar la comunicación del animal. También no debemos confundir la alegría con nerviosismo o excitación, porque detrás de todo esto puede haber preocupación.
Los animales nos perciben a niveles muy profundos. Los animales perciben la energía que emanamos y también los estados emocionales de los demás. No solo debemos tener en cuenta esta información que de alguna manera percibe el animal hacia las personas que son recibidas en nuestra casa, sino también debemos tener en cuenta otros mensajes que debemos leer en las reacciones de nuestros animales, como pueden ser por ejemplo los propios miedos del animal (posible miedo a personas, preocupación a la intención de ser acariciado, conductas de protección…) así como la manera y el estado en el que entra esa persona en el hogar.
Si, por ejemplo, en tu casa entra una persona desconocida en un estado muy alterado, nerviosa y con niveles altos de estrés, el animal puede percibir todo eso en la persona (hormonas, energía, movimientos corporales, etc.) y eso puede alterar al animal o preocuparle, teniendo en cuenta que su hogar es su espacio de seguridad o de protección.
En este caso será importante también respetar al animal, respetar su espacio y sus tiempos, hacerlo progresivamente, acompañarle en sus miedos y comunicarse con él de manera respetuosa usando las señales de calma.
La nueva ley en España propone beneficios y pasos hacia adelante en beneficio de muchos animales, pero quedando aún por incluir aspectos a mejorar para garantizar una mayor protección de todos los animales.
La nueva ley supondría un avance significativo, pero aún quedan por incluir muchos asuntos, como por ejemplo la prohibición de collares de pincho como herramienta de manejo, así como la necesidad incluir a todos los animales y no solo centrarnos en algunos animales de familia (considerados como animales de compañía o mascotas), sin hacer distinción entre los animales de familia y los animales usados como herramientas o para la explotación aún a día de hoy, los perros utilizados en la caza o perros pastores, la fauna silvestre...
Tratar a nuestros animales como parte de nuestra familia no es humanizarlos. Los animales son seres sintientes que nos brindan su amor incondicional y a los que debemos tratar con respeto, empatía y compasión, como un ser más de la familia.
Lo importante es comprender y respetar sus necesidades como especie y sus necesidades como individuos únicos que son. Los animales de familia dependen de sus humanos para poder llevar una vida en armonía, por lo que es importante comprender sus necesidades reales y acompañarles en todo aquello que necesiten.
Lo que debemos evitar es hacer proyecciones humanas en los animales de familia, es decir, no deberíamos proyectar nuestras propias emociones, pensamientos, comportamientos o reacciones humanas en ellos. Debemos respetar su esencia y su naturaleza. Deberíamos respetar su animalidad y no llenar nuestros propios vacíos a través de ellos. No hay mejor regalo que compartir la vida con un animal al que comprendes y amas por quién es en realidad, respetando su esencia, y con el que forjas un vínculo de mutuo respeto y confianza.
Por mi experiencia hasta la fecha, los animales no experimentan los celos tal y como los experimentamos los seres humanos adultos. Bajo muchas situaciones etiquetadas por nosotros como “celos” puede haber en realidad distintas causas de estrés, incomodidad, protección, control, entre otras.
Dependerá de la familia brindar al animal un adecuado acompañamiento para que se sienta confiado y a gusto ante esta nueva situación de convivencia con niños pequeños.
Deberemos dejar también que el animal gestione a su ritmo, no presionarlo y acompañarle en el caso de que tenga inseguridades. Si, por ejemplo, convivimos con un animal miedoso o que se preocupa ante el movimiento del niño, ante sus comportamientos impredecibles, o que tiene preocupación por ser tocado, el animal necesitará de nuestro acompañamiento y deberemos mediar adecuadamente entre el niño y el animal.
Podemos poner si es necesario límites respetuosos y amables, podemos por ejemplo explicarle también al niño cómo debe comunicarse con el animal de manera respetuosa, para que pueda haber entendimiento y respeto entre ambos.
Es nuestra responsabilidad como familiares del animal comprender sus necesidades, su comunicación y que sea siempre respetada por todos los miembros del hogar para que haya una bonita convivencia.
El duelo por nuestros animales de familia es un proceso muy doloroso, pues establecemos vínculos muy profundos y especiales con ellos. Cada duelo es individual, es un proceso único por el que el doliente deberá pasar. Prepararse para ese momento y hacer un duelo consciente, incluso antes de que el fallecimiento del animal ocurra, puede ayudar a tener más herramientas y poder salir fortalecido del proceso.
Es importante que la persona pueda acompañarse de gente que comprenda su dolor, que comprenda por lo que está pasando, y que no le hagan sentir avergonzado ni juzgado.
Adquirir conocimiento también sobre cada una de las etapas por las que puede atravesarse durante el duelo, puede ayudar y aportar mayor confort. Estas etapas, aunque pueden ser distintas en cada caso particular, incluyen por lo general una primera etapa de negación, después una etapa de ira, negociación, depresión y finalmente de aceptación.
En el proceso, a la persona le puede ayudar por ejemplo escribir sobre los sentimientos, apoyarse de personas que empaticen con tu dolor, hacer rituales para honrar a tu animal...
Con el tiempo, el acompañamiento y las herramientas adecuadas, el dolor punzante que a uno le atraviesa el alma se puede transformar en amor, comprendiendo que su animal en realidad nunca murió porque seguirá siempre vivo en su corazón.
A lo largo de estos años he acompañado a familias con animales en sus últimos momentos, para dar soporte en estos procesos, tanto al animal como a sus personas. Recuerdo el caso de una mujer que tenía una relación muy especial con su gato que enfermó y al cabo de unas semanas el animal falleció. La mujer quedó totalmente en shock, con un gran dolor.
Ella pensó que nunca más volvería a tener una relación tan especial con cualquier otro animal. Además, ella no quería volver a sufrir la pérdida de otro animal, que tanto dolor le había causado, por lo que tampoco tenía intención de adoptar a ningún otro animal nunca más. Pero me contó que al cabo de un año, apareció en su vida otro gatito y su corazón se volvió a inundar de tanto amor que supo que aquel animal estaba destinado a ser parte de su vida y su familia. A día a hoy, tiene un fuerte vínculo con su gato y son muy felices.
Los animales también experimentan dolor y tristeza ante la pérdida de su persona responsable. No he vivido este tipo de situación en mis terapias, pero sí he vivido situaciones de animales que han perdido a su compañero animal y han experimentado una gran tristeza y desubicación. Es importante dar apoyo al animal, darle tiempo para que se adapte a la nueva situación y brindarle acompañamiento en todo aquello que necesite, respetando sus tiempos y los sentimientos que afloran.
¿Nos agrada dormir con nuestro perro o gato? ¿Quiere el animal dormir junto a nosotros? ¿Es una buena experiencia para ambos? Estas serían las preguntas que nos deberíamos hacer para poder responder a ello, teniendo en cuenta las necesidades de ambos y de todos en la familia.
Los animales suelen ser bastante explícitos con la comida que les gusta. Deberíamos tener en cuenta sus gustos, si se están comiendo de forma placentera su comida y también si es una comida adaptada a su especie y adaptada a sus necesidades nutricionales como individuos únicos que son. Podemos, por ejemplo, asesorarnos con veterinarios integrativos especializados en nutrición de animales y en alimentación natural.
Los animales pueden llamar la atención de múltiples maneras. Hay que evaluar cada situación individual, porque a veces pueden haber llamadas de atención e insistencias, o de lo contrario puede haber un mensaje que nos está intentando transmitir el animal al que debemos atender y dar solución.
Es importante saber diferenciar para saber actuar en cada caso, sin reforzar las llamadas de atención o las insistencias si están generando estrés en el animal, o atendiendo el mensaje que nos indica en animal en el caso de que ese sea su propósito.
En ningún caso deberíamos corregir o castigar ningún comportamiento, y deberíamos comprender lo que nos quiere decir.
Desde mi punto de vista “educar” lo trasladaría a la idea de acompañar a nuestros animales de familia. Se trata de acompañarles y ayudarles a que puedan adaptarse y convivir en nuestra sociedad. Se trata de ayudarles a normalizar y que puedan habituarse a distintos entornos, situaciones, a otros animales y personas si lo requiere.
Los animales hacen un gran esfuerzo por adaptarse a una sociedad que hemos creado los humanos, muy desnaturalizada para ellos. Debemos acompañarles en cada fase de su crecimiento con empatía y saber cómo ayudarles, sin correcciones, sin castigos, sin imponernos ni usar nuestra autoridad, puesto que esto solo debilitaría nuestro vínculo y la conexión con el animal y no le ayudaría a que hubiera confianza ni ningún aprendizaje positivo.
Se trata de una relación humano-animal de igual a igual, comprendiendo bien las necesidades de cada especie de animal con la que convivimos, sus instintos, sus formas de aprendizaje, su propio lenguaje y formas de comunicación, su carácter...
Los perros tienen un olfato muy desarrollado y también están muy conectados a la vida y al mundo sutil. Como el resto de animales y especies, ellos están más conectados también a los procesos naturales de la vida como es el proceso de la muerte.
De hecho, un perro por ejemplo que está iniciando sus últimos momentos, puede de manera instintiva y natural alejarse de su familia porque entre otros motivos sabe que está comenzando ese proceso de partida.
Si ese es el caso, hay que respetar al animal y darle su propio espacio, si eso es lo que desea, incluso se le puede proporcionar un lugar donde pueda resguardarse y sentirse más protegido, como por ejemplo simular un pequeño espacio tipo cueva colocando una toalla o una manta encima de varias sillas o mesas, o permitir que el animal se quede debajo del sofá o de aquel sitio donde se sienta más protegido y alejado de nosotros.
Si se diera el caso, ese es un comportamiento instintivo, es algo que un perro haría para no comprometer al resto de la manada (entre otros posibles motivos), lo haría por el bienestar del grupo y para asegurar la supervivencia del resto de la manada.
¿Cuál es el animal con el que sentimos mayor conexión y afinidad? ¿Conocemos las necesidades de cada una de la especie? ¿Podemos atender a estas necesidades para que el animal tenga una vida en armonía y equilibrio? Estas serían tres preguntas que deberíamos plantearnos para empezar.
Para ello recomiendo asesorarse con profesionales sobre las necesidades de cada especie, para asegurar poderlas cubrir no solo a nivel físico sino también a nivel emocional.
Además, deberíamos reflexionar sobre el tipo de carácter del animal o de sus necesidades como individuo más allá de la especie, y si este animal podría llegar a adaptarse a nuestra vida y al entorno que le proporcionemos, incluso adaptarse y compenetrarse con otros animales si hay en la casa, así como asegurarnos que le podamos dedicar el tiempo necesario para su adaptación y un adecuado acompañamiento con paciencia, respeto y empatía.
Todos los animales comunican telepáticamente, es algo innato y que han usado desde siempre entre ellos. Es algo muy natural para ellos y que saben hacer muy bien. Incluso animales y personas ya se comunicaban telepáticamente desde sus inicios (como por ejemplo los nativos americanos o los aborígenes australianos) pero poco a poco el ser humano se fue desconectado de la naturaleza y fue perdiendo también el respeto y la conexión con los animales y con todos los seres vivos.
Recuperar esta conexión y armonía con los animales es parte de nuestra esencia, como lo es el recuperar esta capacidad innata de comunicación inherente al ser humano.