Hay muchos detalles de Jorge Ignacio Palma que no pasan desapercibidos en el juicio de Marta Calvo. Esa ropa parecida a diario, ese peinado siempre fijado, esa frialdad contenida que a veces se convierte en aspavientos. Pero hay un detalle que no ha pasado desapercibido. Jorge y su abogada son los únicos en la sala que llevan mascarilla para prevenir el contagio por covid.
Las investigaciones sobre Jorge Palma destaparon un perfil de presunto asesino en serie. Había cumplido condena en Italia por tráfico de drogas y unos meses antes del crimen de Marta habría matado de la misma forma a otras dos mujeres. A Arliene Ramos y a Lady Marcela Vargas. En sus "fiestas blancas", que se desarrollaron durante quince meses, también habría abusado sexualmente de otras 8 mujeres. Ahora se enfrenta a 130 años de prisión. Ese mismo hombre no se separa de la mascarilla en los días del juicio. Sí parece, al menos, temerle a contagiarse o contagiar del covid a los que están en la sala.
El jefe de Homicidios de la Guardia Civil de Valencia ha dado más muestras ante el jurado popular de cómo Jorge Ignacio P.J., acusado de la muerte de la joven Marta Calvo, se entregó días después del presunto crimen con una carta en la que detallaba lo que había pasado. Jorge explicó a los agentes que todo había sido un accidente y que, tras encontrarse con el cadáver, se asustó y la descuartizó. Su versión, según el agente, "no se sostiene": "Esas conductas solo ocurren cuando hay detrás un trasfondo homicida", ha remarcado.
Les indicó que no era culpable de nada y que se había intentado suicidar. Comentó que durante los días en que no se le había podido localizar había estado viviendo en casas abandonadas sin lavarse ni poder comer más que fruta de los árboles, algo que a los agentes les llamó la atención porque el acusado "iba limpio, aseado, afeitado y no olía mal", ha descrito.