Como cada 20 de junio celebramos lo que se conoce como 'Yellow Day' o lo que es lo mismo, el día más feliz del año. Y por qué este día es tan especial, según los expertos se trata de la suma de muchos factores entre ellos la mayor cantidad de horas de sol y unas temperaturas elevadas.
Muchas fuentes añaden otros como la proximidad de las vacaciones, la paga extra que está por llegar o el inicio de las jornadas intensivas que permiten tardes con los amigos y la familia, pero estas son cuestiones subjetivas que tienen que ver más con el primer mundo rico que con la sociedad mundial.
Mar Gómez, meteoróloga de 'Eltiempo.es', asegura a Informativos Telecinco que "junio tiene una temperatura media de 21.1º en España y unas precipitaciones medias de 31mm". Junio es, además, el mes más lluvioso de los tres propios del verano, lo que lo convierte en el más llevadero.
Por otro lado, la presencia de luz durante más horas en el día afecta de manera significativamente positiva. Está demostrado que la luz del sol juega un papel fundamental en la fisiología humana. Y si a eso le sumamos que en verano es cuando muchas empresas deciden intensificar su jornada laboral a horas más razonables, el sentimiento de felicidad aumenta.
Pero centrándonos en lo importante, la psicóloga Mila Cahue explica que "este periodo puede vivirse de manera positiva, pensando en aquellas actividades que se quieren realizar y con las personas con las que deseamos pasar más tiempo. Por ello, en junio sobre todo aumenta la ilusión".
Cómo no podía ser de otra manera, no hay día feliz sin su contrapartida triste que es el Blue Monday. Aunque parezca extraño, ambas jornadas fueron ideadas por el mismo autor Cliff Arnall, un psicólogo británico experto en motivación que en 2005 creó la campaña del Blue Monday para una firma comercial, pero satisfecho por su éxito decidió crear el día más feliz del mundo y, puesto a ello. llegó a diseñar hasta una fórmula matemática expresada en los siguientes términos:
O+(NxS)+Cpm/T+He.
Se trata de una sencilla ecuación en la los términos representan: O, el aire libre y disfrutar de actividades en el exterior, N es la conexión con la naturaleza, S es sociabilización con nuestro entorno, Cpm representan los recuerdos positivos de la infancia, T es la temperatura media cálida y, finalmente, He son las ansiadas vacaciones de verano, según recoge Brainglang. Según este mismo medio, de acuerdo con la psicología del color, el día es asociado al amarillo, al ser un color que denota felicidad, optimismo, iluminación, positivismo, diversión, inteligencia y creatividad,
Pero como todo en esta vida, la felicidad no se representa igual para todos. Los hay que se consideran afortunados simplemente con no tener que dar vueltas todos los días para buscar aparcamiento, o con escuchar música siempre que quieran. Las experiencias son múltiples y aunque la fórmula matemática intente encontrar un punto en común, lo cierto es que no hay una regla general para explicar lo que nos hace felices a cada uno de nosotros.
El 55 % de los españoles se declaran "muy" o "bastante felices", 17 puntos porcentuales más que en 2020 (cuando eran un 38 %) y 9 puntos más que en 2019, antes de la pandemia de la Covid-19 (cuando eran un 46 %), según el estudio Global Happiness 2022 de Ipsos. Además, de la encuesta se desprende que, a nivel mundial, el 67 % de la población adulta en todo el mundo se define como "muy" o "bastante" feliz, 4 puntos más respecto a 2020, cuando la pandemia del Covid-19 hizo que los niveles de felicidad bajasen hasta un 6 3%, el pico más bajo desde 2017.
En todo caso, en comparación con otros países, el informe revela que España es el segundo país europeo más infeliz, con un 55 % de su población que se declara "muy" o "bastante feliz", 12 puntos por debajo de la media global y solo superado por Hungría (51 %). En el lado contrario, se encuentran Países Bajos, con un 86 % de su población que dice ser "muy" o "bastante feliz", Gran Bretaña (83 %) y Francia (81 %), los países que registran mayores niveles de felicidad en el entorno europeo.
En cuanto a los motivos que aportan esta felicidad, el 54% de la población mundial, de media, dice que la mayor fuente es la salud y el bienestar físico. Le siguen la salud y el bienestar mental, (53 %), la relación con su cónyuge o pareja (49 %) y sentir que su vida tiene un sentido (49 %). Completando las cinco primeras posiciones se encuentra la felicidad que aportan los hijos (48 %).
En el caso de España, las fuentes de felicidad coinciden con las globales, si bien, en quinta posición, sustituyendo a la felicidad que aportan los hijos, se encuentran las condiciones de vida (agua, comida y alojamiento). Por el contrario, las cosas que menos felices hacen a las personas a nivel global son: pasar tiempo en redes sociales (13 %), mudarse a otro país (18%), un nuevo liderazgo político en el país (23 %), las posesiones materiales (24 %) y destinar tiempo o dinero a la caridad (24 %).
Más allá de esta fórmula, la felicidad es algo que habitualmente se nos escapa o nos dura demasiado poco. Y esto por qué. Sonja Lyubomirsky es profesora de Psicología de la Universidad de California y cree que muchas de las presuntas fuentes de felicidad parecen tan intuitivas y obvias que todos tenemos tendencia a dejarnos fascinar.
Y por eso establece tres grandes mitos sobre la felicidad;
Sobre el primero de los mitos sobre la felicidad, Sonja Lyubomirsky considera que este mito de encontrar la felicidad en alguna parte solo podría ocurrir si suceden las cosas correctas como que nos casamos con nuestro verdadero amor, si conseguimos el trabajo soñado, o si adquirimos una vivienda elegante. "No seas una de esas personas que esperan que ocurra esto o lo otro para poder ser felices. Hay una tira cómica en la que se ve a un niño en un triciclo que le dice a un compañero de juego que sostiene una cometa, 'estoy impaciente por crecer y ser feliz'. Si no eres feliz hoy, no lo serás mañana, a menos que tomes las riendas y hagas algo", subraya la experta.
De hecho, insiste en que el 40% de nuestra felicidad depende de nuestra actividad deliberada y supone apreciar la promesa del gran impacto que pueden tener en nuestra vida las estrategias deliberadas que podemos poner en práctica para convertirnos en personas más felices. "Por consiguiente, la felicidad no está allí fuera, esperando a que la encontremos. Está dentro de nosotros. La felicidad, es más que nada, un estado mental, una manera de percibirnos y de concebirnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Por eso, si quieres ser feliz mañana, pasado mañana, y el resto de tu vida, puedes conseguirlo si eliges cambiar y manejar tu estado mental", defiende.
En su opinión, "otra gran falacia" es la noción de que solo seríamos felices si cambiasen nuestras circunstancias de nuestra vida. Según revela, la realidad es que los elementos que determinaron nuestra felicidad en el pasado y que pueden traer la felicidad futura siguen estando con nosotros ahora y están aquí, esperando que los aprovechemos. "Los cambios de nuestras circunstancias, por positivos y sensacionales que sean, en realidad inciden muy poco en nuestro bienestar", agrega.
En último lugar, Lyubomirsky defiende que la concepción de que nacemos felices o infelices es muy frecuente, y sobre todo los que no son demasiado felices creen que su infelicidad es genética y que, en realidad, no se puede hacer nada al respecto. "Por el contrario, cada vez hay más investigaciones que demuestran de forma convincente que podemos superar nuestra programación genética", sostiene.
"Cualquier intento importante por cambiar nuestra vida debe ir acompañado por mucho esfuerzo sostenido, y me atrevería a decir que la mayoría de las personas no pueden o no quieren dedicar ese tipo de esfuerzo. Además, todas las estrategias nuevas para mejorar la felicidad o la salud tienen algo en común: que cada una de ellas concede a la persona un objetivo específico, algo que hacer y algo que esperar. Tener objetivos propios se asocia intensamente con la felicidad y con la satisfacción en la vida. Por eso, cualquier estrategia nueva para la felicidad da resultado, al menos durante un tiempo", insiste la experta.
Por todo ello, defiende que la fuente de la felicidad se puede encontrar en la manera que cada uno tenga de comportarse, en lo que piensa y en los objetivos que se proponga cada uno en cada día de su vida. "No hay felicidad sin acción. Si cada vez que aceptas tu valor de referencia para la felicidad o tus circunstancias te acomete una sensación de pasividad y futilidad, has de saber que tienes a tu alcance una felicidad auténtica y duradera que se encuentra dentro del 40% de la felicidad que tienes que guiar", remarca.