¿Qué temperatura máxima soporta el ser humano? ¿Cómo reacciona el cuerpo humano cuando está sometido a un calor extremo? Esta y otras muchas preguntas son habituales cuando nos enfrentamos a olas de calor como la que registramos estos días en España. El cuerpo humano soporta niveles de calor exterior ligeramente por encima de los 50 grados centígrados siempre y cuando no se prolongue el tiempo de exposición.
En general, los síntomas del golpe de calor son variados, pero se producen en distintos niveles. Y se generan por un incremento de la temperatura corporal derivada de una exposición prolongada al sol, a las altas temperaturas, a la falta de hidratación o por un esfuerzo físico prolongado.
Ante estas situaciones, el cuerpo sufre importantes pérdidas de agua y tiene dificultades para regular su temperatura por los mecanismos habituales como la sudoración, produciéndose, como consecuencia, un aumento de la temperatura corporal, explican los expertos del Instituto de Investigación Agua y Salud.
Cuando el cuerpo alcanza una temperatura de más de 40°C (durante periodos de 10 o 15 minutos), estos mecanismos reguladores del calor quedan superados y entran en shock, produciéndose entonces, el temido golpe de calor.
Los síntomas del golpe de calor pueden presentarse en el momento o después de varios días de la exposición de riesgo y se dividen en tres niveles en función de su gravedad:
En el propio domicilio se recomienda cerrar las ventanas y bajar las persianas o estirar las cortinas cuando de directamente el sol. Conviene ventilar la casa a primera y última hora del día y procurar permanecer en las habitaciones más frescas. También es recomendable ducharse una o dos veces al día o pasarse toallas húmedas por la piel.
En la calle, conviene evitar salir durante las horas de mayor calor y mucho más realizar actividades físicas intensas, como la práctica deportiva. Es recomendable realizar las compras, gestiones, visitas y ejercicio en las primeras y últimas horas del día. Si es imprescindible salir, conviene ir por la sombra, usar sombrero y ropa ancha de tejidos ligeros como el lino y el algodón y de colores claros y llevar siempre una botella de agua.
Tampoco hay que dejar nunca a nadie en el interior de un vehículo aparcado, ni siquiera con las ventanas abiertas. La temperatura dentro de un vehículo puede elevarse más de siete grados en diez minutos.
Los expertos recomiendan beber líquidos en abundancia, aunque no se tenga sed. En este sentido la mejor bebida es el agua, a temperatura ambiente, no muy fría.
Los zumos de fruta, la leche o sopas frías como el gazpacho ayudan a estar muy hidratados.
Así, es aconsejable evitar las bebidas alcohólicas ya que el alcohol favorece la deshidratación al facilitar la eliminación de agua por la orina y aumentar la sudoración.
Tampoco conviene abusar de bebidas excitantes como el té o el café o con mucho azúcar.
En la dieta hay que incluir más verduras y frutas, fraccionar las comidas a lo largo del día y en cantidades moderadas, así como evitar las comidas calientes, pesadas y copiosas.
Si una persona se encuentra mal por el calor, tiene que pedir ayuda y llamar al 112. Por otra parte, si se está en contacto con una persona que está sufriendo un golpe de calor, hay que ponerlo en un lugar fresco o a la sombra, quitarle el exceso de ropa, bañarle con agua fresca, abanicarlo y llamar al 112.
Si se están tomando medicamentos (tensión, corazón o depresión) se recomienda seguir las instrucciones del médico y conservar el medicamento siguiendo las instrucciones del envase.
Hay que procurar que las personas mayores y los niños beban agua, sobre todo si están solos o enfermos.
Las personas mayores de 65 años, especialmente si viven solas o son dependientes son las más expuestas y vulnerables a sufrir golpes de calor y sus consecuencias.
También son población de riesgo los bebés y los niños pequeños, las personas con enfermedades crónicas (cardiovasculares, respiratorias, diabetes u obesidad, entre otras) o con determinadas medicaciones, como antidepresivos, diuréticos o antihipertensivos,
Las personas que trabajan en ambientes calurosos y las que practican ejercicio físico intenso en las horas de más calor también se exponen a riesgos mayores.