Las posibilidades de contraer la COVID-19 podrían depender en parte de cómo reaccionó nuestro cuerpo la última vez que tuvimos un resfriado, según un estudio publicado esta semana por investigadores de La Jolla Institute for Immunology. El SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, puede ser el coronavirus más nuevo, pero no es el primero. Hay otros cuatro coronavirus, que pueden causar el resfriado común. El nuevo estudio muestra que algunas personas que nunca han sido infectadas con SARS-CoV-2 tienen respuestas inmunes a él porque han estado expuestas a lo que son esencialmente primos mayores del nuevo coronavirus.
Los científicos todavía están averiguando exactamente lo que significa esto. Pero es posible que las personas con respuestas inmunes a los coronavirus comunes sean menos propensas a contraer el COVID-19, según Alessandro Sette, uno de los autores principales del estudio. "Esto puede darte una ventaja. Y si tienes una ventaja, puedes montar una respuesta más rápida o una respuesta más fuerte. Puede que no te enfermes tanto”, agrega Sette.
Sette y sus colegas publicaron sus hallazgos el martes en la revista 'Science', pero su descubrimiento comenzó con una observación desconcertante realizada hace meses. Fue cuando el equipo de Sette detectó respuestas inmunes al nuevo coronavirus en muestras de sangre recogidas antes de la pandemia de COVID-19, lo que significa que no había forma de que estas muestras provinieran de personas que habían estado expuestas al virus.
Ese hallazgo ha sido confirmado desde entonces por estudios de personas de los Estados Unidos, el Reino Unido, los Países Bajos, Alemania y Singapur. Esos informes mostraron que entre una quinta parte y la mitad de los que nunca han estado expuestos al nuevo coronavirus pueden tener una respuesta inmunológica a él. Pero. ¿a qué se debe esto? El equipo de Sette sospechaba que los cuatro coronavirus comunes son la respuesta. Tal vez el sistema inmunológico de algunas personas ya había visto partes de los coronavirus comunes que eran casi idénticas al nuevo virus.
Para poner esta teoría a prueba, los investigadores analizaron la sangre recogida en ciudadanos de San Diego antes de la pandemia. Encontraron todas las áreas del coronavirus a las que apuntaba su sistema inmunológico y buscaron regiones de los cuatro coronavirus comunes que eran casi idénticas. Cuando los científicos utilizaron estas regiones virales coincidentes para estimular las células de las personas no infectadas, sus células inmunológicas se aceleraron, lo que sugiere que algunas de estas células podrían responder tanto a los coronavirus anteriores como al nuevo virus.
Los hallazgos, basados en el estudio de las células en un plato, no prueban que la exposición a coronavirus anteriores proteja contra el COVID-19. Pero si es así, eso ayudaría a explicar por qué la COVID-19 es mortal para algunos mientras que otros se recuperan sin apenas síntomas, aunque la edad y las condiciones preexistentes son claramente factores importantes también.
Este tipo de cosas ya han ocurrido antes, dice Daniela Weiskopf, investigadora de La Jolla Institute for Immunology y autora principal del estudio. En ese sentido, cita la pandemia de gripe porcina de 2009, durante la cual los adultos de 65 años o más tuvieron menos probabilidades de enfermarse; algunos investigadores creen que los adultos mayores se beneficiaron de una respuesta inmunológica preexistente a un virus de gripe similar de décadas anteriores. “Es provocativo e interesante”, dijo Dennis Burton, inmunólogo de Scripps Research que no participó en el estudio. “Todavía falta un paso porque hay que demostrar que esto es importante para la inmunidad”.
Sette y Weiskopf creen que los datos de los ensayos de la vacuna COVID-19 en curso podrían ayudar a abordar esa pieza faltante midiendo las células T, células inmunes que activan las partes de una respuesta antiviral que matan a las células infectadas y que producen anticuerpos, proteínas que pueden agarrar la superficie de un virus y prevenir la infección.
Ambos investigadores dicen que estudiar las respuestas de las células T antes y después de la vacuna COVID-19 podría ayudar a los investigadores a interpretar cualquier variación de persona a persona en cuanto a la eficacia de la vacuna. Es posible, dice Weiskopf, que aquellos que responden mejor a una vacuna lo hagan porque ya tienen células T a coronavirus anteriores que están listas para lanzar un rápido contraataque:“Eso es algo en lo que estamos muy interesados y que estamos investigando”.