La pandemia del coronavirus ha cambiado nuestras vidas. Los casos y muertes que no para de crecer en países como EE UU y Brasil. El desarrollo de vacunas suele llevar años de investigación y pruebas antes de llegar a la fase clínica, pero esta crisis ha acelerado todo el proceso. Empresas y centros de investigación de todo el mundo están trabajando a un ritmo frenético para tener el próximo año una vacuna segura y eficaz que nos proteja contra los efectos del SARS-CoV-2. Justo hoy se ha sabido que Rusia ha sido acusada de espionaje y hackeo de avances en las vacunas, algo que las autoridades rusas niegan.
A esta velocidad trepidante ha contribuido también la Administración de Donald Trump, que el pasado mes de mayo lanzó su controvertida Operation Warp Speed. Este programa ha seleccionado, hasta el momento, cinco proyectos de vacuna que recibirán miles de millones de dólares en fondos federales antes de que haya pruebas de que realmente funcionan, entre ellas, está la de la Universidad de Oxford y Astra Zeneca y la de la biotecnológica estadounidense Moderna, según informa The New York Times.
Mercedes Jiménez, bioquímica de Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC) prefiere “no comentar” la política estadounidense en la competición por la vacuna y destaca el “gran trabajo científico que se está llevando a cabo para conseguirla”.
"Se está invirtiendo mucho esfuerzo investigador para conseguir una profilaxis eficaz contra la COVID-19 y creo que va a dar numerosos frutos”. La investigadora considera que las variadas aproximaciones que se están utilizando para el desarrollo de la vacuna “lograrán que la efectividad sea distinta”. De hecho, opina, en esta carrera “se necesitará más de un caballo ganador”.
En este punto coincide también la inmunóloga del CIB-CSIC María Montoya, que indica a SINC que "la comunidad científica está aportando todo el conocimiento posible para conseguir la ansiada vacuna. Se están investigando y probando todas las estrategias: vacunas con vectores replicativos y no replicativos, de ARN, ADN, de proteínas de subunidad, de virus inactivado y de pseudopartículas virales recombinantes", señala.
Montoya cree que “de todos los candidatos, tendremos varias vacunas que generarán inmunidad, quizás parcial o quizás total. Pero cualquier vacuna, aunque confiera una protección parcial, será mejor que no tener ninguna”.
Por su parte, Jorge Carrillo, investigador en inmunobiología de IrsiCaixa, recuerda que en esta competición los grupos involucrados se juegan también su prestigio y su futuro. "No creo –comenta a SINC– que ninguno de ellos vaya a sacar un candidato con una eficacia inferior al 60 %" [el nivel de protección mínimo requerido hasta ahora por las agencias del medicamento]. Carrillo señala que "no les resultaría rentable porque sería una vacuna de vida muy corta que podría ser sustituida enseguida por otra que lograra mayores niveles de protección".
En la competición, Montoya dice que "las que van más avanzadas, por ser menos complejas, son las que han tomado una parte del SARS-CoV-2 o una subunidad, y se ha insertado en un vector. En estos prototipos de vacuna, el sistema inmunitario ‘solo’ ve una parte del virus y podría ocurrir que confirieran inmunidad parcial. Aun así, "serían muy útiles para vacunar a la población", insiste. "Las que contienen más partes del virus son más complicadas de producir y, por ello, llegarán más tarde".
Actualmente, hay 149 vacunas experimentales contra la COVID-19. De ellas, 19 ya se están probando en una o varias de las tres fases de ensayos con humanos, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aquí hemos seleccionado las que se encuentran en las etapas más avanzadas.
La primera en esta clasificación es la desarrollada por la Universidad de Oxford y Astra Zeneca. Ya ha entrado en fase III de pruebas de eficacia, se está probando con 4.000 voluntarios en Reino Unido, en breve se ensayará en Brasil con 5.000 personas y en Sudáfrica con 2.000. En los ensayos se incluyen niños de 5 a 12 años y adultos de más de 70 años.
El prototipo se llama ChAdOx1 nCoV-19 y está hecho a partir de un virus llamado ChAdOx1, una versión debilitada de un virus del resfriado común (adenovirus), que causa infecciones en los chimpancés y que ha sido modificado genéticamente de manera que es imposible que se replique en humanos.
El candidato ha sido rediseñado para contener la proteína S (del inglés spike, espícula), presente en el coronavirus, que le da su característico aspecto de punta y corona en la superficie. Los investigadores esperan que la vacuna, al presentar dicha proteína a nuestras células inmunitarias, pueda inducir la producción de anticuerpos específicos.
La farmacéutica AstraZeneca, socia de la universidad británica en este proyecto, tiene un acuerdo con el Gobierno de EE UU para iniciar un ensayo con 30.000 personas en ese país y ha recibido financiación de la Administración estadounidense dentro del programa Operation Warp Speed.
Sobre este proyecto, Montoya opina que esta vacuna de subunidad “es interesante porque utiliza un vector que ya ha dado muy buenos resultados en vacunaciones frente a otras enfermedades, como MERS, influenza, tuberculosis, el virus de Chikungunya y Zika. Ahora, falta saber qué tipo de inmunidad induce frente a la COVID-19”, aclara.
AstraZeneca ya ha firmado con socios en Reino Unido y Estados Unidos para la producción en masa de la vacuna, con el fin de que se pueda distribuir si finalmente se lograran pruebas concluyentes de eficacia y seguridad. La firma ha asegurado que su capacidad total de fabricación es de 2.000 millones de dosis, según la web de noticias médicas STAT.
El CEO de la firma, Pascal Soriot, declaró hace unas semanas que "la vacuna podría proteger por un periodo de un año, trascurrido el cual habría que volver a vacunarse. También señalo que las primeras vacunas de emergencia podrían estar disponibles en octubre".
The Telegraph ha publicado ya algunos testimonios reveladores de voluntarios que se han sometido a los ensayos. Estos aseguran haber desarrollado una "doble defensa" contra el patógeno, dado que al recibir el inyectable su organismo desarrolló tanto anticuerpos como linfocitos o células T, estas últimas también capaces de combatir al virus y generadoras de una inmunidad más apreciable que la que dan los anticuerpos, puesto que su duración es mayor.
"Con suerte, la combinación de esas dos respuestas podrá proteger a las personas", afirma una de las personas citadas por el diario británico, que cree que los resultados, que en principio deben publicarse el lunes en la revista científica The Lancet son "extremadamente prometedores".
Otro de los proyectos que van más más adelantados es el de la firma estadounidense Moderna. Su candidato, mRNA-1273, ha entrado en la fase III de ensayos y se la empresa prevé probarlo con 30.000 voluntarios.
La vacuna de esta biotecnológica, con sede en Cambridge, Massachusetts, está basada en el uso de la tecnología del ARN mensajero (ARNm). Una vez inyectado en el cuerpo, envía a las células el mensaje de que produzcan proteínas similares a las del virus que se activan y funcionan como anticuerpos.
Mercedes Jiménez opina que "esta vacuna basada en material genético es pionera en su utilización en humanos, requerirá el desarrollo de tecnologías seguras para su transporte dentro del organismo". Por ello, "supone un reto importante y va a ser muy interesante ver el tipo de respuesta inmunitaria que pueda otorgar", subraya.
La vacuna experimental CanSino Biologics, desarrollada en colaboración con la Academia de Ciencias Militares de China, fue noticia hace un par de semanas cuando esta biotecnológica anunció que su candidato Ad5-nCoV había recibido autorización de la Comisión Militar Central para el uso de su candidato entre los miembros de las fuerzas armadas sin haber completado los ensayos clínicos.
La decisión fue polémica porque la firma solo había completado la fase I, cuyos resultados fueron publicados en la revista The Lancet y la fase II, por lo que el anuncio implicaba que se había saltado la III. Reuters señaló que la empresa "se había negado a revelar si la inoculación del candidato de vacuna [a los militares] era obligatoria u opcional, citando secretos comerciales”, en un correo electrónico enviado a esta agencia de noticias.
Con respecto a esta decisión, Mercedes Jiménez subraya que "plantear una vacunación a gran escala antes de estudiar los efectos en un número de voluntarios suficientes, que es lo que se requiere en la fase III, resulta arriesgado”.
Por su parte, el presidente de CanSino Biologics, Yu Xuefeng, señaló en una declaración que los ensayos clínicos de fase I y II del candidato a la vacuna habían demostrado un "buen perfil de seguridad y altos niveles de respuesta inmunitaria en los pacientes". Pero advirtió que "los ensayos solo muestran que la vacuna tiene el potencial de prevenir la COVID-19 y que su autorización para ser probada en militares no garantiza que vaya a ser aprobada para un uso comercial más amplio en el futuro".
La Ad5-nCoV, que se basa en un adenovirus del resfriado, es una de las ocho vacunas candidatas de China aprobadas para ensayos en humanos en el país y en otros, como Canadá, para la enfermedad causada por el coronavirus.
La compañía pública china Sinopharm anunció en junio que iba a pasar a la fase III de los ensayos de su prototipo de vacuna contra la COVID-19, basada en virus inactivado, que ha sido desarrollada por una de sus filiales: China National Biotec Group (CNBG), en colaboración con los Institutos de Productos Biológicos y de Virología de Wuhan.
Hasta ahora, más de 2.000 personas han participado en las pruebas, de las que Sinopharm asegura que muestran que la vacuna sería "segura y efectiva" y que las reacciones adversas han sido mucho menores a los de otros candidatos. Los ensayos de fase III se llevarán a cabo en los Emiratos Árabes Unidos, tras un acuerdo para empezar a probar la eficacia de esta vacuna en el estado del Golfo. El candidato, desarrollado en Wuhan es una de las dos vacunas inactivas en las que está trabajando el CNBG. Otra desarrollada por su instituto de Pekín entró en pruebas con humanos a finales de abril.
La firma ha construido en tiempo récord dos nuevas instalaciones de producción de vacunas en Pekín y Wuhan, en las que CNBG prevé producir 200 millones de dosis de vacunas COVID-19 inactivadas al año, según la agencia de noticias estatal Xinhua.
La compañía privada china Sinovac Biotech ha anunciado que va a iniciar la fase III de su vacuna de virus inactivado, llamada CoronaVac. El candidato será probado en 12 centros de investigación en seis estados brasileños con unos 9.000 voluntarios. Este país latinoamericano tiene los peores registros de casos y muertes por la COVID-19, detrás solo de EE UU.
La firma señaló en junio que en las fases I y II de su prototipo, el 90 % de los 743 voluntarios mostró una respuesta inmunitaria al virus y no hubo efectos adversos remarcables. Además, informó de que está construyendo una instalación para fabricar hasta 100 millones de dosis anuales.
La vacuna inactivada contra el coronavirus que desarrolla el Instituto de Biología Médica de la Academia China de Ciencias Médicas (MBCAMS) ha entrado en fase II de ensayos clínicos, informa Xinhua. No hay mucha información sobre este prototipo de vacuna. En los ensayos se determinará la dosis de la vacuna y se continuará evaluando si tiene potencial para desencadenar con seguridad respuestas inmunitarias en personas sanas. IMBCAMS señala que espera utilizar una planta dedicada a la producción de la vacuna este año para prepararse para los futuros suministros de vacunas de China.
Los investigadores del Imperial College de Londres han desarrollado una vacuna de ARN ‘autoamplificado’, que potencia la producción de una proteína viral para estimular el sistema inmunitario. Los ensayos de fases I y II se iniciaron hace unas semanas con 300 personas sanas. La institución británica se ha asociado con la firma de inversión Morningside Ventures para fabricar y distribuir la vacuna a través de una nueva compañía llamada VacEquity Global Health.
"Hemos sido capaces de producir una vacuna desde cero y llevarla a pruebas con humanos en solo unos meses", según señaló Robin Shattock, profesor de Infección e Inmunidad en la Facultad de Medicina de la institución, en declaraciones a la BBC. "Si nuestro enfoque funciona y la vacuna proporciona una protección efectiva contra la enfermedad, podría revolucionar la forma en que respondemos a los brotes de enfermedades en el futuro", destacó.
La compañía alemana BioNTech se ha aliado con Pfizer, con sede en Nueva York, y el fabricante de medicamentos chino Fosun Pharma para desarrollar su vacuna basada en tecnología de ARN mensajero.
Hace unos días, los socios anunciaron resultados preliminares prometedores de un ensayo de fases I y II de su vacuna de ARNm con 45 voluntarios sanos, cuyos datos se han publicado en un estudio en fase de preprint,
Las compañías señalan que la vacuna produjo anticuerpos contra el SARS-CoV-2 en los voluntarios, mientras que algunos experimentaron efectos secundarios moderados como alteraciones del sueño y dolor en los brazos. Los socios esperan poder lanzar un ensayo con miles de participantes en septiembre. El proyecto de estas compañías cuenta con el apoyo financiero de la Operation Warp Speed.
La estadounidense INOVIO comenzó la fase I de ensayos clínicos de su candidato de vacuna de ADN contra la COVID-19, llamado INO-4800, en abril y señaló que esperaba entrar en las fases II y III a finales de este verano. En la fase I se evaluó el perfil inmunológico de INO-4800 administrado por inyección intradérmica seguida de electroporación utilizando el dispositivo CELLECTRA 2000 de la compañía.
La empresa publicó el 30 de junio un informe en el que decía que había logrado resultados positivos preliminares en dicha fase, pero los datos aún no han sido publicados en un estudio revisado por pares.
Según informa STAT, INOVIO, que ha ganado más de 4.000 millones de dólares en su valor bursátil (unos 3.500 millones de euros) desde que comenzó la pandemia, no proporcionó los detalles necesarios para determinar si su vacuna funciona.
En un comunicado de prensa, la empresa dijo que su vacuna dio lugar a "tasas de respuesta inmunológica" en 34 de los 36 pacientes del pequeño ensayo, pero no reveló cuántos produjeron anticuerpos que neutralizaran al coronavirus, datos clave para determinar si la vacuna podría proteger contra la infección. Su proyecto es uno de los que cuentan con el respaldo financiero de Operation Warp Speed y también tiene el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates.
La alemana CureVac cobró relevancia mediática el pasado mes de marzo cuando la Administración de Donald Trump intentó que la firma trasladara sus investigaciones a Estados Unidos. Para proteger a CureVac de inversiones extranjeras sospechosas y aportarle seguridad financiera sin influir en las decisiones empresariales, el Estado alemán acaba de adquirir una participación del 23 % de la empresa por un total de 300 millones de euros, informa Bloomberg.
Además, la firma acaba de obtener un préstamo de 75 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones para impulsar su capacidad de fabricación. En junio, la compañía, que lanzó ensayos de fase I de su vacuna de ARNm, dijo que su instalación alemana puede producir cientos de millones de dosis de vacunas al año. Por otro lado, el controvertido CEO de Tesla, Elon Musk, ha dicho recientemente en Twitter que su firma está construyendo impresoras móviles de moléculas para ayudar a fabricar la vacuna CureVac.
La compañía, con sede en Tubinga, cuenta asimismo con el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates. CureVac es pionera en el enfoque del ARN mensajero, que también es utilizado por BioNTech y su socio Pfizer, así como Moderna.