En un año marcado por la pandemia de coronavirus cuyos síntomas pueden confundirse con otros virus de carácter respiratorio como la gripe, los objetivos del Ministerio de Sanidad en relación con la gripe para la temporada 2020-2021 son alcanzar o superar coberturas de vacunación del 75 por ciento en mayores, preferentemente a partir de 65 años y en el personal sanitario y sociosanitario, así como superar el 60 por ciento en embarazadas y en personas con condiciones de riesgo.
A pesar de que con este virus sí llevamos años conviviendo, todavía nos surgen dudas. De mano de la información del Ministerio de Sanidad, resolvemos algunas de ellas, así como falsas creencias ¿qué debemos saber antes de vacunarnos? ¿puedo tener la gripe si me vacuno? ¿la vacuna tiene efectos secundarios?
Sí. Según explica Sanidad, “la fuente de la infección está constituida por las personas enfermas. La transmisión se produce fundamentalmente por vía aérea mediante gotitas que son originadas al hablar, toser o estornudar por la persona enferma y que alcanzan a una persona sin gripe pero capaz de padecerla. El virus entra en la nariz, garganta o pulmones de una persona y comienza a multiplicarse causando los síntomas de la gripe”. No obstante, “también puede transmitirse, con mucha menos frecuencia, por contacto directo, por ejemplo cuando una persona toca una superficie que contiene virus de la gripe -por ejemplo la mano de un enfermo- y posteriormente se toca su nariz o su boca”.
En este sentido, cabe añadir que “las personas enfermas son capaces de transmitir la enfermedad desde un día antes del comienzo de los síntomas hasta unos 3 a 7 días después del comienzo de la enfermedad. Los niños pueden transmitir la gripe incluso durante más de 7 días tras el comienzo de los síntomas. Además, “los síntomas de la enfermedad comienzan de 1 a 4 días después de que el virus entra en el organismo. Algunas personas son infectadas por el virus de la gripe pero no desarrollan síntomas de la enfermedad, sin embargo estas personas sí que pueden transmitir la enfermedad a otros”.
Sí. Aunque, algunos síntomas de la gripe son comunes a todas las edades, otros son más específicos de determinados grupos de edad. Por ejemplo, en ancianos es frecuente la aparición de dificultad respiratoria o la producción de esputo, mientras que en niños son síntomas frecuentes la otitis media o las molestias abdominales. Estas molestias abdominales como nauseas, vómitos o diarreas son sin embargo muy poco frecuentes en adultos. Los pacientes con alteraciones del sistema inmunitario no presentan unas manifestaciones clínicas de la gripe significativamente distintas de los sujetos sanos. Sí se ha demostrado que en este grupo la enfermedad puede tener una mayor duración y que el virus puede persistir replicándose durante semanas o meses.
Cabe destacar que en la mayoría “el cuadro clínico inicial típico suele comenzar de forma brusca con fiebre y escalofríos, acompañados de dolor de cabeza, congestión nasal, molestias de garganta, malestar general, dolores musculares, pérdida de apetito y tos seca. La fiebre y los dolores musculares suelen durar de 3 a 5 días y la congestión y la falta de energía puede durar hasta 2 semanas”.
Así, aunque “la mayoría de las personas se recuperan en una o dos semanas, pero en algunos casos pueden desarrollarse complicaciones. La gripe puede revestir más gravedad en personas mayores, sobre todo a partir de los 65 años y en personas que padecen enfermedades crónicas. Las complicaciones de la gripe son predominantemente respiratorias: neumonías, bronquitis, sinusitis u otitis. Puede haber también deshidratación y empeoramiento de enfermedades crónicas preexistentes como diabetes, asma o problemas cardiacos. La gripe puede ocasionar reagudización de su patología en pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) o fibrosis quística y también provocar la exacerbación aguda de su enfermedad en asmáticos. Complicaciones neurológicas muy raras de la gripe incluyen el síndrome de Reye y el síndrome de Guillain-Barré”.
No. “La gripe está causada por un virus, así que los antibióticos no mejoran los síntomas ni aceleran la curación”, informa Sanidad. En lo que se refiere a la aspirina, alertan de la peligrosidad de dársela a niños o adolescentes ya que “podría provocar un síndrome raro pero grave que se denomina Síndrome de Reye”.
“Los fármacos antivirales si se dan en los primeros días tras el inicio de los síntomas pueden reducir la duración de la enfermedad”, pero “estos medicamentos deben ser recetados por un médico ya que pueden tener efectos adversos importantes”.
De los fármacos antigripales existentes, actualmente en España están autorizados y comercializados: amantadina, zanamivir y oseltamivir. Aunque algunos pueden ser utilizados también como prevención, Sanidad insiste en que “en ningún caso el uso de estos fármacos debe ser un sustituto de la vacunación”. “Estos medicamentos están indicados como prevención en algunas situaciones especiales como en sujetos de alto riesgo que no han podido ser vacunados o en los que no se produce una respuesta adecuada de anticuerpos tras la vacunación”, añaden, recordando que “la vacunación contra la gripe es el método más eficaz para prevenir la gripe”.
No. Los niños menores de seis meses no deben de ser vacunados. Tampoco las personas con alergia al huevo, con hipersensibilidad a las proteínas de huevo o que hayan tenido una reacción alérgica severa a una vacunación anterior con vacuna de la gripe o aquellos con enfermedades agudas con fiebre alta.
Sí. En este sentido, Sanidad explica “los anticuerpos producidos en respuesta a la vacunación antigripal van disminuyendo con el tiempo y pueden no ser suficientes para garantizar la adecuada protección al año siguiente de la vacunación. Además, el proceso evolutivo normal del virus de la gripe incluye una serie de variaciones antigénicas menores que suponen una diferencia en un pequeño número de aminoácidos en las proteínas hemaglutinina y neuraminidasa. La consecuencia de estas pequeñas variaciones es que la vacuna antigripal debe ser modificada anualmente adaptándola a las cepas que se estima circularán en cada temporada”.
No. “La mayoría de las vacunas frente a la gripe no pueden provocar la enfermedad porque están compuestas por virus muertos no contagiosos. Si una persona sufre en los días posteriores a la vacunación un cuadro de vías respiratorias altas no está relacionado con la administración de la vacuna antigripal”, explican.
El efecto secundario más frecuente tras la administración de la vacuna es escozor y/o dolor en el lugar de la inyección y dura menos de 48 horas.
No obstante, se pueden experimentar fiebre, malestar o dolores musculares, aunque esto es más frecuente en niños de menos de 12 años y vacunados por primera vez. De darse, estas reacciones se inician en las primeras 6-12 horas y suelen persistir 1-2 días.
Por último, advierten: “el riesgo de que la vacuna antigripal cause un daño grave es extremadamente pequeño, sin embargo, como con cualquier medicamento puede dar lugar a reacciones serias”.