Los tumores benignos no son algo que deba preocuparnos, pero eso no quiere decir que no haya que prestarles atención. Cuando aparecen en ciertos lugares del cuerpo, estos tumores no constituyen un peligro en sí mismos, pero sí pueden presionar un órgano y traernos problemas. Por eso es importante consultar a un dermatólogo en todo caso.
“Los tumores están formados por células extras. En general, las células crecen y se dividen en otras células cuando el cuerpo las necesita. Cuando las células envejecen, se mueren y otras células nuevas toman su lugar”, explica la web especializada ‘MedLinePlus’. “Algunas veces, este proceso no resulta como se espera: se forman células nuevas, aun cuando no son necesarias y las células viejas no mueren cuando deberían. Cuando estas células adicionales forman una masa, se les conoce como un tumor”, continúa.
Algunas personas deciden extirpar los tumores benignos cuando son antiestéticos, después de lo cual es muy raro que el tumor vuelva a crecer.
En caso de no recibir cirugía para retirarlo, no tiene por qué ser un peligro, y no suelen serlo. Eso sí, hay casos en los que se forma, por ejemplo, un lipoma (tipo de tumor benigno) demasiado cerca de articulaciones, nervios o vasos sanguíneos, con el riesgo de invadirlos. Otro caso más o menos frecuente es del mioma uterino, que tiende a aparecer en diferentes áreas del útero y puede causar mucho dolor, con que cuando son muy grandes suelen extirparse.
Casi en el 100% de los casos, cuando un tumor es benigno permanece benigno aunque no lo retiremos. Pero sí es verdad, según el portal ‘Mejor con Salud’, que en el 1% de los casos de osteocondroma (otro tipo de tumor benigno) se da una transformación maligna. El otro caso relativamente frecuente en que puede empeorar es el de los lunares. Por eso se insiste tanto en la protección solar: la piel tiene memoria y ‘acumula’ la radiación.