El hemagioma infantil (HI) conocido como uno de los tumores más habituales durante la etapa infantil se caracteriza por una inflamación de un tejido de color rojizo sobre la piel que posee un aspecto firme. La tipología de este cuerpo extraño depende fundamentalmente de la capa de la piel en la que se encuentre siendo: superficiales, profundos y mixtos. También pueden clasificarse en focales (redondeados), segmentarios (con bordes geográficos), indeterminados y multifocales (HI focales múltiples).
Luis Sancho Pérez, pediatra de Ruber Internacional ha señalado durante una entrevista para Infosalus que los hemangiomas infantiles surgen con más frecuencia en niñas, mientras que los congénitos que derivan del nacimiento no es tan significativo el género para que predominen.
En cuanto a las áreas en las que se suele localizar más el hemagioma, los expertos indican que suelen presentarse más en "cabeza y cuello (60%), tronco (25%) y extremidades (15%)", ha indicado el especialista Sancho Pérez. Del mismo modo ha indicado que esta afección suele aparecer entre la tercera y cuarta semana de vida, con un crecimiento rápido los primeros 3-4 meses de vida. Después se ralentiza el proceso hasta alcanzar su tamaño máximo a los 9-12 meses de vida (o incluso antes si son pequeños), con una involución espontánea posterior, ha detallado.
Por su parte, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha señalado que la aparición de este tipo de tumores surge a raíz de una "rápida proliferación celular a partir de las células endoteliales (aquellas que cubren el interior de los vasos sanguíneos). Muestran de manera característica una fase proliferativa inicial, seguida de una fase involutiva, en la que la proliferación endotelial disminuye, y aparece tejido fibroso separando los espacios vasculares", señala la AEP.
La formación de los hemangiomas infantiles suele originarse, según la AEP, como "una mácula rosada que aumenta progresivamente de tamaño, convirtiéndose en una pápula roja, cupuliforme, de superficie lisa o mamelonada. La localización más frecuente es la cabeza y el cuello, seguida por extremidades y tronco. Más raramente puede afectar superficies mucosas".
A su vez, Luis Sancho, ha indicado que la peligrosidad de esta patología infantil depende fundamentalmente del periodo en el que se encuentre su desarrollo evolutivo. De esta forma, el profesional diferencia tres tipos de niveles del hemagioma: bajo, medio y muy elevado.
El hemagioma de carácter bajo mide menos de 5 centímetros de diámetro y se observa generalmente en zonas como el tronco, brazos y piernas. Por su lado, el hemagioma medio ya implica un tratamiento más exhaustivo al presentarse como una ulceración o alteración funcional residuales. En este caso el tumor benigno se extiende más de 5 centímetros en tronco y extremidades, cuello, axilas, zona perineal, y área facial.
La última clasificación de los hemangiomas denominada 'muy elevada' es el que presenta mayor peligro y reúne características como posible asociación a alteraciones en otros órganos internos. Mide 5 centímetros en cara, lumbosacros y zona perineal.
En este contexto, el pediatra indica sobre su tratamiento que en los HI pequeños con escaso riesgo de complicaciones se debe evitar el tratamiento que puede dejar secuelas estéticas innecesarias, ya que muchos involucionan espontáneamente, limitándonos a vigilancia estrecha de su evolución, con control fotográfico y diálogo con los padres.
Sobre el origen de estos quistes infantiles, los especialistas no tienen claro "por qué aparecen" y lo achacan a causas "esporádicas", aunque se han descrito casos familiares con un patrón de herencia autosómica dominante, aclara el pediatra.
"Entre estas lesiones se encuentran la mancha salmón (típica en el entrecejo, párpados, nariz, labio superior y en la nuca) y el angioma plano (mancha en vino de oporto) frecuente en cabeza y cuello, pero que puede aparecer en cualquier localización", concluye el doctor Luis Sancho.
En ocasiones, una intervención permite que estas patologías aumenten la calidad de vida del paciente a través de la cirugía. Esta práctica permitió que una niña que poseía un hemangioma gigante necrosado y que le ocupaba media cara y parte de la cabeza pudiese evolucionar favorablemente.