Los tiempos cambian y aquella época en la que la norma era quedarte embarazada a los 20 años (o incluso antes) y dedicarte en exclusiva a cuidar de tu descendencia ha quedado muy atrás. Los datos del INE revelan que el 79,2% de las mujeres de entre 25 y 30 años no tienen hijos. ¿La razón? Que les resulta imposible conciliar la vida laboral y la maternidad, que aun no han conocido a la persona apropiada o simple y llanamente que no quieren niños en su vida.
Como acabamos de ver, vivimos en una etapa en la que la maternidad no es nuestra prioridad, pero eso implica poner medios anticonceptivos: el 29,6% de las mujeres utilizan preservativos, un 17,3% recurren a los fármacos hormonales y un 27,8% optan por técnicas de dudosa fiabilidad como la marcha atrás o el método del calendario, que consiste en evitar las relaciones sexuales durante los días fértiles.
Para Rebeca, de 29 años, un método anticonceptivo no es suficiente, por eso combina los preservativos y la píldora. Pero no lo hace para evitar una enfermedad de transmisión sexual, sino que su motivación es única y exclusivamente el pánico que le genera quedarse embarazada.
“Desde que perdí la virginidad he tenido mucho miedo a quedarme embarazada”, confiesa, “y no es que haya tenido ningún susto o mala experiencia en el sexo. Es algo inconsciente que me ha llegado a afectar muchísimo”. Desde revisar compulsivamente los preservativos en busca de algún pinchazo hasta practicar el celibato, Rebeca ha lidiado con su miedo al embarazo de múltiples formas. “Con 24 años lo dejé con mi ex, con el que llevaba 6 años, y la primera vez que me acosté con alguien estuve todo un mes fatal hasta que me bajó la regla. Esto me ha pasado más veces, pero es que aquella vez hasta tuve alopecia y eccemas del estrés. Y a más rayada, más me tardaba en bajar la regla. Al final decidí no acostarme con nadie y estuve así once meses”, recuerda.
“Ahora mismo me asusta tanto quedarme embarazada que el sexo me provoca ansiedad”, explica a Yasss. “Cuando estoy con un chico en vez de centrarme en disfrutar mi cabeza está pensando si el condón estará bien puesto o si se va a quedar dentro”, a lo que añade que en más de una ocasión ha tomado la píldora del día después pese a no haber estado expuesta a ningún riesgo e ignorando los fuertes efectos secundarios que provoca el consumo repetido de este fármaco. “No sé si me he gastado más en condones, en tests de embarazo o en psicólogos”, concluye.
La situación que ha descrito Rebeca tiene nombre, tocofobia, y es nada más y nada menos que el miedo desproporcionado a todo lo relativo con el embarazo. Desde sentir pánico a quedarte embarazada hasta querer tener un hijo y disfrutar de tu embarazo, pero paralizarte al pensar en el parto.
La tocofobia, pese a ser un tabú, es más común de lo que imaginamos. Afecta al 14% de las mujeres en todo el mundo y se estima que este porcentaje ha aumentado en los últimos años. Pero, ¿por qué surge este miedo?
En consecuencia, las personas que sufren tocofobia pueden experimentar:
La gran pregunta es qué puedes hacer si sufres tocofobia. Lo ideal es pedir ayuda profesional, sobre todo si su causa es alguna experiencia traumática. Lidiar con esa preocupación no sólo te ayudará a disfrutar del sexo de una forma libre, tranquila y placentera, sino que también mejorará tu calidad de vida.