El pasado 2020 supuso un vuelco a nuestras vidas a todos los niveles y, por supuesto, las consecuencias de la pandemia se dejaron y se siguen dejando notar en el sector médico. Muchas cosas han cambiado de forma precipitada y la parte positiva es que determinados procesos de mejora del mundo sanitario que se encontraban en marcha, pero a paso lento, se han visto acelerados por necesidad. Su implantación promete mejorar los servicios que recibirán los ciudadanos de forma permanente, ya que todos estos cambios vienen para quedarse. Uno de ellos es la telemedicina. ¿Qué es y cómo funciona la telemedicina? ¿Cómo puede ayudar a mejorar el servicio al paciente y la eficiencia de la sanidad en España?
La pandemia ha puesto a prueba a todos los sectores de nuestro entorno y, en especial, a nuestra sanidad, generando en ella una importante dosis de reinvención, necesaria para adaptarse a una situación inesperada. Por eso la sanidad será uno de los ámbitos que más se vean renovados a raíz de la situación vivida. Entre otras cosas, las videoconsultas se han convertido en una realidad mucho más implantada.
De ello habla la plataforma de especialistas en sanidad privada Top Doctors, desde la que señalan algunas tendencias que marcarán el futuro de la salud tras el coronavirus. Una de ellas es la telemedicina.
Se trata de un concepto comenzó a implantarse en España en 2018, pero de forma escasa y que permite mejorar la calidad de vida de los pacientes, evitando desplazamientos innecesarios. Además, también permite ahorrar tiempo y recursos. Así, esta tecnología permite "pasar consulta, mantener terapias, seguir rehabilitaciones y revisiones, realizar sesiones clínicas, reuniones médicas, intercambiar documentos y recetas electrónicas” sin abandonar el domicilio.
Además, la tecnología necesaria para implantar la telemedicina es muy accesible, lo que permite que la mayoría de pacientes puedan acogerse a ella sin invertir en nuevos aparatos. Se trata, sencillamente, de prestar servicios médicos a distancia, algo que puede realizarse a través de algo tan sencillo como un teléfono fijo o móvil, un smartphone, un ordenador o tableta…
A veces basta con tratar un asunto de salud por teléfono, otras puede ser necesario enviar fotos o realizar una videollamada… y, aunque seguirán existiendo consultas que deban llevarse a cabo in situ, lo cierto es que un gran volumen de ellas se pueden solventar sin la presencia física del paciente.
Una vez diagnosticado, basta con enviar una receta electrónica. Por ejemplo, durante la pandemia han sido habituales las terapias relacionadas con la salud mental a distancia, a través de videollamada.
A otro nivel más sofisticado, la telemedicina puede derivar en cirugías a distancia y en tiempo real, esta vez, haciendo uso de tecnología mucho más compleja. Ello permitiría, por ejemplo, que un profesional de determinada disciplina pueda operar a pacientes que se encuentren en otra ciudad o país sin que éstos tengan que desplazarse hasta el doctor o doctora, o viceversa.
Así, personas mayores y pacientes crónicos pueden beneficiarse especialmente de la telemedicina. Pero, más allá de ello, el uso de esta tendencia, que también se hace llamar ‘eSalud’, puede suponer un importante ahorro a todos los niveles: jornadas laborales más aprovechadas, menos gasto en transporte y, en definitiva, una mayor eficiencia que puede suponer un ahorro importante para el sistema sanitario, tanto en su vertiente pública como privada.