Es importante comer de todo: fruta, verdura, cereales, frutos secos, lácteos… Y cuanto más natural y menos sintético, mejor. Pero la manera de consumir y de conservar los alimentos es casi tan relevante como qué comemos, ya que hay una serie de sustancias que pueden resultar tóxicas y causarnos desde un picor molesto a una alteración gastrointestinal. No te alarmes: pueden evitarse.
“Podemos intoxicarnos con biotoxinas, glucósidos cianogénicos, solaninas, furocumarinas, micotoxinas…”, advierten desde la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero ¿en qué productos se encuentran estas sustancias?
“Durante las dos últimas décadas, ha aumentado la frecuencia, intensidad y distribución geográfica de las floraciones de algas perjudiciales, así como la de los compuestos tóxicos presentes en la cadena alimentaría marina”, dice un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Las biotoxinas marinas están directamente relacionadas con las algas, de hecho se conoce también como ‘toxinas de algas’. Los mariscos como los mejillones, las almejas, las vieiras y las ostras tienen más probabilidades de contener estas toxinas que el pescado. El mayor problema es que estas toxinas no alteran el aspecto del marisco que consumimos ni desaparecen con ningún tratamiento. Para evitarlas, lo único que podemos hacer es asegurarnos de que lo que compramos ha pasado un control.
Las toxinas de las algas pueden causar diarrea, vómitos, hormigueo, parálisis y otros efectos en humanos, otros mamíferos o peces, según la OMS.
Los glucósidos cianogénicos son sustancias químicas tóxicas producidas por las plantas que se encuentran en al menos 2.000 especies de plantas, según un informe de la OMS, de las cuales varias especies se utilizan como alimento en algunas áreas del mundo. Sin ir más lejos, las almendras contienen glucósidos cianogénicos. Aunque sería muy raro que te intoxicaras con una almendra.
En cambio hay un alimento que en España todavía no es tan popular del que suele alertarse en otras zonas del mundo: la yuca. Consumirla cruda puede provocarnos una intoxicación, ya que una enzima propia de la planta puede degradar estos glucósidos y producir acetona y cianuro. Estas sustancias, en nuestro cuerpo, pueden provocar desde mareos y dolor de cabeza hasta trastornos del sueño. Lo mejor es hervirla u hornearla.
La solanina es tóxica y tiene propiedades fungicidas y pesticidas, según un estudio publicado en ‘Science Direct’, y es una de las defensas naturales de la planta. Puede ocurrir naturalmente en cualquier parte de la planta, incluidas las hojas, frutos y tubérculos. Se recomienda especial cuidado al consumir patatas.
El envenenamiento se manifiesta principalmente por trastornos gastrointestinales y neurológicos: náuseas , diarrea, vómitos, pesadillas, dolor de cabeza y mareos.
Aunque es poco común el contagio por solanina al comer patata, solo hay una manera de garantizar que no seremos uno de los pocos casos: evitar las patatas verdes. O en su defecto, evitar la parte verde de las patatas. Además conviene almacenar las patatas en la oscuridad, recomienda la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios).
“Estas toxinas están presentes en muchas plantas como la chirivía (estrechamente relacionada con la zanahoria y el perejil), raíces de apio, plantas de cítricos (limón, lima, pomelo, bergamota) y algunas plantas medicinales”, según la OMS. Se liberan en respuesta al estrés de la planta.
Los síntomas para saber que puedes estar sufriendo una intoxicación suelen problemas gastrointestinales, generalmente en personas susceptibles. Pueden causar reacciones cutáneas graves bajo la luz solar.
Las micotoxinas son compuestos tóxicos naturales producidos por ciertos tipos de mohos. Los mohos que pueden producir micotoxinas crecen en numerosos alimentos como cereales, frutos secos, nueces y especias, así como manzanas y granos de café, informa la OMS.
Los efectos adversos para la salud de las micotoxinas varían desde intoxicaciones agudas hasta efectos a largo plazo como la inmunodeficiencia y el cáncer.
Es probablemente de las intoxicaciones más graves con una sustancia natural. Solo es posible prevenir la contaminación utilizando antifúngicos en la producción y almacenado y que las autoridades impidan el consumo si se superan los máximos tolerados, añade la OCU.
La mejor manera para evitar las intoxicaciones más frecuentes por sustancias tóxicas que los alimentos producen de manera natural, es desechar los que tienen magulladuras o daños, que están descoloridos, que no tengan buen olor o sepa rancio, o que presenten moho. Es decir, si un producto nos transmite desconfianza por su aspecto, olor o sabor, lo mejor es no consumirlo.