Susana Sevane es enfermera en el Hospital del Mar de Barcelona. Ella es uno de esos miles de profesionales que están cuidando de todos estos días. Una persona que pone rostro a un colectivo al que se aplaude todos los días y que se encuentra al límite físicamente y en lo psicológico.
Hace unos días, Susana saltó a los informativos en un vídeo en el que se la veía facilitando a José, un paciente, una videollamada con su familia. Tras cerca de un mes luchando contra el coronavirus, admite que "es muy duro" para los enfermeros y que los pacientes "son luchadores, nadie se quiere morir".
Como el resto del colectivo, denuncia la falta de material y "una carencia tremenda de mascarillas que son esenciales". En los hospitales continúan las quejas por unas herramientas que se les han prometido y que nunca llegan. Una protección que es necesaria para que ellos mismos no se contagien.
Un miedo que se traslada a casa. Susana y todo el colectivo temen llevar el virus a casa y extreman las medidas. Ella confiesa que va a evitar que "mi hija se contagie". Para ello, desinfecta "todo con lejía y me cambio nada más llegar". Todo con el objetivo de mantener a su pequeña a salvo.
Un amor por su hija que ahora mismo es su tabla de salvación en estos días duros. Confiesa que su hija "es el motor, hace que no pierda la cordura" y le empuja "a levantarse todas las mañanas". Día a día, con poco descanso y mucho temor. Así pasan esta crisis los sanitarios que agradecen cualquier muestra de apoyo que se les traslada.