La Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó el pasado 18 de marzo el que ya es el mayor ensayo clínico en la búsqueda de un tratamiento eficaz contra el coronavirus. "Elogiamos a los investigadores de todo el mundo que se han unido para evaluar de forma sistemática los tratamientos experimentales", anunció su presidente, Tedros Adhanom, añadiendo que "es posible que múltiples ensayos pequeños con diferentes metodologías no nos brinden la evidencia clara y sólida que necesitamos sobre qué tratamientos ayudan a salvar vidas".
El megaensayo, al que han llamado SOLIDARITY, probará cuatro de los tratamientos más prometedores e incluirá miles de pacientes de al menos diez países (entre ellos España), aunque se espera que muchos más se unan tras su inicio. Según declaraciones de la experta en vacunas de la OMS Ana María Henao Restrepo a la revista 'Science', ha sido organizado en un tiempo récord de apenas dos semanas desde que la idea empezó a tomar forma.
Los resultados se compararán con grupos de control que hayan recibido un tratamiento habitual, pero no será un diseño doble ciego, en el que tanto el paciente como el médico desconocen si se está administrando realmente el fármaco o un sucedáneo. Esto se considera una norma de oro de los ensayos clínicos porque limita el posible efecto placebo, pero según la OMS es necesario reducir cierto rigor científico en favor de la velocidad. Los cálculos más optimistas dicen que podrían tener los primeros resultados en apenas un mes.
Remdesivir. Este compuesto fue desarrollado por la farmacéutica Gilead Sciences para tratar el virus del Ébola, aunque no dio buenos resultados cuando se probó durante 2018 y 2019 en la República Democrática del Congo. Sin embargo, un año antes sí se había mostrado eficaz en el laboratorio contra los virus del SARS y el MERS, primos hermanos del nuevo coronavirus. El remdesivir es un inhibidor de la ARN polimerasa, la proteína que permite al virus replicarse y multiplicarse en nuestras células.
Aunque parece bastante seguro, es "caro e intravenoso", según explica a 'Science' Stanley Perlman, investigador de la Universidad de Iowa (EEUU). Es el único de los fármacos escogidos que no había sido aprobado aún para su uso.
Cloroquina e Hidroxicloroquina. Son dos de los fármacos más consultados y populares ahora mismo, en especial después de que Donald Trump hablara de ellos en rueda de prensa como un 'game changer'. Lo hizo a partir de un artículo científico absolutamente preliminar en el que combinaban en unos pocos pacientes hidroxicloroquina con el antibiótico azitromicina, administrado para prevenir sobreinfecciones bacterianas.
Ambos, la cloroquina y su derivado la hidroxicloroquina (aparentemente menos tóxico) son fármacos baratos que se han usado en el tratamiento contra la malaria y en algunos casos de artritis reumatoide. Hay esperanzas puestas en ellos, pero los datos son todavía muy escasos y ambiguos y no son fármacos inocuos.
Ritonavir/Lopinavir. Esta combinación de fármacos fue aprobada en el año 2000 para el tratamiento del VIH. Funcionan como inhibidores de la proteasa del virus, una proteína que este necesita para madurar y poder volver a infectar una vez que se ha replicado en nuestras células. Y parecen actuar también contra los coronavirus. Ha mostrado eficacia contra el MERS en monos titís y contra el SARS en humanos, aunque los resultados no llegaron a ser concluyentes.
Ritonavir/Lopinavir más interferón-beta. La eficacia de los fármacos puede depender del momento de la enfermedad en que se utilicen y también de las posibles combinaciones. Otro de los grupos de tratamiento del megaensayo consistirá en añadir interferón-beta al dúo ritonavir/lopinavir.
El interferón-beta es un inmunomodulador con cierta capacidad antiviral que también mostró eficacia contra el MERS en monos titís. Por su naturaleza, es necesario determinar el momento adecuado para su utilización. Como sucede con los corticoides, que reducen la inflamación, su uso puede ser positivo en ciertas fases de la enfermedad, pero perjudicial en otras.
El diseño y condiciones del estudio se han simplificado en lo posible para que los hospitales encuentren facilidades y el procedimiento se agilice. Eso puede implicar dificultades a la hora de interpretar la información, no solo por no ser doble ciego en su diseño, sino también porque la selección de pacientes pueda ser menos estructurada de lo habitual.
Paralelamente se ha iniciado también un gran ensayo a escala europea, llamado Discovery, capitaneado desde el INSERM francés. Incluirá 3.200 pacientes de siete países diferentes, entre ellos también España. Los tratamientos escogidos han sido esencialmente los mismos, con la excepción de que la cloroquina no se administra aislada sino junto con la combinación ritonavir/lopinavir.
Además, el diseño del megaensayo es dinámico y flexible. Se analizarán continuamente los resultados para decidir si un fármaco parece eficaz o puede descartarse, siendo en este caso sustituido por otro de la lista de candidatos en reserva.
Ninguno de ellos parece que será una bala mágica, un tratamiento de efectividad ideal. Sin embargo, cualquier resultado positivo sería bienvenido. Ya sea por reducir la mortalidad en los pacientes más graves, por acortar el tiempo de estancia hospitalaria, por proteger a los sanitarios o por dificultar las cadenas de contagio, ayudando a lo que ya se conoce como "aplanar la curva".