El papel de los niños durante la pandemia por coronavirus está siendo fundamental. Los pequeños, que han tenido que ver cómo el curso escolar termina de manera presencial, viven un confinamiento que nunca hubieran imaginado y, con el paso de los días, esta tarea se hace más 'ardua' para los padres y familias. Sanidad, ante la necesidad de previsión, analiza mediante un estudio la salida de los menores cuando llegue la fase de desescalada en España.
Se ha demostrado que los niños son 'superpropagadores' del virus, por lo que suponen un alto riesgo para los más vulnerables, como pueden ser las personas mayores. Los ancianos pueden estar más acostumbrados a estar en su hogar, debido a su edad, pero no hay que olvidar que este colectivo también necesita salir para 'socializar', ya que no están tan familiarizados con las redes sociales como otros grupos, o para mover el cuerpo, ya sea para hacer recados o dar un paseo -mover las piernas es fundamental, según los expertos-. Sin embargo, la previsión indica que los mayores podrían tener que estar confinados hasta finales de año.
"En el caso de los mayores, evitar la ansiedad es muy importante, ya que el aislamiento social en este colectivo tiene consecuencias devastadoras. Hay que intentar por todos los medios que el colectivo de gente mayor se sienta integrado, protegido y cuidado", señala el doctor Alfonso Amado, pediatra de Pontevedra. "No debería hablarse de “aislamiento social”, si no de “aislamiento físico”. Es decir, hay que intentar por todos los medios “socializar” durante este período, y en 2020 tenemos todos los elementos para poder hacerlo (redes sociales, videollamadas, sistemas de mensajería…)", explica el experto.
La fuerza de los niños durante esta pandemia, sorprende. "Existe un sentimiento unánime entre los pediatras en que los niños están llevando mucho mejor el aislamiento físico de lo que cabría pensar. Los pediatras vemos a la mayoría de las familias sorprendidas con la buena respuesta de sus hijos. El hecho de que estén pasando tiempo de calidad con sus familias creemos que influye en esto", añade Amado.
"Los niños no parece que tengan complicaciones serias en relación con el COVID-19, pero sí parece que lo transmiten. No suelen tener síntomas significativos y tienen un menor porcentaje de fiebre, tos o síntomas respiratorios, por lo que la infección puede pasar desapercibida, pero estar transmitiendo el SARS-Cov2", comenta.
"En relación con el COVID-19, el riesgo de sufrir complicaciones aumenta mucho con la edad, que es uno de los factores de riesgos más importantes. A más edad, mayor riesgo de complicaciones por la infección. Distintos estudios parecen apoyar que la enfermedad afecta poco a los niños, y que las complicaciones son muy escasas. Esta es la razón principal por la que las personas mayores no deben dejar el confinamiento bajo ningún concepto. El objetivo del confinamiento es evitar los contagios, especialmente en colectivos de riesgo, que son los que no deben salir. Muchos pediatras creemos que una de las claves de este nuevo patógeno es saber por qué los niños no desarrollan la enfermedad como los adultos y gente mayor", destaca el doctor. La salud pública y la supervivencia, prioridad.
¿La educación de los menores es un problema? "A los niños hay que hablarles de una manera franca y sincera, y siempre decirles la verdad. A partir de los 3-4 años pueden razonar y entender perfectamente el por qué de esta situación, si se le explica de una manera abierta y sin excesivos paternalismos. El problema es cuando queremos “hiperprotegerlos” y no les proporcionamos una explicación plausible de por qué estamos en este momento metidos en casa. En general, si se les explica adecuadamente, entienden el motivo y lo aceptan con naturalidad", asegura.
"No deberían darse “recomendaciones generales para toda España”, si no que habría que individualizar mucho según territorios. La situación en Madrid o en Cataluña nada tiene que ver con la de Galicia o Andalucía, por lo que las medidas de desescalada del confinamiento deberían tomarse de manera más dirigida en función de la situación en particular del territorio, y monitorizando estrechamente la posibilidad de “brotes”", concluye Amado.
"Debemos ser especialmente permisivos con los niños en esta situación, entender sus necesidades y no exigirles lo que nosotros como adultos no somos capaces de gestionar. Los niños se cansan de estar dentro de casa, se aburren, necesitan cubrir su necesidad de movimiento físico y necesitan el contacto con la naturaleza. Por esta razón se quejan , tienen rabietas, lloran, etc es la forma que tienen de manifestar su malestar. Los adultos también nos sentimos mal ante esta situación y lo manifestamos igual o de formas diferentes ( también lloramos, también nos enfadamos...)", señalan desde el Instituto de Psicología PSICODE a Informativos Telecinco.
Los niños muy pequeños aún no están biológicamente preparados a nivel madurativo para tener autocontrol o para manejar sus emociones. Si ya nos cuesta a los adultos sobrellevar esta situación, ¿cómo no les va a costar a los niños? No podemos exigirles a ellos lo que ni siquiera sabemos hacer nosotros como adultos. Quizás los niños lo manifiestan con el llanto, y nosotros como adultos lo manifestamos de otra forma, en función de las estrategias de afrontamiento que hemos adquirido a lo largo de nuestra vida. Esta situación de confinamiento es nueva para todos y a todos nos cuesta el proceso de adaptación. El autocontrol , la tolerancia a la frustración y la gestión emocional, a medida que vamos creciendo vamos aprendiendo", explican los psicólogos.
"La educación actual no propicia que los niños lleven bien el confinamiento por conoravirus. Tendríamos que cambiar nuestro estilo educativo enseñando a los niños a ser más autónomos y menos dependientes del adulto. Tendemos a sobreprotegerles en todas sus áreas ,obstaculizando su autonomía, incluso intervenimos en su manera de jugar", añaden.
"Actualmente los niños están habituados a tener sus 24 horas repletas de actividades dirigidas por un adulto (escolares, extraescolares, deportivas y lúdicas) o bien están entretenidos con TV o dispositivos electrónicos. El niño no tiene espacios para aburrirse. No se fomenta el juego libre y en consecuencia no desarrolla su creatividad e imaginación para entretenerse solo. Necesita estímulos de fuera continuamente para mantenerse entretenido. El niño no tolera la frustración del confinamiento porque no está habituado a aburrirse ni a hacer cosas por iniciativa propia. Siempre está guiado por el adulto, por un juego de ordenador, o una app de la tablet", destacan.
"También para los padres es agotador estar continuamente ejerciendo de “monitores de ludoteca” y de “profesores del cole” haciendo con ellos las tareas escolares que reciben online. Es contraproducente para los padres y para los niños. Si adoptamos un estilo educativo donde además de fomentar su autonomía (tanto en tareas escolares como en juegos) les exponemos a situaciones donde tienen que tolerar la frustración y donde tengan que ser creativos para entretenerse solos, será mucho más fácil que ellos toleren el aburrimiento, las horas por delante sin nada que hacer o el no poder salir de casa", aseguran desde PSICODE.
"Los adultos suelen manifestar los síntomas fisiológicos de la ansiedad ( taquicardias, tensión muscular, sensación de presión en el pecho y falta de aire, etc) o somatizar la ansiedad con otras dolencias como las cefaleas, migrañas tensionales, insomnio, etc. Otra forma de manifestar la ansiedad es convertirla en rumiaciones de preocupaciones, por miedos futuros", señalan los expertos.
"Sin embargo los niños reflejan la ansiedad con irritabilidad y rabietas. Liberan su tensión y sus preocupaciones con enfados. Sobre todo los más pequeños que aún no tienen el lenguaje muy desarrollado usan el llanto como medio de comunicación", añaden.
Para estos días de confinamiento, queremos darles a los niños un recurso psicológico para gestionar sus enfados: soplar una pluma.
Cuando el niño se enfade, ir a por su pluma y repetirse la frase “cuando tu calma se vaya, sopla la pluma con ganas” y realizar cinco respiraciones profundas. Con esta estrategia estamos trabajando que el niño se de cuente de su emoción. Que esté atento a cuando aparece el enfado para regularlo antes de desbordarse.
Muchos niños no se conocen y explotan con una rabia desmesurada. Si les enseñamos a identificar las primeras señales de molestia y desacuerdo, podremos cortar muchas rabietas explosivas. Tener la pluma cerca y saber que la pueden usar, les hará estar pendientes de cómo se van encontrando, y tomar nota antes de su estado emocional. Soplar la pluma suavemente activará el sistema parasimpático, y estarán mas serenos para comunicar su necesidad no cubierta.