En los tiempos de las apps de citas, el amor es mucho más complicado que el ‘me quiere, no me quiere’ de una margarita. El diccionario millennial del ligoteo incluye al menos una decena de formas distintas de desaparecer, como el ya clásico ghosting (que tu crush desaparezca de golpe), el benching (que te dejen en el banquillo, por si acaso, o el breadcrumbing (vivir de las migajas). Ese contexto, al que se suman las ideas del amor romántico y las experiencias personales de cada cual, es el caldo de cultivo perfecto para que aflore el TOC de amores, un trastorno relacional que condiciona la vida de las personas que lo sufren.
Todos tenemos pensamientos aleatorios, más o menos recurrentes, que nos asaltan en algunos momentos de nuestra vida. En el terreno del amor, por ejemplo, no resulta descabellado plantearse si se ama o no a la pareja en un momento concreto, si la otra persona es la adecuada o si la relación es lo suficientemente fuerte. Ahora, cuando esas ideas nos asaltan durante mucho tiempo, condicionando la vida de quien los tiene, es cuando podemos hablar de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) de amores; una patología no reconocida por los principales manuales que, sin embargo, se puede tratar en consulta. Eso sí, por contradictorio que pueda sonar, la mayoría de los expertos recomiendan huir de aquellos psicoterapeutas que diagnostiquen TOC de amores, ya que implicaría falta de rigor.
Todo el mundo puede dudar de su relación o de sus propios sentimientos, sin que eso signifique que está padeciendo ningún tipo de trastorno. Puede tener muchos motivos y razones, que conviene analizar y tratar de identificar calmadamente, con ayuda de amigos o un profesional de la salud mental. Ahora bien, “lo que caracteriza al TOC de amores es que los pensamientos son insensibles a la evidencia: quien los sufre lo hace sin darse cuenta de cuál es la realidad de la relación, de los aspectos positivos y negativos”, explican los especialistas del centro de psicología valenciano Alberto Soler. “Todo viene filtrado por esos pensamientos obsesivos e irracionales”, añaden.
Esos pensamientos intrusivos producen malestar y conductas repetitivas compulsivas, dirigidas a reducir la ansiedad o el estrés asociado a estas. Por eso, en el medio plazo, la consecuencia más habitual del TOC de amores es la ruptura de la pareja derivada por el malestar que produce mantenerse en esa relación. “La persona que lo sufre se ve incapaz de comprometerse, no por falta de interés, sino por el torrente de emociones y sensaciones negativas que aparecen con cada nueva relación de pareja”, apuntan desde el centro Alberto Soler.
El TOC de amores no es una patología en sí misma, si no una manifestación del trastorno obsesivo compulsivo; hay que tener en cuenta que una persona que padezca TOC no tiene por qué mantener un patrón estándar y rígido a lo largo de toda su vida. Dependiendo del momento por el que esté pasando, sus obsesiones pueden ser de tipos muy diferentes, y el amor, con su manía de desbordar todo y poner el mundo patas arriba, es un punto de inflexión para las personas que lo sufren. En ocasiones, los pensamientos intrusivos evaluadores llegan sin un detonante claro, y en otro aparecen con el contacto físico o las relaciones sexuales.
Por norma general, el TOC suele presentarse cuando se acerca la intimidad en la pareja. Pasadas las conversaciones iniciales sobre hermanos, estudios y experiencias sexuales anteriores, llegan los debates sobre el compromiso, los secretos y los planes a futuro: es ahí donde tienden a aparecer estas reacciones. Sin embargo, también pueden surgir más adelante, cuando el efecto de las hormonas se nos pasa y se empieza a construir una relación menos eufórica. Lo fundamental es entender que la inseguridad y el sufrimiento constantes respecto al otro pueden aparecer en cualquier momento.
Se habla de TOC cuando los pensamientos que juzgan y destruyen duramente las relaciones afectivas son recurrentes y producen malestar a quien acechan. La persona puede rumiar el mismo tema durante horas, o investigar su vida y obra en redes sociales, buscando indicios que confirmen que no es la persona adecuada. Es en ese momento cuando conviene pedir cita con un psicoterapeuta, formado en el tratamiento de TOC, para aprender a tener autocontrol y no sabotear tu propia vida, alimentando la seguridad en uno mismo.