Por más que la Real Academia Española (RAE) se empeñe, los sexólogos inciden en que los fetiches no son desviaciones sexuales, sino filiaciones sexuales con objetos o partes del cuerpo que a priori no son excitantes. Algunas de las más habituales son el calzado de tacón, la ropa interior usada o los pies, por ejemplo.
Esta última, conocida como podofilia, lleva a algunas personas a excitarse sexualmente al ver, tocar, acariciar, chupar, lamer, masajear, oler o besar los pies de otros. Por alusiones, suele estar muy relacionado con el fetiche del calzado. Uno de los personajes más famosos que reconoce sentir “fascinación” por esta parte del cuerpo es el director de cine Quentin Tarantino, que siempre da a los pies siempre un papel importante en sus películas. En la última, ‘Érase una vez en Hollywood’, destacan planos muy cerrados de las plantas de los pies, sobre todo de las chicas más jóvenes, pero ya ha hecho cosas parecidas en otras cintas. ‘Kill Bill’ o ‘Jackie Brown’ son tan solo algunos ejemplos.
Los sexólogos reconocen que la definición de la RAE está más cercana a la teoría de Freud que a la realidad, en la que, a grandes rasgos, todos somos más o menos fetichistas. Sin embargo, estas definiciones y mitos contribuyen a que para muchas personas los fetiches sean tabú, perdiendo así la oportunidad de disfrutar de una manera más íntima del sexo.
A la hora de hablar de sexo, se suelen establecer paralelismos con la dieta, y nosotras no queremos ser menos. Para hablar de los fetiches, pongamos que te flipa la comida picante. Eso no significa que vayas a meter tres guindillas a cada plato que te metas entre pecho y espalda, ¿verdad? Pues algo así pasa con los fetiches: pueden excitarte, pero eres capaz de alcanzar el mismo estado de deseo cuando no estás en contacto con ellos. Lo contrario (la imposibilidad de excitarte cuando no está el estímulo a mano) es una parafilia, y puede generar muchos dolores de cabeza y problemas de salud. La buena noticia es que, si afecta a tu día a día, pueden solucionarse con tratamiento.
Cuando se habla de fetiches, el de pies suele ser uno de los primeros que se nos viene a la mente. Algunos estudios apuntan a que se trata de uno bastante común, particularmente entre hombres. Según Diversual, 7 de cada diez personas son fetichistas de pies, lo que puede tener mucho que ver con las más de 7.000 terminaciones nerviosas que tiene cada uno. Este fetiche puede integrarse en la vida sexual de cualquiera, sin que tenga por qué resultar conflictivo.
Hay personas que se excitan solo al ver pies, ya sea parcial o totalmente. Otros necesitarán acercárselos a la boca, rozarlos, masajearlos, olerlos… o disfrutarán con una masturbación hecha con los pies, un footjob. Sin embargo, hay gente que disfruta siendo pisado o adorando los pies (a veces, estas prácticas están relacionadas con la sumisión y dominación), o incluso realizando cosquillas. Ya se sabe que, sobre gustos, no hay nada escrito.
En lo que respecta al origen del fetiche, el debate está servido. La teoría de Sigmund Fred a la que hace referencia la Real Academia apuntaba a que los fetiches estaban relacionados con experiencias vividas en la infancia. Otros neurólogos apuntan, en el caso de los pies, a que estos ocupan el área contigua al de los genitales en el cerebro, por lo que pueden existir enlaces entre los dos.
En cualquier caso, parece complicado acotar en una única causa los motivos por los que alguien desarrolla un fetiche de pies: pueden ser experiencias pasadas, neurológicas… lo más importante es que se trata de un gusto o afición, y no un problema que genera después remordimientos. Lo más importante es no juzgarse ni ser duro con uno mismo. Tener un fetiche no es nada vergonzoso, y puede resultar muy placentero si no genera daños físicos ni emocionales, ni a ti ni a tu pareja o terceras personas. En ese caso, o si te sientes mal después de practicarlo, los especialistas recomiendan buscar ayuda profesional.