Con la llegada del verano, son muchos los que aprovechan para descansar (o al menos intentarlo). El horario de oficina cambia en algunas empresas, disfrutando de más tiempo libre, y también es frecuente aprovechar las vacaciones para hacer alguna escapada.
El descanso muchas veces se ve interrumpido por el móvil, sobre todo en 2021. Durante un intenso año hemos vivido pegados a las pantallas para todo: socializar, estudiar, ver una clase, hacer la compra, entretenernos y trabajar. El coronavirus nos forzó a buscar formas alternativas de mantener nuestra rutina, y los smartphones se convirtieron en la herramienta perfecta.
Esto que a priori fue algo positivo, ahora tiene un efecto indeseado, y es que no sabemos o no podemos desconectar.
La polémica estaba servida en redes sociales cuando comenzó a popularizarse la palabra ‘trabacaciones’, que es, nada más y nada menos, que una forma de compatibilizar nuestro trabajo con tiempo libre. Obviamente, todos se echaron las manos a la cabeza criticando esta nueva expresión del capitalismo.
Llamémosle 'trabacaciones' o no saber desconectar, todos conocemos a alguien que en sus horas libres aprovecha para seguir trabajando. Pero, ¿qué hay de malo en esto?
Al igual que ‘trabacaciones’ o ‘coliving’ son términos que nos sacan de quicio, ‘detox digital’ si debería formar parte de nuestro vocabulario.
‘Detox digital’ significa nada más y nada menos que apagar el teléfono, marcar límites y desconectar durante nuestro tiempo libre, sobre todo cuando utilizamos el mismo móvil para el trabajo y para el ocio.
¿Y por qué es tan importante el detox digital?, te preguntarás. Pues porque unos 7,6 millones de españoles se consideran adictos a su teléfono, tal y como ha reflejado el Informe Mobile de 2020.
En otras palabras, lo primero y lo último que hacen es mirar el móvil, y pasar más de una hora sin desbloquearlo se convierte en tarea imposible, sobre todo en los jóvenes de 18 a 24 años.
“El 70% de este tiempo lo dedicamos a hablar con nuestros amigos o familia, bien a través de aplicaciones de mensajería instantánea o redes sociales”, señalaba el informe. Y aunque no hay nada de malo en mantener el contacto con quienes están lejos, hay situaciones en las que es importante priorizar la socialización cara a cara.
¿A quién no le ha pasado estar en una terraza con amigos y que de repente todos os pongáis a mirar el móvil? Incluso nuestros padres, que son los que más se quejaban de “estas maquinitas”, ahora son adictos a Facebook, Instagram y Twitter.
Hacer un detox digital no significa tirar en masa nuestros teléfonos al mar (que además son muy caros y no queremos contaminar los océanos). Consiste en implementar pequeños cambios en nuestro día a día para mejorar nuestra salud mental y disfrutar del descanso a todos los niveles: dormir mejor, cuidar de nuestras relaciones sociales, evitar la ansiedad derivada de las redes sociales, etc. Pero, ¿cómo lograr este objetivo?
Una cosa es fotografiar algún momento especial de nuestras vacaciones para tener un recuerdo, y otra pasarnos dos semanas subiendo stories de cada comida, cada chapuzón en el mar y cada excursión a la montaña.
En vez de preocuparte tanto por filtrar esos momentos para que encajen en tu feed de Instagram, intenta hacer menos fotos y videos, pero de momentos más importantes. Y por favor, nada de paralizar a tu grupo de amigos cuando están a punto de hincarle el diente a una comida riquísima sólo para posturear en redes sociales.
Una forma ideal de reducir el tiempo en pantalla es entrando en ajustes y silenciando las notificaciones de las aplicaciones que más tiempo te consumen, por ejemplo, WhatsApp, Instagram, Twitter, Facebook, TikTok…
Seguirás entrando, pero con menos frecuencia al eliminar esa tentación de “tengo una notificación, voy a ver de qué es y ya de paso me quedo media hora seguida deslizando el dedo por la pantalla”.
Soy la primera que necesita tener el móvil en el bolsillo a todo momento y si no cortocircuita, pero de vez en cuando viene bien olvidárnoslo en casa.
Algunos momentos ideales para implementar esta medida tan radical son cuando vamos a la playa (y así nos quitamos la preocupación de que nos lo roben) o si vas a hacer una ruta de senderismo (además es probable que la mitad del trayecto estés sin cobertura).
Lo ideal es utilizar un móvil viejo para asuntos laborales, pero si no puedes, te recomiendo cerrar la sesión del trabajo cuando estés de vacaciones. Y si te sabes la contraseña, cámbiala antes de irte y no la apuntes en tu móvil. A situaciones desesperadas, medidas drásticas.
Pero, ¿qué hago si mi jefe es un pesado que me habla por WhatsApp a todas horas en vacaciones? Mandarle a la mierda con educación no es una opción, pero puedes ocultar cualquier rastro de él. Ahora puedes archivar chats de WhatsApp, y se mantendrán en esa carpeta oculta incluso cuando te hablan gracias a la nueva actualización. Cuando vuelvas de vacaciones, ya entrarás en la carpeta de archivados y volverás a hacer caso al pesado de tu jefe con la conciencia tranquila.
Hay momentos del día en el que el móvil es muy útil. Por ejemplo, ponerte música en el gimnasio, un vídeo de YouTube mientras cocinas o viciarte viendo TikToks después de comer. Pero es importante crear ciertas rutinas sin pantallas.
La hora de dormir es sagrada, así que evita el móvil 30 minutos antes de irte a la cama para asegurarte un buen descanso. La luz de la pantalla (aunque tengas puesto el modo cálido) activa el núcleo supraquiasmático, un área del cerebro que se encarga de transformar cualquier señal lumínica en el mensaje de que “es de día y hay que estar alerta”. Por eso si usas el móvil en la cama te cuesta tanto conciliar el sueño.
Otra rutina sin móvil puede ser la hora de comer, sobre todo si lo haces acompañado. Cuando estamos más pendientes de las redes sociales que del plato que tenemos delante, tendemos a comer muy deprisa, lo que puede provocar digestiones más pesadas y dolor de estómago. Y si te da igual tu salud intestinal, piensa en la otra persona que tienes delante.