La palabra ‘adicto’ está rodeada de un halo de misticismo, estigma e incluso romantización. Por si fuera poco, consideramos las adicciones como algo ajeno a nosotros, lejano y desconocido, pero son muchas las personas que presentan un consumo peligroso de drogas legales, como el alcohol, el tabaco o ciertos fármacos, e ilegales, especialmente el cannabis y la cocaína.
Cuando hablamos de drogas tenemos una visión muy limitada; sólo lo ilegal es considerado peligroso. Sin embargo, todos hemos consumido sustancias con potencial adictivo. Desde la cerveza que entra tan bien en verano hasta los ansiolíticos que se recetan como si fuesen ibuprofenos. Pero ojo, esto no es una opinión subjetiva, son hechos. El 77,9% de los jóvenes de entre 14 y 18 años consume alcohol según el Informe de 2020 sobre alcohol, tabaco y drogas ilegales del Ministerio de Sanidad. Por otro lado, España encabeza el consumo de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes a nivel mundial según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes.
Vivimos en una sociedad que normaliza el consumo y que sólo considera problemática la adicción cuando conlleva problemas físicos o cuando ya ha destrozado nuestra salud mental y nuestras relaciones.
Javier Giner, director, guionista y autor del libro «Yo, adicto», es una de las figuras españolas que más concienciadas están sobre el peligro de las adicciones. En sus redes sociales ha visibilizado la epidemia que supone la drogadicción, lo difícil que es el camino hacia la recuperación o la precocidad del consumo, ya que cada vez hay personas más jóvenes que se inician en el camino de la dependencia a determinadas sustancias psicoactivas.
“El 2 de enero de 2009 yo ingreso en una clínica de desintoxicación porque sufro una enfermedad de adicción al alcohol y la cocaína”, explica Giner en una entrevista para Yasss. Su historia personal ha sido plasmada en un libro autobiográfico con un único objetivo: ayudar a otras personas que se encuentren en su situación. “Ni soy Gandhi ni soy un santo, y jamás me atrevería a decirle a la gente como tiene que vivir. El libro que yo escrito no es una guía para salir de la adicción. El testimonio lo pongo ahí para que la gente se sienta acompañada. Los libros no curan, ojalá lo hicieran. Lo que si tienen la capacidad es de convertirse en un refugio. A mí me ha pasado que leyendo un libro me reconozco en algo de lo que está diciendo el autor o la autora y me siento menos solo”, reflexiona.
Es por ello que el artista manda un mensaje de apoyo a quienes sufren una adicción: “No estás solo, esto que te está pasando nos ha pasado a muchas personas a lo largo del tiempo. Pide ayuda y no tengas vergüenza”.
Sin embargo, el camino de la adicción puede volverse muy solitario, sobre todo cuando las personas que te rodean no saben cómo lidiar con lo que te está sucediendo. Por una mezcla de desinformación, miedo y sobreprotección, a veces las ansias de ayudar juegan una mala pasada.
Lo primero que debes grabarte a fuego cuando quieres ayudar a un amigo con una adicción es en qué medida eres partícipe del problema. Si en vuestro grupo todos consumís, pero uno de vosotros se está pasando de la raya, la adicción la tenéis todos en mayor o menor medida. Por eso es fundamental hacer autocrítica y plantearte hasta qué punto tu amigo es una visión de lo que en un par de meses te puede pasar a ti.
El siguiente paso es aprender a detectar esas señales que indican que algo va mal: cada vez consume más y le sienta peor, cuando no tiene droga está nervioso, te miente, lo notas ido y cada vez más aislado y está especialmente irritable.
Sabemos que hay un problema de adicción, pero, ¿cómo hablar de esto con él?
Tras esa conversación que puede ser un poco incómoda, llega la etapa más dura: ayudarle a salir del pozo. Para lograrlo no puedes ponerte el traje de superhéroe y pretender ser su salvador. No eres el responsable de su curación, pero sí que puedes convertirte en un apoyo fundamental.