El acompañamiento es fundamental: ¿sabes cómo ayudar a tu amigo con depresión?
La depresión es una enfermedad muy común, la primera causa de discapacidad en el mundo, según la OMS. Pero no siempre es fácil enfrentarse a ella.
Si uno de tus amigos la está sufriendo, quizás no sepas cómo gestionarla. En Yasss te damos las claves para que puedas ayudarle.
Quizás hayamos usado tanto y tan frívolamente el concepto ‘depresión’, que ya no sabemos identificarla de verdad. Porque, aunque los confundamos con sinónimos, no es lo mismo estar triste que estar deprimido. La solución a una no pasa por el mismo sitio que la otra, y es por eso que pedirle a alguien que sonría solo puede ser útil (si es que en algún momento lo es) en el primer caso, pero nunca en el segundo.
No es fácil asumir la depresión cuando le toca a uno mismo, pero tampoco es sencillo gestionar la de un amigo cercano. Por norma general, tendemos a rechazar la tristeza en grupos, como si fuese una avispa que debemos espantar para que no pique a ninguno de nuestros seres queridos. Es un comportamiento habitual: en lugar de compartir y darle vueltas a la situación que nos hace entristecernos, negamos la mayor y empezamos a bromear al respecto, frivolizando sobre el tema en cuanto tenemos la oportunidad. Sin embargo, los psicólogos repiten que la tristeza es una emoción necesaria, tanto como la alegría, y que negarla hace que no pasemos por situaciones vitales fundamentales para el desarrollo personal.
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En ese contexto, es normal que no sepamos como reconocer o gestionar el proceso depresivo de otra persona. Para empezar, hay que aprender a detectar el problema, que pasa fácilmente inadvertido si no sabemos identificar las señales.
¿Cómo identificar la depresión?
Esta enfermedad, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) afecta a unos 400 millones de personas en el mundo, no siempre muestra sus síntomas al público. Por norma general, las señales van por dentro: irascibilidad, apatía, un pulso cardiaco acelerado… son signos de alarma para quien la padece, de los que la gente no se percata salvo que sepa dónde mirar.
Los síntomas de depresión incluyen:
- Estados de ánimo irritables o bajos.
- Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño.
- Cambio grande en el apetito.
- Cansancio y falta de energía.
- Sentimientos de inutilidad, culpa y odio a si mismo, así como de desesperanza o abandono.
- Aislamiento y pérdida de placer en actividades que suelen hacerlo feliz.
Una vez identificado el problema, podemos tratar de hablar con la persona. El fin es exponerle tu preocupación, pero hay que hacerlo con mucha delicadeza para que no se agobie: habla con tu amiga o amigo sobre los síntomas que has detectado e intenta que se abra contigo, respetando sus tiempos y mostrando la incondicionalidad de vuestra relación. Mantén una buena actitud, para que te vea como una persona que quiere ayudarla, y recuerda que la depresión le empujará a aislarse. Como amiga, tu meta será acompañarla en los procesos que pase.
Nunca la pongas en duda
Ni en su mano ni en la tuya está cambiar de golpe: la situación por la que está pasando no es responsabilidad suya, pero tampoco tuya. Evita meterle prisas, porque de esa forma tu amiga acumulará más culpa, y muéstrate como alguien seguro para ella. La idea es reformular todas vuestras conversaciones en positivo, agradeciéndole que deposite su confianza en ti y siendo un buen oyente.
Si tienes la oportunidad, coordínate con gente de confianza. No vas a poder levantar solo a tu amiga, y debes valorar vuestra red de apoyos en común para saber quién va a colaborar y quién va a resultar contraproducente para su recuperación. Es importante no solo para esa persona, sino también para ti: llevar todo el peso de una recuperación es algo imposible y muy frustrante. Si puedes, proponedle planes sanos, al sol (siempre ayuda a levantar el ánimo) y que le apetezcan, y animadle a buscar ayuda profesional, siempre asumiendo sus tiempos y sin agotarla. Hay gente más abierta a acudir al psicólogo y personas que aún cargan prejuicios, por lo que quizás debáis hacer ese doble esfuerzo y desmitificar las consultas psiquiátricas.
Es importante que todos asumáis que el proceso de tratamiento de una depresión es un proceso largo: necesitaréis paciencia y muchas ganas. Tener un compañero de viaje fuerte, que anime y ponga siempre la mirada sobre la solución (aunque haya recaídas parciales), ayuda muchísimo a la persona enferma. Hay que tener en cuenta que el esfuerzo es muy grande; es posible que al final necesites ir a terapia, pero recuerda que no pasa nada por pedir ayuda. Al final, la depresión es un enemigo común al que nos enfrentamos mejor en grupo.