El poder de las redes sociales es inabarcable, por mucho que les pese a los haters de Instagram. Con un simple hashtag puede surgir una revolución, con un vídeo en directo puedes llegar a millones de personas y con un simple like puedes alegrar el día a alguien. Pero citando al sabio tío de Spiderman: "un gran poder conlleva una gran responsabilidad".
Hemos convertido las redes sociales en el epicentro de nuestra vida. Lo que comemos, la película que estamos viendo, el planning de estudio, nuestras citas románticas… Todo está plasmado en el feed de Instagram y en las historias destacadas. Sin embargo, este álbum fotográfico de recuerdos no es el reflejo más fiel de la realidad. Se trata de un espejismo que enseña una versión mejorada de nuestro día. No subimos las discusiones de pareja ni tampoco los momentos de ansiedad máxima. Sólo compartimos lo bonito, lo bueno, lo que queremos enseñar.
Si de por sí es bastante tóxica la tendencia a idealizar nuestra vida a través de las redes sociales, hay un peldaño más arriba en esta escalera hacia la ansiedad: la obsesión por los likes.
Subes una foto. Pasa un minuto. Cero me gustas. Escribes a tu mejor amigo. “Oye, ¿te gusta la foto que he subido?”, le preguntas. “Sí, me flipa”, responde. “Porfi, dale like y comenta”, le pides. Y si por casualidad hay pocos corazones una hora después, acabas borrando la foto y la vuelves a compartir en otro momento del día con la certeza de que ahora no hay nadie mirando Instagram y que por eso tu publicación no ha tenido éxito.
¿Te suena esta situación de algo? Si la respuesta es sí, a lo mejor tu relación con Instagram no es la más sana del mundo, pero no pasa nada. A todos nos ha pasado y hay salida.
Sin ir más lejos, Ainhoa, una joven de 24 años, confiesa que se ha borrado Instagram hasta catorce veces porque la obsesión por los likes le afectaba muchísimo. “Sé que no es sano, pero si subo una foto y tiene pocos me gustas, ya me jode el día”, afirma.
En el caso de Gonzalo, de 26 años, su aliada es una aplicación que asegura aumentar el número de likes. “Predice la hora a la que más gente está en Instagram y me recomienda hashtags para tener más alcance. Así consigo más likes”, confiesa.
“Me enfado cuando mis amigas no me dan me gusta”, asegura Daniela, de 19 años. “No les cuesta nada, y es una forma de decir que les gusta lo que he subido, que salgo guapa o que es una foto bonita. No sé, yo lo hago por ellas”.
Para Ricardo, de 23 años, la actualización de Instagram que impedía ver el número de me gustas fue una salvación. “Antes comparaba mis likes con los de amigos, y era una mierda. Estaba súper obsesionado y cuando subía un selfie y un amigo también, pero él tenía más me gustas, me afectaba a la autoestima”, relata.
Para entender el poder de los likes debemos llamarles por su nombre: reforzadores secundarios. Pero, ¿qué es un reforzador? En pocas palabras, cualquier estímulo con la capacidad de aumentar la probabilidad de que hagamos algo. Por ejemplo, si te pintas los labios de rojo y todo el mundo te dice que te queda espectacular, probablemente vuelvas a hacerlo. Los piropos de tus amigos y conocidos habrán actuado como un reforzador.
Los reforzadores pueden ser de diferentes tipos:
Los likes de Instagram, como decíamos, son un tipo de reforzador secundario, más concretamente un reforzador social porque son otras personas quienes nos lo proporcionan, e indican que de alguna forma u otra gustamos a los demás.
Psicológicamente hablando, los reforzadores sociales son los más potentes para cambiar nuestra conducta. Tiene sentido, nos importa lo que los demás piensan y nos gusta agradar, así que si hacemos algo y nuestro entorno nos felicita por ello, seguiremos haciéndolo. Igualmente, si nos castigan por nuestra conducta, dejaremos de actuar así.
Además, los reforzadores sociales provocan conductas muy resistentes. Para entenderlo mejor, retomemos el ejemplo del pintalabios. Como te han dicho que te queda bien ese color, te lo pondrás a diario. Y si llega un día en el que dejan de piropearte, seguirás poniéndote ese labial.
Volviendo a los likes de Instagram, hemos aprendido a asociarlos con múltiples aspectos: validación social, un reflejo de nuestro atractivo, una demostración de amistad, un reconocimiento a nuestras dotes fotográficas y una forma de flirteo. Esto no ha sucedido de la noche a la mañana. Ha hecho falta un proceso de años en el que poco a poco las redes sociales se han colado en nuestra vida, y para eliminar esta obsesión también es necesario tiempo.
Si los likes de Instagram tienen la capacidad de alegrarte o arruinarte el día, coge papel y lápiz y apunta: