¿Sueles pelarte después de tomar el sol? Es bastante habitual que esto pase cuando nos exponemos demasiado tiempo en la playa o la piscina, especialmente si nos quemamos, pero hay maneras de evitarlo para que no parezca que estás mudando la piel a la vuelta de las vacaciones. Te contamos por qué pasa y qué hacer.
A todos nos gusta vernos bronceados cuando llega el verano, pero la sobreexposición al sol puede ser peligrosa si nos pasamos de la raya… Sobre todo si no usamos fotoprotector solar. La melatonina es la encargada de oscurecer y proteger la piel cuando esta recibe los rayos, pero la piel tiene una capacidad limitada para producir esta hormona.
Si nos excedemos en el tiempo de exposición al sol –y si encima no nos protegido debidamente–, pueden aparecer quemaduras en la piel de primer y segundo grado. Cuando esto pasa, la piel enrojece, duele, pica y se inflama. Y al pasar unos días, se desprende para ser sustituida por una epidermis nueva.
Generalmente, las quemaduras por el sol suelen ser de primer grado y desaparecen por sí solas. No obstante, si el dolor es muy agudo, o si nos da fiebre, náuseas, escalofríos, o si nos salen ampollas, entonces es importante acudir al médico.
Si tienes la suerte de que tus quemaduras no lleguen a ese punto, es muy probable que simplemente luzcas piel ‘cangrejo’ unos días y después te peles. En ese caso, lo que recomiendan desde la Academia Española de Dermatología y Venereología es lo siguiente:
La única manera para evitar quemarte la piel es evitar exponerte demasiado tiempo al sol, sobre todo en las horas de mayor incidencia de la radiación ultravioleta, aproximadamente entre las 10 y las 15 horas, aunque siempre dependerá de dónde te encuentres. Usa un factor de protección acorde a tu fototipo (nunca inferior a 30). Hazlo aunque ya estés moreno.
Además, recuerda echarte crema cada dos horas como mucho, y después de bañarte, e hidrátate de manera constante. Comer proteínas y ciertas vitaminas clave también es recomendable, como las vitaminas K, C, A y la B, presentes en multitud de verduras, frutas, cereales o lácteos, entre otros. Ayudan a regenerar la piel y a protegerte contra infecciones.