Estos días en que el sol aprieta y la radiación está a niveles extremos en España, es especialmente importante proteger la piel, el órgano más expuesto y más vulnerable a los rayos solares de todo el cuerpo. Para ello, es fundamental adquirir una rutina de cuidados internos y externos, desde usar crema hasta vigilar lo que comemos.
Se dice que “la piel tiene memoria” porque los efectos de la radiación ultravioleta pueden causarnos desde quemaduras molestas o una dermatitis hasta enfermedades como el cáncer cutáneo cuando no se protege durante mucho tiempo.
Según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), solo el 18 % de los españoles se protege como es debido en verano. Esto, además de los problemas mencionados, puede provocar sequedad y picor en la piel a corto plazo, lo que hace perder elasticidad y favorece la aparición de arrugas.
“Como norma básica, no se debe tomar el sol en los tramos horarios de mayor incidencia (de 12 a 17 horas), así como utilizar siempre un factor de protección solar mínimo del 30”, recomiendan desde la AEDV. En zonas delicadas como la cara y las cicatrices debe aplicarse un factor de protección mayor.
Además es aconsejable utilizar gafas de sol, sombrero y no está de más llevar sombrilla a la playa si vamos a exponernos en las horas de más sol mencionadas.
En verano es más importante que nunca hidratarse debidamente, no solo en la playa y la piscina, también en la montaña. Para ello es recomendable beber al menos 1,5 litros de agua al día, pero además hay alimentos que ayudan a hidratarnos y son ricos en vitaminas.
También tienen este efecto en nuestro cuerpo el tomate o los frutos rojos. Los cítricos, además de hidratantes, actúan como un tóxico para las células cancerígenas. Y un efecto parecido al de la zanahoria lo ejercen los melocotones y albaricoques, muy consumidos durante el verano porque están fresquitos y aportan azúcar al cuerpo.