Los test de ADN son cada vez más populares a raíz de la aparición de empresas dedicadas al estudio de nuestro pasado genético: basta una pequeña muestra extraída con un bastoncillo (al menos en teoría) para conocer de dónde proceden nuestros descendientes y en qué porcentaje somos realmente de donde creemos que somos. Más allá de este uso popular, este tipo de pruebas vienen utilizándose desde hace años para, entre otras cosas, probar la culpabilidad de quienes estén bajo sospecha de haber cometido un delito, o demostrar la paternidad de una persona de forma inequívoca. ¿Cómo funcionan las pruebas genéticas? ¿Son fiables los test para conocer a tus antepasados?
Una prueba genealógica de ADN consiste en examinar el genoma de una persona a través de una muestra de ácido nucleico tomada de su cuerpo. Normalmente se utilizan células de la mejilla, que se extraen usando un bastoncillo o pequeña esponja y realizando un pequeño raspado indoloro en el interior de la boca. Otros métodos incluyen análisis de saliva, enjuague bucal o uso de goma de mascar. Después de tomar la muestra, ésta se envía a un laboratorio.
Gracias al resultado es posible obtener información acerca de la historia familiar de esa persona o su linaje personal, entre otras cosas. Normalmente estas pruebas permiten comparar los datos obtenidos de un individuo con otros del mismo linaje o grupos étnicos actuales e históricos. Si la meta fuera determinar enfermedades o trastornos genéricos específicos, sería necesario acudir a otro tipo de prueba.
La prueba del ADN o análisis de ADN, ya sea por paternidad o para determinar la existencia de relaciones entre las personas, es muy precisa y fiable. Sin embargo, la prueba del ADN se vuelve menos precisa cuando la relación entre las personas se vuelve más lejana (primos segundos y terceros, por ejemplo), tal y como explican desde EasyADN.
Teniendo en cuenta que las pruebas de ADN se vuelven menos certeras a medida que el parentesco se aleja, son muchas las voces que ponen en duda la veracidad y utilidad de los test para conocer antepasados que tan de moda se han puesto últimamente. El procedimiento es sencillo: el usuario se hace con un kit de extracción de material y lo envía al laboratorio, que procederá a su análisis y enviará un informe completo con datos acerca de su descendencia más remota. El precio de estos procesos es cada vez más asequible (puede rondar los 50 euros).
Sin embargo, los científicos advierten que, en realidad, los perfiles genéticos obtenidos a través de estos tests no pueden proporcionar una información muy precisa sobre la ascendencia de quien se somete a ellos. En un reportaje para la BBC, el genista Mark Thomas aseguró que lo que muchas de estas empresas ofrecen es un informe de etnicidad, de forma que realmente no extraen información sobre quiénes son los ancestros de esa persona.
Además, este tipo de tests no suelen comparar un ADN con el de personas que vivieron en el pasado, sino con sus contemporáneos. A ello se suma que el cotejo se limita a las personas que ya están en la base de datos de la empresa, por lo que los resultados pueden variar en función de la empresa a la que se envíen.