La visita de la ministra de Exteriores, González Laya, a Estonia ha dejado una imagen curiosa. En una fotografía que se sacó junto a dos trabajadoras de un centro tecnológico se puede ver a la ministra con su mascarilla. En cambio, las otras dos mujeres no llevan ningún tipo de mascarilla aunque sí van equipadas con protección. Las dos investigadoras llevan en sus cuellos un aparato que, según ese centro, purifica el aire alrededor de sus cabezas.
Gracias a este nuevo invento, trabajar en la oficina acercándose a los compañeros, dar clase mostrando la boca a los alumnos o charlar con un familiar o un amigo contemplando su rostro al completo podrá llevarse a cabo. Todo volvería a poder hacerse sin mascarilla, gracias a esta especie de collarín portátil que, según sus creadores, permite al usuario respirar, sonreír y hablar libremente sin miedo al covid
Aseguran que su módulo de rayos ultravioleta elimina el 99% de los virus. "No es un dispositivo médico para hospitales", reconocen. Pero en otros entornos, como una tienda, afirman que puede sustituir a las mascarillas.
Sin embargo, expertos españoles en purificación de aire no lo consideran seguro. "Ese equipo portátil, desde mi punto de vista, es más espectacular que otra cosa. Porque la eficacia yo no la veo clara al ser un equipo tan pequeñito y que lo vas moviendo de un sitio a otro cuando el aire genera turbulencias que te pueden poner en riesgo", comenta Pelayo Fernández, gerente de ActivePure España.
Lo que sí existen son otros sistemas que son utilizados en las misiones espaciales para eliminar los virus en estancias completas.
Otro invento que se ha llevado a raíz de la pandemia es el DuctFIT. Sus creadores han sido dos españoles que han creado DuctFIT, una tecnología de purificación de aire que elimina el 99,99 por ciento de los virus en lugares cerrados como empresas, hoteles y hospitales de todo el mundo, según ha certificado un estudio realizado por el laboratorio seguridad P3 de referencia de Microbiología del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada.
Miguel Angel Garat y Pablo Fernandez, dos emprendedores españoles afincados en Shanghai, crearon la empresa CleanAir, para aprovechar la gran demanda de este tipo de productos que existe en China ante la alta concentración de polución y agentes contaminantes en el país.