Hacernos mayores supone toda una serie de procesos que modifican poco a poco nuestro cuerpo: aparecen las arrugas, perdemos tono muscular, la grasa se acumula con mayor facilidad... y también es frecuente que nuestra estatura disminuya. Con todo, mantenernos en buena forma, cuidar nuestra alimentación y hacer ejercicio regularmente son costumbres que pueden ayudar a retrasar este proceso. Pero, ¿a qué se debe este cambio que inevitablemente experimentan las personas mayores? ¿Por qué perdemos estatura con la edad y qué podemos hacer para evitarlo o reducir el impacto de esta tendencia?
Tal y como explica MedicinePlus, nuestro cuerpo está compuesto por grasa, tejido magro (es decir, músculos y óranos), huesos y agua. A medida que nos hacemos mayores tendemos a perder tejido magro, y no solo en cuanto a nuestra musculatura: incluso nuestros órganos pueden perder volumen, incluyendo nuestro hígado o nuestros riñones. Así, el tejido magro tiende a perder parte de sus células poco a poco. La pérdida muscular es, por tanto, un proceso natural, y se denomina atrofia, aunque podemos poner de nuestra parte para retrasar su aparición.
En cuanto a los huesos, con el tiempo se vuelven también menos densos (de ahí que las caídas y los golpes sean tan peligrosos para las personas de mayor edad), al perder algunos de sus minerales. En algunos casos se produce osteoporosis, muy asociada a la menopausia, pero también al simple envejecimiento. La alimentación (en especial, el consumo de calcio y de vitamina D) tiene mucho que ver con la calidad de nuestros huesos.
En este sentido, es determinante que el aporte nutricional en nuestra infancia y adolescencia fuera suficiente para fortalecer nuestros huesos: la alimentación puede ayudarnos a evitar muchos problemas con la edad, por lo que es importante tenerlo en cuenta de cara a la alimentación de los más pequeños. También existe un importante factor genético en lo que a la calidad de nuestros huesos se refiere, y es importante tenerlo en cuenta.
Además, la pérdida de tejido reduce la cantidad de agua en el cuerpo. A ello se suma la degeneración y deshidratación de los discos intervertebrales: hay que tener en cuenta que contamos con 23 discos en la columna vertebral y que una diminuta disminución en cada uno de ellos puede desembocar, con el tiempo, en una pérdida de altura importante.
Por otro lado, la cantidad de grasa corporal suele aumentar a partir de los 30 años, acumulándose principalmente en el centro del cuerpo.
En este contexto es natural que se produzca una pérdida de estatura, acorde a la pérdida de densidad del resto de elementos de nuestro organismo. Con todo, esta reducción de volumen no es igual en todas las razas, ni tampoco en ambos sexos, ni en toda las personas. De media, perdemos alrededor de un centímetro de altura cada 10 años después de los 40 años, y este proceso se acelera a partir de los 70 años, pudiendo acumularse más de 7 centímetros.
Una dieta saludable, ejercicio físico... son la mejor receta para minimizar el impacto de esta tendencia natural, especialmente si nos centramos en proteger nuestras piernas y nuestras articulaciones, fortaleciendo la musculatura que sujeta nuestro esqueleto. Reducir el consumo de alcohol y evitar el tabaco también te ayudará a evitar esta pérdida de altura paulatina.