Las alteraciones del gusto y el olfato son síntomas comunes a la Covid-19 que afectan más a jóvenes no hospitalizados. Paradójicamente, se recuperan más tarde de ello que los pacientes ingresados, según los resultados de un estudio multicéntrico realizado en 15 hospitales españoles con 989 pacientes. Sí, los síntomas que al principio se consideraron los más extraños hoy ya se sabe que se relacionan con los afectados de forma leve por el coronavirus que menos ingresos necesitan. A más pérdida, menos peligro. Los pacientes que precisan ser hospitalizados presentan síntomas de tos, fiebre y disnea.
Los datos, publicados en ‘Journal Investigation Allergology and Clinical Immunology’, han mostrado una prevalencia de alteración del olfato del 53 por ciento y de un 52 por ciento en alteración del gusto. Además, uno de cada cinco pacientes presenta estas alteraciones como primer síntoma de la enfermedad.
En la investigación han participado varios otorrinolaringólogos, miembros de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), mediante una encuesta elaborada por su Comisión de Rinología, Alergia y Base craneal anterior. Asimismo, ha sido liderado por la doctora Adriana Izquierdo-Domínguez, del Hospital Consorci Sanitari de Terrassa y de la Unidad de AlergoRino del Centro Medico Teknon, miembro también de la SEORL-CCC.
Un consorcio de científicos de 43 países, entre ellos España, realizó el pasado mes de junio un macroestudio para saber en qué medida el coronavirus afectaba al gusto y al olfato. Las conclusiones fueron que la pérdida de percepción olfativa llegaba al 79.7% y la pérdida del gusto en torno al 69% tras realizar 4.039 encuestas.
Los investigadores han podido distinguir en este último estudio que la infección causada por el virus SARS-CoV-2 es distinta a la de otras infecciones virales como el rinovirus, la influenza, el virus Ebstein-Barr y otros coronavirus. El virus se sitúa en este caso en el epitelio respiratorio, por lo que puede afectar al neuroepitelio olfatorio. Por lo tanto, una disfunción en este sentido o en el del gusto, debe alertar en la situación actual de pandemia sobre una posible infección por SARS-CoV-2.
Danielle Reed, directora adjunta del Centro de Sentidos Químicos Monell en Filadelfia, Pensilvania, ya explicó este fenómeno de la pérdida de la capacidad de percibir olores y sabores señalando que se debía a una reacción protectora del cuerpo. La especialista sugiere que los receptores olfativos conectados al cerebro "se suicidan" para detener la propagación del virus.
Pamela Dalton, científica quimiosensorial y miembro del Centro de Sentidos Químicos Monell, destacaba también los efectos negativos secundarios de sufrir estos síntomas como perder la capacidad de saborear u oler puede desencadenar emociones negativas, ya que provoca que fluya menos serotonina al cerebro. Y los que lo han padecido lo saben.
Lo normal es que en el 90% de los casos con pérdida de olfato y gusto por COVID-19 se recupera en menos de un mes, la mayoría de ellos entre la primera y la tercera semana, de hecho casi el 50 por ciento de los pacientes con Covid-19 mejoraron a las 2 semanas del diagnóstico, según este estudio. Pero no siempre es así. "En un porcentaje de pacientes esa alteración persiste en el tiempo, afectando el sabor, la calidad de vida y la seguridad, ya que mediante el olfato se evitan riesgos de inhalación de agentes tóxicos o consumo de alimentos en mal estado”, advierte el presidente de la Comisión de Rinología, Alergia y Base de Cráneo Anterior de la SEORL-CCC y uno de los autores del estudio, Isam Alobid. De hecho, un 10% puede tardar meses, pero eso sería consecuencia de una afectación en las áreas nerviosas.
Las estrategias ante las alteraciones del olfato dependen de la pérdida total (anosmia) o parcial (hiposmia) del sentido. “El entrenamiento olfatorio está indicado cuando la pérdida es permanente, después de un mes de alteración del olfato. Al ser un sentido al que no le damos mucha importancia, su estudio específico solo se realiza en pocos centros de España y hay pocas unidades de recuperación del olfato en nuestro país que se dediquen a entrenar a los pacientes en mejorarlo”, señala el doctor Alobid.
Al igual que sucede con un entrenamiento físico, esta técnica consiste en exponer a los pacientes a diferentes olores concentrados en recipientes individuales a diario y durante el tiempo indicado por el especialista. “Existe clara evidencia científica de que esta terapia mejora el olfato en patologías neurodegenerativas o traumatismos craneales”, ha zanjado.
Desde la SEORL-CCC se aconseja a aquellos pacientes con pérdida repentina y grave , aislamiento domiciliario preventivo y realizar pruebas de diagnóstico para el SARS-CoV-2 cuando sea posible.