Los menores no deberían volver al colegio hasta que no se consiga una “inmunidad de grupo”, con más del 60 % de la población inmune a la COVID-19, según advierte el pediatra valenciano Fernando García-Sala. Al doctor le da "pánico" que la gente se relaje y aconseja prolongar un confinamiento que ve "efectivo". Según el plan de desescalada presentado ayer por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, los centros educativos abrirán en septiembre. A excepción de los alumnos que terminan ciclo y los menores de seis años, cuyos padres tengan problemas para conciliar, que podrán volver al aula a finales de mayo, en la fase II.
El doctor Fernando García-Sala, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), considera que en función del tiempo que dure esta pandemia y de la gente que haya sido contagiada por el coronavirus “habrá un antes y un después” en la forma de actuar o relacionarnos, hay que “reinventar otro modelo de vida”.
Considera que en los colegios, a los que ve “muy complicado” que los menores puedan regresar “por lo menos hasta septiembre u octubre, cuando haya una inmunidad de grupo”, las actividades esenciales disminuirán e igual deben hacerse dos grupos en cada aula y que la mitad acuda a clase por la mañana y la otra, por la tarde.
“Es muy difícil que los niños fuera del entorno de los padres cumplan una serie de medidas” de protección, indica para destacar que en menores con COVID-19, la sintomatología “es muy banal”, pasa “muy desapercibida” y ha habido “pocos casos y ninguna muerte en menores de 12 años", lo que a los pediatras da "mucha tranquilidad”.
No obstante, en una entrevista con Efe advierte de que si los niños tienen COVID-19 son “grandes contagiadores. Dan muchos besos, se abrazan y cuando hablan sueltan muchas gotitas de la boca, y será complicado poder controlarlo”. Por eso, agrega, es importante tener una “inmunidad de grupo, de rebaño, que proteja a los demás, o que ya se pueda administrar una vacuna, que es lo que lo solucionará todo”.
Aunque cree que seis semanas no es un “tiempo excesivo” de confinamiento en los niños, que “afortunadamente se adaptan bastante bien a las circunstancias”, precisa que esa adaptación está en función de la edad y del lugar donde están viviendo. "No es lo mismo hacerlo en un piso grande, con terraza o jardín, que en una planta baja, de 60 metros cuadros y con poca iluminación y mucha gente en la casa", admite.
También puede producirse en algunos menores una obsesión por la limpieza o cuadros hipocondríacos por el miedo a contagiar o contagiarse al salir a la calle, y el confinamiento puede llevar en algunos casos a generar una angustia o miedo y que vuelvan a orinarse en la cama, les salgan erupciones en la piel o coman mucho o, por el contrario, nada.
A su juicio era necesario que los niños salieran a la calle tras seis semanas de confinamiento en los que se ha conseguido bajar bastante los contagios, pero critica que el pasado domingo, primer día en el que pudieron hacerlo, el antiguo cauce del río Turia en Valencia “parecía un día de Reyes, en el que la gente saca todos los juguetes, o de Pascua, donde van a volar el cachirulo”.
“Fue un espectáculo verdaderamente bochornoso, era impresionante”, afirma el pediatra, que considera que es “un problema de falta de madurez de los padres” aunque reconoce que desde que empezó el estado de alarma “la población está llevando el confinamiento con una entereza que, afortunadamente, ha sido la causa de que las cosas empiecen a funcionar".
Ve “fundamental” apelar al “sentido común” de los padres y aconseja medidas de protección como mantener una distancia entre personas que no sea de menos de dos metros y que tanto adultos como niños lleven mascarillas, los segundos adaptadas a su tamaño y customizadas con dibujos divertidos.
“Los niños deben ver a los padres llevar la mascarilla, igual que deben verlos lavándose continuamente las manos, porque eso genera una imitación”, afirma el pediatra.
Según explica, cuando menos del 10 % de la población ha sido contagiada “hay que tener mucho cuidado”; en un segundo escenario, con entre el 10 y el 60 % de las personas infectadas, se puede “empezar a tomar medidas laxas”, y cuando más del 60 % de la población haya pasado la infección “pasaremos a un estado prácticamente de normalidad”.
Tras la pandemia también cambiará la forma de hacer reuniones y congresos, señala el pediatra, que se pregunta cuándo se volverán a producir grandes concentraciones. “Veremos si se producen. En Valencia aún se mantienen las Fallas para mediados de julio y yo creo que no podrá ser, los partidos de fútbol con gente no sé cuándo se podrán producir, y si los restaurantes no pueden cubrir el aforo no le saldrán las cuentas a sus propietarios”.
El presidente de la SEAPAP, que forma parte de la Asociación Española de Pediatría (AEP) -a la que el Gobierno pidió recomendaciones para la desescalada de los menores-, considera que si en España entramos en un escenario 2, con un 30 % de la población inmune, debería ampliarse la distancia desde el domicilio a la que poder salir a pasear, caminar o correr.
La decisión del Gobierno ha sido que los menores no vuelvan a clase hasta el curso que viene. Salvo los menores de seis años cuyos padres demuestren que no pueden teletrabajar, que podrán ir al colegio a partir del 25 de mayo cuando empiza la fase II.
Igualmente, los estudiantes que acaban ciclo, por ejemplo, secundaria y bachillerato, podrán ir a clases voluntarias a partir de esa fecha.