La manera y las condiciones de llevar a cabo las reanimaciones cardiopulmonares o RCP en caso de parada cardíaca cambian cuando se trata de pacientes con coronavirus, y es que hacerlo de la forma habitual puede conllevar el contagio por parte de los facultativos que están socorriendo al paciente.
"En una RCP tenemos que restablecer la respiración y el ritmo cardiaco del paciente. En esa primera etapa se pueden generar aerosoles, es decir, se pueden eliminar desde el pulmón y hacia fuera partículas pequeñas con virus y esto condiciona que, para la seguridad de todos los que participan en la maniobra, se haya cambiado la forma de realizarla", subraya en una entrevista con Infosalus la doctora María Ángeles Ballesteros.
Según un documento publicado por la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), con pautas sobre cómo actuar durante esta situación de pandemia en las unidades de cuidados intensivos (UCI) de los hospitales, la reanimación cardiopulmonar en casos de COVID-19 se debe iniciar sólo con compresiones y para su realización es imprescindible mantener en todo momento el equipo de protección individual (EPI).
Según advierte, durante la RCP siempre existe la posibilidad de que los reanimadores se expongan a fluidos corporales y que los procedimientos (por ejemplo, la intubación traqueal, la ventilación o las propias compresiones torácicas) puedan generar un aerosol infeccioso que pueda favorecer la transmisión entre los implicados en la misma.
Por eso, defiende que en estas condiciones se considera imprescindible el extremar la protección con los EPI recomendados, y disponer de un personal sanitario entrenado tanto en la colocación como en la retirada de los mismos para evitar una posible autocontaminación.
"La rápida recuperación de circulación tras la desfibrilación puede evitar la aplicación otras maniobras de resucitación más invasivas, evitando también la generación de partículas aerosolizadas con capacidad infecciosa que puedan favorecer la transmisión entre el personal sanitario que atiende la reanimación", señala la SEMICYUC en este sentido.
Por otro lado, la doctora Ballesteros llama la atención sobre el hecho de que hoy día son muchos los pacientes de COVID-19 ingresados en las UCI que se encuentran colocados en prono o boca abajo. "Si se produce una parada cardíaca, al estar boca abajo no es la forma habitual de reanimar a la persona. Si nos pillara una arritmia hay que tener previsto el cómo colocar las palas para desfibrilar, o saber cómo se va a hacer esa RCP modificada, teniendo en cuenta que esa posición no es la habitual", precisa la experta.
Durante una RCP los facultativos suelen realizar lo que se conoce como 'estrategia oír-sentir' para valorar la respiración del paciente. En concreto, la doctora Ballesteros explica que esta estrategia consiste en aproximarte a la cara de una persona que esta inconsciente, para valorar su respiración, porque no sabes si está en parada o no. "Aproximas tu oreja a su mejilla para ver si hay exhalación, movimiento de aire. Haciéndolo oyes si hay respiración y al mismo tiempo la sientes. No obstante, con el COVID-19, si el reanimador se acerca así existe el riesgo de poder contagiarse. En estos casos lo conveniente es dar masaje y, si piensas que el paciente no respira, asegurar la vía aérea por intubación", mantiene la portavoz de la SEMICYUC.
Esta sociedad científica precisa en este sentido que la estrategia 'oír-sentir' para valorar la respiración en estas situaciones de parada cardíaca no ha de emplearse durante la RCP en el paciente de COVID-19, tanto presunto como confirmado.
"Se recomienda buscar signos de vida, respiración normal o, si se está entrenado, pulso carotídeo. En caso de duda, tras pedir ayuda y comunicar la situación de sospecha de parada cardiaca en paciente COVID-19, se deben iniciar las maniobras de resucitación sólo con compresiones torácicas", sugiere la sociedad científica.
La Fundación Española del Corazón (FEC) recuerda que la reanimación cardiopulmonar o RCP salva vidas, y es que los datos demuestran que las posibilidades de supervivencia de una persona que padece una parada respiratoria aumentan en un 70% si se actúa antes de que lleguen los equipos de emergencias.
"Por ello, el objetivo de quienes presencien un episodio de este tipo es comenzar la reanimación cardiopulmonar (RCP) durante los cuatro primeros minutos, para que los órganos del paciente no se encuentren tan dañados cuando se presente la ambulancia", subraya.
Esta fundación científica advierte además de que el tiempo es vital en una persona que sufre una parada cardíaca, puesto que cada minuto que pasa sin que iniciemos las maniobras de RCP y uso del desfibrilador se reducen las posibilidades de supervivencia un 10%.