Las infecciones ambulatorias del tracto respiratorio (ITR) son principalmente de naturaleza viral y rara vez requieren tratamiento con antibióticos, sin embargo, los médicos con frecuencia recetan antibióticos para tales infecciones. La pregunta que muchos se han hecho siempre es por qué. Si de sobra es conocido que estos no curan gripes, no se entiende por qué son muchos los enfermos que salen con su receta en la mano.
Un estudio elaborado por la Clínica Cleveland y publicado en Jama Internal Medicine da algunas claves. Y sí, la culpa es de los enfermos. Porque se ha demostrado de forma empírica que la satisfacción de estos crece cuando sale con una receta y mucho más si es un antibiótico. Y si el médico no le da nada y le receta cama, sopa y pasar el virus con líquidos y paciencia, su calificación bajará.
En el estudio se analizaron 8.437 encuentros de pacientes con 85 médicos. En 5.580 (66.1%) el médico les prescribió un antibiótico, en 1309 (15.5%) dieron un medicamento pero no antibiótico y en 1.548 casos (18.3%) no se dio ninguna receta. Un 72.5% de los que no recibieron recete calificaron su satisfacción como 5 estrellas, en comparación con el 90.9% de los sí recibieron una receta para un antibiótico y el 86% de satisfacción de los que recibieron una receta para un medicamento no antibiótico.
Ningún otro factor estuvo tan fuertemente asociado con la satisfacción del paciente como que al salir de la consulta tuviera una receta en la mano. Pocos médicos lograron incluso el percentil 50 de satisfacción mientras mantenían bajas tasas de prescripción de antibióticos. Para llegar al cuartil superior, un médico tuvo que recetar antibióticos al menos la mitad de las veces.
Pero esto no solo ocurre fuera de nuestras fronteras. Según la encuesta del Eurobarómetro del 2018, un 19% de los españoles (igual que el conjunto de los europeos) los utilizaron para tratar gripes o resfriados, algo totalmente desaconsejado, ya que estas infecciones son de origen viral y tratarlas con antibióticos no solo es inútil, sino que además ocasiona daños. Por un lado, generan resistencias bacterianas y, por otro, tienen efectos adversos como reacciones alérgicas y también diarrea.
Sin embargo, solo 4 de cada 10 españoles saben que la afirmación “los antibióticos matan virus” es falsa, algo contra lo que OCU ve necesario actuar, ya que, si continúa aumentando la resistencia a los antibióticos, las infecciones volverán a no tener cura como ya está ocurriendo en algunos casos.
OCU advierte, además, que se trata de un problema del que casi nadie se libra, pues cada vez que una persona toma antibióticos, aumentan las posibilidades de que las bacterias presentes en su cuerpo se hagan resistente a ellos. Pero, además, los antibióticos llegan al cuerpo humano también por otras vías, como la carne o sus derivados y otros alimentos que consumimos. El resultado es que las infecciones causadas por estas bacterias supervivientes no son tratables con ningún antibiótico disponible y se convierten en incurables, causando la muerte del paciente.
Los datos revelan que el número de muertes y discapacidades atribuibles a este fenómeno está en constante crecimiento. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, en el año 2016 murieron en España casi 3.000 personas a consecuencia de infecciones resistentes a los antibióticos. Y el pronóstico es que, si no se revierte la tendencia, en 30 años el número de muertos al año en España por este motivo ascenderá a 40.000.
De hecho, para la OMS, usar demasiados antibióticos, tanto en humanos como en animales de granja destinados a la producción de alimentos, se ha convertido en el origen de la emergencia sanitaria más grave a escala planetaria: la resistencia a los antibióticos.
En España, se ha creado un Plan Nacional de Resistencias de Antibióticos, en el que OCU ha participado, y en el que, entre otras cosas, se trata de mejorar los programas de prevención de infecciones en el entorno sanitario, donde las probabilidades de que haya bacterias resistentes y adquirir una infección no tratable son muy elevadas.
Lo que parece un hecho incuestionable es que los pacientes no deberían presionar al médico para que le prescriba un antibiótico, ya que no siempre es el tratamiento correcto. Lo que los españoles deben saber es que hay que tener un control a la hora de consumir comprimidos, jarabes o sobres, pero también hay cremas, colirios, gotas para los oídos… Y claro tampoco hay que tener la costumbre, bastante común de guardar los antibióticos en un botiquín para otra ocasión o por si se vuelve a recaer, sino depositarlos en el punto SIGRE de la farmacia.