Ya está aquí el invierno y con él los días empiezan a ser más largos y los momentos de sol mucho más cortos. Solo en verano nos concienciamos de lo importante que es cuidar aquellas partes de nuestro cuerpo más expuestas a los factores climáticos. No se nos olvida meter en nuestro botiquín gorras, cremas o gafas solares. Pero en invierno lo descuidamos totalmente, sin ser conscientes de que el frío también puede ser dañino para nuestra piel y ojos. Bien lo saben los apasionados del esquí: los ojos son muy sensibles a los cambios meteorológicos y hay que cuidarlos de los termómetros extremos. Te contamos cómo puedes hacerlo.
En los meses de invierno, el mercurio empieza a registrar bajo ceros generalizados que nos obligan a sacar la capa extra de ropa al salir a la calle. Sacamos las bufandas y los gorros del armario y guardamos las gafas de sol. Y este es nuestro primer fallo. En la estación considerada más fría del año, los índices de conjuntivitis víricas crecen a pasos agigantados, lo que suele producir molestias visuales como la sequedad, irritación y hasta úlceras.
Asimismo, se ha demostrado que el frío hace que se produzca menos lágrima, lo que disminuye la hidratación de nuestros ojos, provocando, según el doctor Fernando Llovet, "sequedad ocular, visión borrosa, picor, quemazón o sensación de tener un cuerpo extraño".
Por este motivo, es necesario seguir algunos consejos para evitar que todos estos problemas nos puedan afectar durante el invierno. Mucha gente ya tiene suficiente con las gripes y los catarros. Así que si no quieres que tus ojos también se vean afectados, lee atentamente:
Este es el primer error que cometemos cuando llega la época invernal. Aunque no tengamos tantos momentos de luz, también se puede sufrir una sobreexposición a los rayos UVA, especialmente en áreas montañosas o de nieve, o cuando se practican deportes de invierno. Así que cuidado si te escapas a las estaciones de esquí, no te olvides de las gafas.
Cuando afuera el tiempo congela será mejor parpadear bastante, ya que se aumenta la producción de lágrimas de forma natural y así evitaremos que se sequen y que puedan producir irritación. Si aun así sientes que no están lo suficientemente húmedos, es recomendable utilizar lágrima artificial, pero no colirios con corticoides con conservantes: podrán suponer el efecto contrario.
El único refugio que tenemos cuando los bajo ceros azotan es nuestra casa, y en este caso, la calefacción se puede convertir en nuestro mejor aliado. Pero cuidado, tenerla a niveles muy elevados puede aumentar la posibilidad de sufrir lesiones oculares, sobre todo la sequedad. Lo mejor será utilizar humificadores que nos generen un ambiente más saludable y no tan seco.
No desmaquillarse puede ser peor aún en invierno. Mantén los ojos limpios cada noche con desmaquillantes preferiblemente que sean de productos sin alcohol, fragancias o colorantes.
El viento es uno de los fenómenos meteorológicos que se manifiestan con mayor intensidad en invierno. Por ello, tendrás que tener mucho cuidado al salir a la calle. Las ráfagas virulentas pueden evaporar el ojo demasiado rápido e incluso puede remover pequeños materiales que pueden incidir directamente en tus ojos. Por ello, se aconseja usar gafas envolventes con golpes de viento fuerte.
Si estamos en la calle y nos entra algo en el ojo siempre tendemos a frotarnos. Aunque sea molesto, no lo hagas, puedes provocar mayor irritación innecesaria. Se debe lavar con suero fisiológico e intentar retirar el cuerpo extraño con mucha delicadeza.