Si desde siempre has odiado las verduras, la causa podría estar en tus genes. Hay personas que son extremadamente sensibles al amargor que tienen estas, sobre todo las de hoja verde como el brócoli, la coliflor, la col y las coles de Bruselas. Se las denomina supercatadores.
En relación a esto, Valerie Duffy, una profesora de la Universidad de Connecticut ha explicado que, “las personas que tiene esa propensión genética obtienen más del sabor a azufre de, por ejemplo, las coles de Bruselas, especialmente si se ha cocinado demasiado”. De hecho, las personas con el "gen amargo" tienen 2,6 veces más probabilidades de comer menos vegetales que las personas que no tienen ese gen, según un nuevo estudio.
Asimismo, han afirmado que querían saber si la genética afectaba la capacidad de las personas, que necesitan comer alimentos saludables para el corazón. Además, en el estudio no encontraron resultados en el tipo de gen para el sodio, el azúcar o las grasas saturadas, pero si encontraron una diferencia con las verduras.
El sentido del gusto se basa en mucho más que un gen o dos. Los receptores en nuestras papilas gustativas están preparados para responder a cinco sabores básicos: salado, dulce, agrio, amargo y umami, que es un sabor salado creado por un aminoácido llamado glutamato. Duffy añadió que es muy complicado separar el saber del conjunto de las comidas. Cuando nosotros decimos que la comida sabe bien, en realidad estamos reaccionando antes una sensación compuesta.
"Algunas personas viven en un mundo de alimentos en colores pastel en comparación con otros que podrían vivir en un mundo de alimentos de neón más vibrante. Podría explicar algunas de las diferencias en nuestra preferencia de alimentos", ha explicado Duffy. Si bien hay más de 25 receptores de sabor diferentes en nuestra boca, uno en particular ha sido muy investigado: el TAS2R38, que tiene dos variantes llamadas AVI y PAV. Alrededor del 50% de nosotros somos inherentes a cada uno, y si bien podemos tener un sabor amargo y dulce, no somos especialmente sensibles a los alimentos amargos.
Otro 25% de nosotros somos llamados "no catadores" porque recibimos dos copias de AVI. Los no catadores no son en absoluto sensibles a la amargura; de hecho, la comida podría ser percibida como un poco más dulce. El último 25% de nosotros tenemos dos copias de PAV, lo que crea la extrema sensibilidad al amargor que desarrollan algunas plantas para evitar que los animales se las coman.