Más de la mitad de las personas que se curan del COVID-19 un mes después de haber sido tratadas en hospitales por la enfermedad, según un estudio de investigadores italianos publicado en la revista 'Brain, Behavior and Immunity'. La investigación realizada por el hospital San Raffaele en Milán mostró que, de los 402 pacientes, hombres y mujeres analizados, el 55% registraron tras su hospitalización al menos un trastorno psiquiátrico en proporción a la gravedad de la enfermedad.
"Estaba claro de inmediato que la inflamación causada por la enfermedad también podría tener repercusiones a nivel psiquiátrico", señaló el especialista Francesco Benedetti, de la Unidad de Investigación en Psiquiatría y Psicobiología Clínica de la institución. Los resultados, basados en entrevistas clínicas y cuestionarios, mostraron un trastorno de estrés postraumático (TEPT) en el 28% de los casos, depresión en el 31% y ansiedad en el 42%. Además, el 40% de los pacientes sufría de insomnio y el 20% tenía síntomas obsesivo-compulsivos (OC).
El estudio también probó que las mujeres son más propensas a sufrir ansiedad y depresión, a pesar de que la gravedad de la infección provocada en ellas por el coronavirus suele ser menor. Además, los pacientes con un historial psiquiátrico previo sufrieron más que aquellos sin antecedentes. El doctor Mario Gennaro Mazza y su equipo sostienen que estos resultados son consistentes con estudios epidemiológicos previos.
Los especialistas explican que las consecuencias psiquiátricas que deja el COVID-19 pueden deberse a la respuesta inmune del cuerpo humano hacia el virus y también a otros factores de estrés como el estigma social, el aislamiento e incluso la preocupación de infectar a personas cercanas.
"Recomendamos evaluar la psicopatología de los sobrevivientes de COVID-19 y profundizar la investigación de biomarcadores inflamatorios, para diagnosticar y tratar afecciones psiquiátricas emergentes", concluyen los expertos teniendo en cuenta el "impacto alarmante" que puede tener la infección en la salud mental.
En los casos más graves de la enfermedad la falta de gusto y de olfato y los problemas neurológicos pueden ser secuelas que acompañen a los pacientes. Las personas que han tenido que pasar tiempo en las UCI en muchos casos tiene que aprender a comer, andar e incluso a hablar de nuevo. Y hay síntomas extraños, como pies rojos que se hinchan y queman, sarpullidos y vómitos.
Más llamativo es el impacto en los enfermos más leves, que pueden tener fatiga abrumadora, palpitaciones, o dolores musculares, como si les pincharan con alfileres o agujas son secuelas del coronavirus . Alrededor del 10 por ciento de los 3.9 millones de personas que fueron analizadas a través de la aplicación covid Symptom Study tienen efectos que duran más de cuatro semanas.
La fatiga crónica, clasificada como fatiga que dura más de seis semanas, se reconoce en muchos entornos clínicos diferentes, desde el tratamiento del cáncer hasta la artritis inflamatoria. Puede resultar incapacitante. Pues bien, un 1 por ciento de las 290.000 personas que han tenido COVID-19 en el Reino Unido va a tener secuelas que les puede impedir seguir con su actividad a corto y medio plazo y que va a necesitar de asistencia sanitaria.