El plan de Navidad que prepara el ministerio de Sanidad con las comunidades autónomas pretende atajar los posibles contagios cuando millones de familias españolas se sienten a la mesa el 24 y el 25 de diciembre. Seguramente lo haremos con menos comensales de lo habitual y sin el despliegue de besos y abrazos de otros años. Siguiendo unas pautas sencillas se puede evitar que el coronavirus se infiltre entre los invitados.
"No hay que volverse loco", resume la especialista en Medicina Preventiva Eva Elisa Álvarez, hay que respetar una serie de consejos que no por repetidos dejan de ser pertinentes en las celebraciones de Navidad, Año Nuevo y Reyes: mascarilla, distancia, higiene, grupos reducidos y, siempre que se pueda, buscar lugares ventilados.
Serán el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas los que marquen los límites de esas reuniones, su número de participantes y si podrán juntarse o no parientes de diferentes provincias o municipios. Pero en la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias han pensado que resulta casi inevitable que haya algún tipo de reunión navideña, por lo que se ha adelantado a ofrecer una pautas sencillas para que discurra de manera segura.
Estas navidades no serán posibles las comidas multitudinarias, ni las de compañeros de trabajo, ni las de amigos, ni las de familia. En la hostelería hace tiempo que están prohibidas en la práctica, con el cupo máximo de comensales por mesa, pero en el hogar también es imprescindible recordar que, en estos tiempo de pandemia, ocho son mejor que diez y seis mejor que ocho.
En el caso de Canarias, todos los estudiantes desplazados a la península regresaran a casa con una PCR pagada por la comunidad autónoma. Y en el resto de España, serán miles las personas que piense reforzar su seguridad pagándose quizás un test de antígenos.
Eva Elisa Álvarez trabaja para la Dirección General de Salud pública en las islas y advierte de ese error: el test negativo es una foto fija, del pasado. Podemos estar incubando la enfermedad sin saberlo, así que su resultado no es una carta blanca: precaución.
Y, con o sin test, si alguien tiene algún tipo de síntoma, mejor que no acuda a la comida o la cena.
Se podrá hacer en el número límite que se determine, pero hay que tenerlo en cuenta a la hora de sentarse. Entre los no convivientes debe haber un sitio de distancia y nada de colocarse en frente del cuñado o del nieto. Cara a cara, solo los que viven juntos.
Hay que exponer lo menos posible a las personas vulnerables, procurar que sus contactos con el resto de comensales sean los mínimos. Y hay conviene pensar en si en la familia hay alguna persona dependiente: en ese caso, los parientes responsables de su cuidado no deberían ir todos a la comida. Si se produjera un contagio y ponen a todos en cuarentena, ¿quién se ocuparía de su cuidado?, pregunta Álvarez.
Como cada Navidad, es más que probable que se reúnan bajo un mismo techo personas que hace tiempo que no se ven. Este año es obligatorio prescindir de besos y abrazos. Y eso vale para la llegada a casa, para la despedida... y para la euforia tras las uvas de Año Nuevo.
Este año, mejor que solo sirva la comida siempre la misma persona, o a lo sumo una pareja; por ejemplo, los anfitriones. Los cubiertos que se utilicen para ello serán solo para esa función. Y nada de picar todos del mismo plato. Para recoger, el consejo es el mismo.
Por cierto, ¿se han acordado de higienizarse las manos antes de sentarse?
En algún momento habrá que quitársela claro, pero solo mientras se esté comiendo. En las pausas, que vuelva a su sitio, bien colocada. Y será una buena idea dejar junto al plato de cada comensal un sobre de papel, para que pueda guardar en él la suya.
A todo el mundo le ha pasado alguna vez, perderse en el reparto de las copas. La especialista de la Dirección General de Salud Pública advierte de que cometer en ese punto un error puede ser peligroso, porque la copa tiene las secreciones respiratorias de quién la usó. Consejo: Ponga en el pie de las copas algún detalle, lazo, adhesivo que permita a cada invitado saber que esa es su copa.
Y ya lanzados con el vino, el cava, el agua o lo que sea en la mano la mano, si hay que brindar, se brinda. Nadie lo va a prohibir, pero nada de chocar las copas.
"No hace falta higienizarse las manos constantemente. No nos volvamos locos. Así, ni comemos ni vivimos", concede Álvarez. Eso sí, el gel es imprescindible tras estornudar o sonarse la nariz.
Mala idea. La música ambiental obliga a elevar la voz. Y hablar con vehemencia sin mascarilla es un comportamiento de riesgo, cuando más alto se habla, más gotículas de saliva se expulsan. Por supuesto, la sesión de villancicos en familia, debería quedar para otro año.
Si uno tiene la suerte de comer o cenar al aire libre, porque el tiempo en su lugar de residencia lo permite, mejor que en cerrado. Si hay que sentarse a cubierto, las ventanas del comedor deberían estar abiertas para favorecer la ventilación y, si eso no es posible porque hace un frío que pela o llueve, hay que abrirlas varias veces a lo largo de la comida. Al virus le gustan los lugares cerrados.
Pues sí, el tiempo pasa sin darse cuenta cuando uno esta disfrutando y hay que tenerlo en cuenta. La reunión debe tener un tiempo limitado, nada de largas comidas y menos aún sobremesas.
Claro, mientras que eso no sea una excusa para alargar mucho más la reunión. La experta en Medicina Preventiva del Gobierno de Canarias aclara que, con higiene de manos, el riesgo de que el virus se transfiera a través del envoltorio de un regalo es mínimo.
Con mascarilla, y recordando la pauta del punto 5. Nada de besos ni abrazos, no bajen la guardia en el último segundo.
Y para terminar, Eva Elisa Ávarez da este consejo: "Piensen que el virus no se toma vacaciones por Navidad, hay que mantener las medidas todo el tiempo".