Los productos de protección para evitar contagios de coronavirus están en continuo movimiento y cada vez aparecen más opciones que supuestamente protegen contra el virus. El último en ponerse de moda en España es una especie de 'mascarilla' que parece una pantalla protectora pero se apoya en la barbilla y cubre la boca y parte de la nariz, pero que no tiene ninguna evidencia científica de que proteja contra el virus.
Los científicos avisan de que no están homologadas y no pueden siquiera considerarse mascarillas. Eso implica que llevarlas en lugares públicos supondría no estar cumpliendo con la normativa de mascarillas obligatorias y acarrear una multa.
El sistema es sencillo, se parece a las caretas de protección, pero en lugar de ajustarse en la frente tiene un pequeño soporte de plástico que se apoya en la barbilla y sostiene una pantalla de plástico, bastante fino y transparente que cubre, dependiendo del tamaño, la boca y parte de la nariz.
Luis Gil, secretario general de la Asociación Española de Equipos de Protección Individual, explica que este tipo de productos "no ofrecen ningún tipo de protección comprobada y verificada" y que en no pueden utilizarse como sustituto a las mascarillas. "No es equiparable ni a una mascarilla higiénica ni quirúrgica y mucho menos con un EPI", aclara en El Confidencial.
Las deficiencias como forma de evitar el contagio de este dispositivo no están solo en su falta de homologación. Además, su falta de ajuste a la cara, material y ausencia de filtro, hacen que su capacidad de proteger contra el coronavirus sea prácticamente nula. Lo explica David Callejo, que es médico especialista en Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor: "El objetivo de la mascarilla es evitar la dispersión de aerosoles que favorecen el contagio. Estos dispositivos de plástico no sellan bien a la cara y eso hace que sigamos emitiendo aerosoles que podrían contagiar a otras personas".
A la falta de filtro se debe sumar que el plástico puede ser muy pequeño o muy grande para nuestro rostro, provocando que tengamos que llevarnos las manos a la cara en varias ocasiones para colocar el dispositivo correctamente, lo que aumenta considerablemente el riesgo de contagio. Además, no tiene ningún sistema de ajuste a la cara por los lados, lo que deja un hueco considerable por el que pueden introducirse las partículas.
Este ingenio ya era utilizado antes de la pandemia por los profesionales de la restauración (camareros o cocineros) o esteticistas (peluqueras, profesionales de estética y manicura, etc.). Su uso evita que salten objetos hacia la zona de la boca y la nariz e incluso en el caos de camareros o cocineros frena estornudos o partículas que puedan caer en la comida.
Sin embargo, los expertos advierten de que no protege contra la covid y, por tanto, no puede comercializarse legalmente como tal: "Me parece peligroso que productos como estas mascarillas puedan estar al alcance de la población, haciendo creer que pueden protegerse con ellas del virus. Lo más importante es adquirir productos que estén homologados para que tengamos garantizada su fiabilidad", dice Reme Navarro, farmacéutica y cofundadora de Mifarma.es.
La función de las mascarillas es protegernos y proteger del virus a los demás. Por eso, es importante ponersela de forma adecuada, porque puede llegar a generar una falsa sensación de seguridad.
Esta una de las mayores preocupaciones de los sanitarios ya que el uso extendido de llevar la mascarilla en la barbilla o no tapar correctamente la nariz con ella, hace que los contagios sigan en aumento.
De este modo, un uso adecuado de la mascarilla debe tapar la boca y la nariz. Por tanto, si la llevamos en la barbilla no será efectiva porque no estarán evitando que las gotículas transmisoras del coronavirus, en el caso de estar contagiados, caigan en las superficies o estén en contacto con otra persona.