“Una persona vitamina es la que disfruta de tus cosas buenas incluso más que tú”, dice Marian Rojas Estapé, que acaba de publicar su segundo libro Encuentra tu persona vitamina (Espasa 2021) ¿Quién no quiere tener a alguien así en su vida?
La psiquiatra reconoce que la pandemia ha pasado una enorme factura a nuestras relaciones humanas. Por primera vez en la historia hemos antepuesto el riesgo (¿estará vacunado?, ¿cómo le saludo?, ¿con el codo?, ¿le abrazo?, ¿me quito la mascarilla?) a el ¡qué ganas de verle!
La pandemia también nos ha generado a muchas personas una entrada de conciencia sobre algo que hace solo un año y medio dábamos por sentado: nuestras relaciones humanas. Ahora somos mucho más conscientes del impacto que tienen en nosotros ciertas personas y de que hay algunas relaciones que nos nutren y mejoran nuestro estado de ánimo. También muchos hemos experimentado lo contrario: el impacto que nosotros tenemos en los demás.
Son tiempos estos ideales para replantearse cómo uno quiere realmente integrar en sus relaciones humanas todos los aprendizajes que nos ha traído la pandemia. Tiempos ideales también para abrirse a comprender por qué algunas relaciones fallan y si tal vez hay heridas emocionales del pasado que nos impiden conectar de forma sana con nuestro entorno. Porque “comprender es aliviar”, como dice Rojas Estapé. Encuentra tu persona vitamina es un viaje hacia la comprensión de uno mismo a través de nuestras relaciones humanas.
Pregunta: El libro viene muy bien justo ahora, cuando empezamos a levantar cabeza después de año y medio de pandemia. Sirve para ilustrar el impacto que tienen en nuestra salud y bienestar nuestras relaciones humanas y nos hace reflexionar sobre cómo queremos que sean esas relaciones…
Respuesta: Necesitamos volver a las relaciones humanas, a entendernos y volver a decir “oye yo quiero reconectar con la gente, quiero ser persona vitamina”…ha pasado la tormenta y decir “oye; en mis relaciones humanas ¿cómo puedo sacar lo mejor?, en mis relaciones de profesionales, ¿cómo puedo sacar lo mejor?”…yo creo que este sí es un buen momento para el libro. Estuve dudando cuándo sacarlo y en momento dado pues dije, mira, yo creo que ahora ya la gente va estar más receptiva a algo de este tipo.
P: La gente está más receptiva ahora a este tipo de temas también gracias a la pandemia, que ha traído mucho sufrimiento, sí, pero también una cosa que era muy necesaria: dar al mundo emocional la importancia que tiene y desestigmatizar la salud mental.
R: Sí. Yo creo que a día de hoy, si estás en una comida o en una reunión de trabajo y dices; “es que estoy yendo al psicólogo porque lo he pasado muy mal”…nadie juzga. Todo el mundo dice, “lógico, puede ser”. Creo que no juzgamos si alguien nos dice que está tomando medicación o que ha tenido que pedir ayuda. Creo que hay algo dentro de nosotros que dice “bueno, pues a saber qué circunstancias tan duras ha pasado esta persona a lo largo de estos meses”. Y esto también nos ayuda a respetar la salud mental, la mente y el comportamiento del mundo emocional de los demás (…) Sí, creo que hay menos estigma y esto es una cosa buena.
P: La gente se atreve a reconocer su vulnerabilidad incluso delante de millones de personas, como hizo la gimnasta estadounidense Simon Biles en los Juegos Olímpicos.
R: Soy superfan de sus declaraciones, porque creo que han hecho mucho bien. Es que en un momento donde pensamos que nadie puede fallar, que no te puedes romper…pero es que todo el mundo es humano (…) Yo, en la pandemia cuando nació mi cuarto hijo me rompí. Por las circunstancias, los cuatro niños, yo sola…y me rompí, y acepté que estaba rota. Y hubo mucha gente que me pidió ayuda y yo seguí ayudando porque yo sé como se ayuda a otros. Pero dentro de mí…era la primera vez que yo por dentro estaba agotada mentalmente. Primero porque había estado ayudando a muchos sanitarios por teléfono que cuando salían de los hospitales se desahogaron conmigo. Luego, porque en medio de esto pasé el covid embarazada y tengo un bebé. Luego, porque me planto encerrada en un sitio con 4 niños muy pequeños sin poder salir a la calle y con un marido con un servicio esencial y de repente fue como un: ¡es que esto no puede ser! Y a veces, hay que reconocer que uno necesita su espacio y su tiempo (…) A veces, uno lo pasa mal y no pasa nada por reconocer que de repente uno necesita tiempo para uno mismo, para parar y decir: “Un momento, es que tengo que frenar, la vida está pudiendo conmigo y ahora lo que necesito es frenar”.
P: Dices en tu libro que una de las cosas que todas las personas necesitamos para recuperarnos y recobrar la ilusión es el contacto con esas 'personas vitamina' …
R: Es que las relaciones humanas, sobre todo las buenas, nos nutren, mejoran el estado de ánimo, nos bajan el cortisol, nos suben la oxitocina, nos mejoran la salud (…)
P: Por el título, el libro parece que nos va a ayudar a encontrar a esas personas que nos nutren. Pero uno se da cuenta en cuanto empieza a leer que la propuesta es más bien otra: conviértete en una 'persona vitamina'. Esas personas vitamina que describes nos hacen de espejo y nos inspiran.
R: Total, total…pero es porque para encontrar a tu persona vitamina tú tienes que tener vitamina dentro. El libro es Encuentra tu persona vitamina, pero partiendo de que tú seas 'persona vitamina'. Es una manera de decir “oye, vete abriendo a tu historia, vete yendo hacia atrás y mira (…) Es que a veces es necesario echar la mirada al pasado para conectar con el presente, a veces hay que cerrar heridas porque si no hay heridas cerradas, el presente es un tormento.
P: Muchas veces todo eso del pasado es lo que nos está condicionando en el presente y no sabemos que ese es el motivo por el que no somos 'persona vitamina' o que incluso generamos toxicidad en los demás…
R: Por ejemplo, hay personas que tienen rasgos dependientes, tímidos, impulsivos, de desconfianza. Entonces, esas formas de ser muchas veces generan cierta toxicidad en el entorno. Pero es interesante entender si nosotros podemos tener alguna de esas características negativas y cómo canalizarlas a positivo y entender de dónde vienen: Si son por las circunstancias -estoy en pandemia, tengo covid, me he quedado sin trabajo, mi pareja me ha dejado, mi hijo está enfermo, mi madre acaba de fallecer- o es que mi forma de ser tiende a ser así. Y cuando un entiende cómo es su forma de ser, es mucho más fácil que conecte de forma sana con lo que le rodea.
P: Hay un cambio muy grande cuando una persona deja de estar en el mundo como exigiendo que el mundo le dé lo que se merecen y empieza a preguntarse ¿qué puedo ofrecer yo al mundo?
R: Es el momento en el que tú decides no ser el receptor de todo, sino esa persona que ayuda a mejorar las relaciones humanas…por ejemplo tú llegas a la mesa de una boda o a una reunión o a una comida con familia política. Y te dices: “aquí puedo no hacer nada, sumar o restar”. ¿Cómo resto? con silencios incómodos, miradas hirientes…Neutro es ni fu ni fa, como si no estuvieras pero que tampoco haces daño. Y sumas preguntándote qué puedes hacer para que la gente que está aquí hoy se vaya mejor, más animada.
P: Esto es un cambio de mentalidad muy grande para el individualismo de estos tiempos y la generación del “porque yo lo valgo”
R: Es que claro, estamos hablando de una revolución. Es que yo estoy ahora en la revolución del amor, es que hay que demostrarlo, hay que cuidar a la gente, hay que quererse, hay que demostrarlo, hay que hacer porque los ambientes de trabajo y familiares mejoren…hay que ser el que desembrolla los nudos, no el que genera los conflictos. Hay momentos de tensión en todas las familias, parejas o trabajos, en los que tú puedes potenciar esa tensión metiendo cizaña, no haciendo nada -y que esa tensión sea terrible- o decir: “oye espera un momento, perdona si el otro día te dije algo…que noto que hay aquí un poco de tensión”. Cuando uno hace eso, es que es superlativo lo que se produce. Pero claro, tienes toda la razón, es dejar de ser yo el centro del mundo para que todo el mundo me cuide a mí y pasar a pensar: en este momento, a ver qué yo puedo aportar. Es que es un cambio de paradigma importante.
P: Este boom
R: Ahora hay mucha gente con ganas de conocerse, de conocer la mente humana y de potenciar lo mejor que lleva dentro. Pero es que para conocer tu mejor potencial tienes que quitarte la barrera de “no, es que a mí estas cosas no me interesan; no, es que yo este mundo no me lo creo mucho” (…) Pero claro, también esto saca a la gente de su zona de confort y a nadie le guste que le saquen de ahí.
P: Para terminar, me gustaría saber -dada tu experiencia como psiquiatra tratando a personas y viendo tan de cerca el sufrimiento- ¿cómo ves al ser humano del siglo XXI?
R: Si hay algo por lo que me caracterizo es porque no pierdo nunca la esperanza. Pero al ser humano lo veo desorientado, que a veces le falta ese sentido de vida, ese rumbo, ese hacia dónde me dirijo…tan envuelto en sensaciones, en gratificaciones instantáneas, en la pantalla…La pantalla, ¡qué buena para tangas cosas y qué dañina cuando no la sabemos gestionar! (…) Veo al ser humano con ganas de llegar a ese equilibrio, a encontrar esa verdad que le llene. Porque tantas cosas nos venden que nos van a hacer felices: comprar a un click, Tinder a un click, Amazon a un click, te llega lo que buscas…¡cualquier cosa! y parece que esa felicidad que se hace en un click no es felicidad ni nada, solo hace un vacío. Y yo creo que hay gente que realmente dice: “oye, que ya no me engañen”. Busquemos lo que los japones llaman el ikygay, ese sentido de vida que es hacer cosas por los demás, hacer la vida agradable a los demás, ese sentido más trascendente de nuestra trayectoria humana. Oye, que estamos aquí para hacer las cosas lo mejor que podemos, para querer y cuidar a la gente -siempre y cuando no nos chupe y nos saque toda la energía que tenemos-. Estamos aquí para sacar lo mejor que llevamos dentro.