A todos nos gusta conocer un poco más de nosotros mismos: nos da la oportunidad de decidir mejor sobre nuestras vidas. Pero, si en vez de hacerlo llorando en brazos de un amigo, lo hacemos entre risas con una cerveza de por medio, mejor que mejor, ¿no? Eso es lo que propone el japonés Isamu Saito con la kokología, una corriente que combina la teoría del psicoanalista Carl Jung con otras creencias que otorgan al ser humano habilidades premonitorias.
La idea es sencilla: se plantean ciertas preguntas enrevesadas o fantasiosas, y nuestra respuesta dice mucho de nosotros. En japonés, la palabra kokoro significa mente o espíritu, y ahí es donde quiere llegar Saito con estos juegos, basados en test cuyas respuestas tienen interpretaciones psicológicas.
Las preguntas se pueden hacer en solitario o con amigos, aunque siempre es más interesante hacerlo de la segunda forma, ya que esta teoría trata de explicar distintos modelos relacionales a partir de la interpretación de los sueños y la teoría de los arquetipos de Jung. El juego empieza con una persona planteándole una situación imaginaria a otra. Como para desarrollar estos juegos hay que tener nociones de psicología, nosotras nos basaremos en las que Saito desarrolla en su obra.
El caso es que el narrador describe toda la escena, de principio a fin, y solo entonces empieza la fase de interpretación. Con todas las cartas sobre la mesa, el interpelado desarrolla una respuesta espontánea y la comparte con la otra persona. A partir de ahí, se interpreta la respuesta.
Para que todo salga de la mejor manera posible, es importante que seas sincero, aunque tampoco te vuelvas loco: las interpretaciones son muy abiertas y se someten a lo que se conoce como efecto Forer. Este fenómeno se produce cuando confiamos y nos validamos como individuos en descripciones aparentemente específicas de nuestra personalidad, pero que en realidad son ambiguos para que puedan aplicarse a mucha gente.
No te cierres en banda y no subestimes tu propia capacidad para dar una respuesta a las preguntas. Seguro que, al final, ¡al menos habrás pasado un buen rato!
¿Alguna vez has dado un gran concierto en un auditorio? Seguro que muchos ni siquiera tocan un instrumento. Pues bien, este juego va de eso: si tuvieras que ser el miembro de una orquesta que va a dar un gran concierto esa noche, ¿qué tocarías? No pienses en qué instrumento sería el más sencillo, si no con cuál te ves.
En este juego, los instrumentos representan a las personas que te atraen, tus potenciales parejas. El instrumento representa el que tú consideras el mejor método para acercarte a ella. Por ejemplo, el violín requiere precisión y la fuerza justa para que el volumen sea ideal: te atrae la sensibilidad de otra persona, la posibilidad de tocar las cuerdas adecuadas y sonar estupendamente.
Ahora, si lo tuyo es un instrumento grande, como el contrabajo, lo que te mola es el poder. Te interesa doblegar a la otra persona, tomar las riendas de la situación. Por el contrario, la flauta es un instrumento de perseverantes y pacientes, que solo se llega a entender con tiempo y trabajo. Las cosas sencillas también tienen su encanto, y pueden llegar a interpretar piezas larguísimas y muy complicadas.
Este es uno de los juegos más conocidos de la kokología. Un día, un pájaro entra por la ventana de tu habitación y, cuando intenta salir, no lo consigue. Es un ave preciosa y azul, que te despierta una gran ternura y a la que decides construir una jaula para que viva contigo.
Pero, a la mañana siguiente, el pájaro se vuelve amarillo. Te extrañas, pero pronto descubres que el animal cambia de color cada noche: pronto se convierte en rojo y, la cuarta noche, torna a negro. Al día siguiente, ¿a qué color crees que cambiará? ¿Seguirá negro, volverá al azul, se convertirá en blanco o tornará dorado?
El pájaro simboliza el cambio, y los cambios de color son los miedos y las incertidumbres. ¿Cómo has afrontado ese plot twist? Puede darte una idea de la forma en que gestionas las dificultades de la vida. En cuanto a los colores, el libro de Saito dice que, si sigue negro, eres una persona dramática y pesimista, y si lo conviertes al azul sueles serpentear entre el optimismo y el pragmatismo: te gusta pensar lo mejor, pero sabes que no se puede luchar contra la realidad. Si has respondido que el pájaro se vuelve blanco, sabes reaccionar con calma ante la presión, y si se torna dorado no tienes muchos miedos y piensas en las crisis como oportunidades.
Estas interpretaciones requieren tanta dedicación como tranquilidad: no tomes nada como determinante. Puedes coger esto como un juego, porque el verdadero test es mucho más extenso y complejo.