“Pensaba que tenía depresión y era hipotiroidismo”: enfermedades físicas confundibles con trastornos psicológicos
El cansancio, la falta de energía, los mareos o los cambios en el apetito son indicadores de una posible causa física
En ocasiones, los síntomas de la gripe, mononucleosis o del famoso coronavirus pueden confundirse con los de la depresión
¿Alguna vez has tenido diarrea por ansiedad? La respuesta probablemente será “sí”. En un examen o antes de una cita, todos nos hemos puesto nerviosos, exteriorizando esa preocupación en forma de palpitaciones, eccemas, malestar estomacal o dolor de cabeza. Esto es más habitual de lo que pensamos, ya que los procesos psicológicos y físicos forman un equipo de lo más compenetrado.
Fue en la antigua Grecia cuando se empezó a hipotetizar la existencia de dos ‘apartados’ en el cuerpo humano: uno mental, que abarcaba las pasiones, y otro físico, referente a las manifestaciones corporales más objetivas. Durante siglos, los problemas psicológicos y físicos permanecieron en dos categorías separadas,hasta que en el siglo XIX se produjo una revolución científica que puso patas arriba todas las creencias previas.
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Adolf Meyer, psiquiatra estadounidense nacido en 1866, elaboró lo que ahora mismo se conoce como 'medicina psicosomática holística'. Bajo este término, defendió que el funcionamiento físico y psicológico eran inseparables. Si bien la ciencia ha avanzado mucho desde el siglo XIX, no cabe duda de que los factores sociales, psicológicos y conductuales afectan a nuestra calidad de vida e inevitablemente a nuestra salud física, tal y como Meyer postulaba.
Por eso es tan importante que los médicos, independientemente de su especialidad, tengan ciertos conocimientos sobre psicología de la salud. En la otra cara de la moneda, los psicólogos también deben estar informados sobre aquellas enfermedades físicas cuyos síntomas son semejantes a los de los trastornos psicológicos.
¿Puede un trastorno psicológico estar causado por factores físicos?
Cuando un paciente acude a la consulta de un psicólogo, el primer paso es descartar cualquier causa orgánica. En otras palabras, debemos asegurarnos de que un problema psicológico no está causado por un desajuste hormonal, por una anemia o por un tumor. Por eso es tan importante que médicos y psicólogos trabajan en equipo.
En la mayoría de los casos es muy evidente que el trastorno psicológico es, como su propio nombre indica, psicológico. Sin embargo, hay algunas señales que pueden hacernos sospechar de un origen físico:
- Síntomas como cansancio, falta de energía, mareos o cambios en el apetito: “últimamente me siento apagado, no tengo fuerzas para levantarme y estoy todo el día con sueño y cansancio”.
- No hay problemas psicosociales en la vida del paciente: “todo me va bien, no entiendo porque estoy así, no me ha pasado nada que me haga estar mal”.
- El inicio es muy repentino: “hace una semana estaba perfectamente, pero hoy me encuentro fatal”.
- Los síntomas son estables a lo largo del día: “me encuentro igual por la mañana, por la tarde y por la noche”.
- No hay reactividad ante situaciones placenteras: “da igual que haga cosas que me gustan o que esté distraído, sigo estando hecho polvo”.
Ante estos indicios, lo recomendable es que un médico realice las pruebas pertinentes para descartar cualquier causa física.
Enfermedades físicas confundibles con trastornos psicológicos
- Hipotiroidismo:
El hipotiroidismo es una enfermedad originada por un déficit de hormonas tiroideas.
Los síntomas suelen comenzar gradualmente. En las primeras etapas de la enfermedad es habitual sentirse cansado y fatigado, recibiendo en muchos casos un diagnóstico de depresión. Sin embargo, pueden producirse complicaciones cardíacas, aumento de peso, problemas de memoria, caída del pelo y debilidad muscular.
- Hipertiroidismo:
En la otra cara de la moneda, el hipertiroidismo está provocado por un exceso de hormonas tiroideas.
En consecuencia, la persona que lo padece puede experimentar nerviosismo, irritabilidad, insomnio, palpitaciones o cambios de humor. Estos síntomas son fácilmente confundibles con un trastorno de ansiedad, por eso es fundamental realizar las pruebas médicas pertinentes.
- Enfermedades infecciosas:
En ocasiones, los síntomas de la gripe, mononucleosis o del famoso coronavirus pueden confundirse con los de la depresión.
Estas enfermedades infecciosas pueden manifestarse de muchas formas, pero es frecuente experimentar cansancio, embotamiento, fatiga, falta de apetito y problemas de sueño. Ante la duda, llama a tu médico y quédate más tranquilo.
- Fibromialgia:
La fibromialgia es una enfermedad reumática como la lumbalgia, la artrosis o el lupus. Curiosamente, el 97% de quienes la padecen son mujeres, y su origen es todavía una incógnita.
Los síntomas abarcan dolor de cabeza, mareos, pérdida de memoria, náuseas, rigidez por la mañana, molestias en la espalda y las articulaciones, cambios de peso y sensación de catarro. Suele diagnosticarse como depresión en la mayoría de los casos, pero también como ansiedad.
- Efecto de sustancias:
Aunque no se trata de una enfermedad como tal, debemos prestar atención a las sustancias que consumimos, independientemente de si son de venta legal o ilegal.
Hay fármacos como la píldora anticonceptiva que pueden provocar sintomatología depresiva, ansiedad, cansancio, falta de motivación y cambios de humor. ¿La razón? Su carga hormonal. Sin embargo, no es necesario dejar de tomar estos medicamentos por nuestra cuenta. Lo ideal es pedir a nuestro médico o ginecólogo un cambio de tratamiento.
Otras sustancias que pueden provocar síntomas semejantes a los de un trastorno psicológico son las drogas de diseño, la marihuana, la cocaína y el alcohol, sobre todo los días posteriores a su consumo.