Llega el lunes y la sociedad entera suspira al unísono. Toca madrugar y enfrentarnos a una jornada académica y laboral que a veces nos apasiona, pero que en ocasiones nos roba toda la energía. “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida", afirmó Confucio. Sin embargo, el famoso filósofo chino no tuvo que enfrentarse jamás a un sueldo precario ni el metro en hora punta, de lo contrario su cita célebre sería totalmente diferente.
Al igual que los tiempos cambian, las políticas laborales y las necesidades sociales también. Es por ello que el partido político Mas País, liderado por Íñigo Errejón, ha animado al Gobierno a apostar por la jornada laboral de 32 horas en vez de las actuales 40. En otras palabras, pasar a trabajar cuatro días a la semana.
La respuesta del Gobierno no se hizo esperar. “Siempre hemos sido partidarios de la reducción de la jornada laboral”, compartió Pablo Iglesias en una entrevista. “La propuesta es interesante y me consta que el ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz la está estudiando, y en el marco del diálogo social se va a explorar porque favorecería sin duda la generación de empleo".
Pese a que esta reforma haya generado un fuerte debate en diciembre, en realidad lleva años gestándose, y no solo en el boca a boca o en redes sociales sino también en los despachos de grandes empresas. Una de ellas Microsoft, que en el año 2019 decidió implementar la jornada laboral de cuatro días para comparar el rendimiento de sus trabajadores y los beneficios económicos resultantes. La sede tecnológica encontró que trabajar 32 horas semanales producía un aumento de la productividad del 39,9% en comparación con la jornada tradicional, así como mayor creatividad y satisfacción en sus empleados.
A Microsoft se suma Amazon, una empresa que probó este cambio en su filosofía laboral encontrando prometedores resultados. La compañía añadió en su página web un apartado para que los trabajadores compartiesen su opinión sobre esta nueva jornada, encontrando una satisfacción del 76% de los trabajadores.
Pero a la hora de hablar de estudios, la investigación pionera fue la de la empresa neozelandesa Perpetual Guardian. Durante marzo y abril de 2018, sus trabajadores tuvieron una jornada de cuatro días, pero su sueldo se mantuvo. También implementaron medidas extra como reducir las reuniones a 30 minutos diarios. Charlotte Lockhart, directora ejecutiva de Perpetual Guarden, expresó que la experiencia había sido muy exitosa, ya que “disminuyó el ausentismo laboral y aumentó el bienestar de los trabajadores”.
Como vemos, a las compañías ubicadas en Japón, Estados Unidos y Nueva Zelanda no les ha ido mal al implementar el cambio. Los resultados al reducir la jornada fueron tan prometedores que modificaron totalmente la estructura de la empresa.
Según Jan-Emmanuel De Neve, economista y profesor en la Universidad de Oxford, donde dirige el Centro de Investigación de Bienestar, todos los estudios en los que se ha comparado la jornada laboral de 32 horas con la tradicional de 40 horas arrojan resultados positivos. "No he visto ningún estudio que apunte a un resultado desventajoso”, confesaba el experto.
Sin embargo, otros economistas británicos están en desacuerdo tachando esta iniciativa como poco realista. Jonathan Boys es uno de ellos, apoyándose en los cambios que ha traído la pandemia en el terreno laboral.
El gran inconveniente no es que la semana laboral de cuatro días no funcione, sino que algunos negocios no están preparados económicamente para afrontarla. ¿La razón? Que reducir las horas de trabajo conlleva contratar a más empleados, algo que las pequeñas empresas no se pueden permitir, sobre todo si las grandes compañías no dan ejemplo.
Sin embargo, las pérdidas económicas que puedan producirse a corto plazo se compensarían con los beneficios a largo plazo.
Anders Ericsson, psicólogo experto en rendimiento laboral y desarrollo de habilidades, explica esto aludiendo a que “si presionas a las personas más allá de un tiempo máximo, es muy probable que adquieran malos hábitos". Dichos malos hábitos abarcan desde una reducción de la productividad, hasta ansiedad o depresión en el trabajo, que conducen a más bajas laborales que afectan negativamente a la economía de la empresa. Para Ericsson, una jornada de 30 horas no solo mejoraría la salud mental de los trabajadores, sino que potenciaría las ganancias económicas del negocio.
La gran pregunta es, ¿este cambio llegará algún día a España? Y de ser así, se producirá también una reducción en la jornada universitaria. Todavía quedan muchas investigaciones al respecto, pero sin duda la opinión de los trabajadores y estudiantes tiene mucho peso en la decisión. Esta en manos de la generación millennial invertir el concepto de «vivir para trabajar».