La inmunidad de rebaño, también conocida como inmunidad colectiva o de grupo, "se da cuando un número suficiente de individuos están protegidos frente a una determinada infección y actúan como cortafuegos impidiendo que el agente alcance a los que no están protegidos". Una estrategia que ha llegado a barajar el Gobierno del Reino Unido para frenar la covid19 y que ha recibido las críticas de cientos de científicos por la alta letalidad de la enfermedad.
El gobierno de Boris Johnson había decidido seguir una estrategia en cuatro fases para detener la propagación del SARS-CoV-2. La primera fase, similar a la del resto de países, fue la de contención, aislando a los primeros casos positivos, buscando a los contactos estrechos y manteniendo su cuarentena, según explican los investigadores del Departamento de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid, Esperanza Gómez-Lucía y José Antonio Ruiz-Santa-Quiteria.
La segunda fase, denominada de retardo, es la que es radicalmente diferente a la del resto de países y a las recomendaciones de la OMS. Según los investigadores, consiste en proteger a los más vulnerables (ancianos y enfermos crónicos) pero dejar que el coronavirus se propague por el resto de la población. El objetivo era que se infectase un número suficiente de personas como para adquirir inmunidad de rebaño. Sin embargo, las autoridades recapacitaron y desestimaron tomar esta fase, tomando medidas similares a la del resto de países.
Los partidarios de la inmunidad de rebaño creen que los individuos se irían infectando paulatinamente durante la fase de retardo, lo que daría tiempo a conseguir los avances médicos necesarios para vencer al virus. Esto, combinado con la protección de los más mayores, en los que la infección alcanza proporciones de gravedad más elevadas, facilitaría que el sistema de salud fuera absorbiendo los casos más graves de forma controlada.
La protección se busca generalmente a través de una vacuna. Pero, en el caso de la infección por covid19, al no disponer de vacunas, "la esperanza es que con el tiempo llegue a haber tantos individuos que ya han superado la infección (de forma clínica o subclínica) que el virus no encuentre fácilmente personas susceptibles a las que infectar, por lo que se cortaría la transmisión", detallan los investigadores de la Universidad Complutense.
La inmunidad de rebaño, en el caso del coronavirus, se estima que surja cuando más del 70% de las personas estén protegidas. El R0, número reproductivo básico, que estima a cuántas personas puede transmitir un individuo afectado un determinado agente, es uno de los factores que afecta a este valor.
Los R0 más altos, explican Gómez-Lucía y Ruiz-Santa-Quiteri, son los del sarampión y el de la tos ferina, de 12 a 17 o 18. Esto implica que "más personas tienen que estar protegidas (cerca del 94%, que sería el valor de la inmunidad de rebaño) para cortar la transmisión, que cuando el R0 es de 4 a 7, como en el caso de las paperas, en el que la inmunidad de rebaño es del 75 al 86%". En el caso del coronavirus, "el R0 se ha estimado en 3,28, aunque puede variar dependiendo de múltiples factores".
Para que la inmunidad colectiva sea eficaz, se necesita que haya un único hospedador, es decir, que se transmita la infección de persona a persona, sin intermediación de vectores, y que la transmisión o vacunación induzca una "inmunidad sólida". Los investigadores señalan que no hay suficientes datos como para entender aún la epidemiología de la infección del SARS-CoV-2. Además, el grado de inmunidad adquirido tras la infección está por determinar.
Para calcular qué porcentaje de personas deben estar vacunadas para erradicar la viruela, se estimó que si se alcanzaba el 90%, se podría conseguir detener el avance del virus. Este valor, según la medicina humana, se denomina 'cobertura vacunal' y ni siquiera garantizaba que se pudiera detener por completo. Y eso que la viruela tiene un aspecto fundamental a favor de su erradicación porque sólo se transmite a partir de personas con síntomas. En el caso del coronavirus, esto no está demostrado "en absoluto", ya que se cree que "las personas pueden ser contagiosas tanto antes de presentar cuadro clínico como después, lo que dificulta extraordinariamente su control".
"Estamos viendo los efectos desastrosos que tiene disminuir la cobertura vacunal, o lo que es lo mismo, rebajar la inmunidad de rebaño, sobre enfermedades que creíamos controladas por existir vacunas muy eficaces contra ellas. Es el caso de los brotes de sarampión que estamos observando en Europa y en Estados Unidos, posibles gracias a que los movimientos antivacunas, de alguna manera, concentran la población desprotegida en pequeños núcleos que resultan más vulnerables a la infección", destacan los investigadores.
En el caso del Reino Unido, alcanzar la inmunidad de rebaño supondría que se infectaran 47 millones de personas. Se ha estimado que aproximadamente 1 de cada 5 personas infectadas desarrolla enfermedad grave y la letalidad es del 2,3%, apuntan los investigadores de la universidad madrileña.
Si se dejara que se alcanzara la inmunidad de rebaño de forma natural se estima que 8 millones de casos serían graves, y la mortalidad sería de alrededor de un millón de personas. El número de muertes ascendería a casi 250.000, incluso si se excluye a los mayores, por medidas especiales de protección.
Los epidemiólogos desean que se alcance la inmunidad de grupo en todas las infecciones y que los protegidos puedan impedir que los susceptibles se infecten. La diferencia entre lo que pretende Reino Unido y el resto de países radicaría en el tiempo en el que se trata de conseguir. Estados Unidos y Suecia también contemplaron la medida de la misma manera.
El problema es que si todo el mundo enferma a la vez, "el sistema hospitalario tiene que estar muy bien diseñado para poder absorber a todos esos enfermos. Por otra parte, el modelo que sigue el resto del mundo tiene por objetivo, además de dar más tiempo al sistema sanitario a tratar a sus enfermos, el dar tiempo para que se diseñen fármacos o vacunas".