El Hospital Clínic de Barcelona abandera una investigación que puede ser trascendental para combatir el ictus isquémico, el cual se cobra una vida cada 14 minutos.
Concretamente, lo que han descubierto es que la administración de un fármaco ya existente consigue recuperar hasta un 59% de los pacientes sin secuelas.
Hasta ahora, solo un 27% de los afectados salían del ictus sin que su vida hubiera cambiado por completo, pero este hito médico y científico logrado en el Clínic puede ser clave y un antes y un después en su tratamiento.
Reestablecer cuanto antes la circulación después de un infarto cerebral es clave para minimizar o evitar daños. La práctica habitual es quitar el trombo de la arteria obstruida con ayuda de un catéter, pero solo ese 27% de los pacientes se recupera sin secuelas. Y es aquí donde los neurólogos del centro catalán han dado un paso de gigante que puede tener repercusión a nivel mundial.
“Esta tasa ha aumentado hasta un 60%. Es decir, más de la mitad de los pacientes podemos decir que a los tres meses pueden volver a hacer vida absolutamente normal porque están libres de cualquier secuela”, explica Arturo Renú, neurólogo coordinador del ensayo ictus del Hospital Clinic.
Duplicar esa recuperación sin secuelas ha sido posible gracias un fármaco ya habitual en hospitales para tratar ictus isquémicos, pero cambiando en este caso la forma de usarlo: “Es un plus a que el cerebro, la microcirculación, pueda volver a abrirse y deshacer los pequeños coágulos que pensamos y creemos que son los que nos dan problemas, aunque no los vemos”.
La investigación cambia a nivel mundial el tratamiento de los infartos cerebrales; la mayoría de los más de 100.000 ictus anuales, –uno cada 6 horas–, y que tienen riesgo de sufrir una de cada cuatro personas; una verdadera pandemia de alta mortalidad y sufrimiento.
Entrevistados por Informativos Telecinco, personas como Manuel o Toñi ponen rostro a la gravedad de los ictus. Él sufrió uno hace siete meses y desde ese momento ha tenido que volver a aprenderlo casi todo: “Lo de decir (hablar) es complicado”, cuenta, pero el trabajo constante de la rehabilitación se nota.
Toñi lleva cinco años con esa rutina, resignada a una vida nueva, pero consciente de que todo podría haberse acabado: “El médico de la UCI le dijo a mi marido y a mi hija: mire usted, ahora mismo viene muerta”.
Las secuelas tras un ictus son muy variadas, aunque hay algo fundamental para minimizarlas: esfuerzo, “mucha terapia”, y actuar lo antes posible.
“Hay que aprovechar esa ventana temporal que hay al principio donde el potencial de recuperación es enorme”.
José, otro afectado por un ictus, hoy presume orgulloso ante nuestras cámaras de autonomía: “Yo vivo solo, yo me aseo solo, me visto solo”, señala.
Hace 10 años le sucedió lo mismo que a sus compañeros de rehabilitación: “Me está dando un infarto, y fue un infarto cerebral”,
Ahora, con la movilidad muy mermada pero con las ganas intactas lanza un mensaje para los que, como él, no pueden beneficiarse del mismo tratamiento: “Que luchen todo lo que puedan. Sacas fuerza de debajo de las piedras con tal de seguir luchando”.