Los expertos calculan que entre el 15 % y el 20 % de las personas curadas desarrollarán algún tipo de secuela tras el COVID-19, y el responsable de las mismas es la reacción descontrolada del sistema inmunitario del propio organismo. Algunas son transitorias, pero otras puede cronificarse. Entre estas, algunos pacientes ya destacan la fatiga crónica, una enfermedad neurológica incapacitante.
Es el caso de Callum O'Dwyer, un joven escocés de 28 años, quien, según relata a BBC, unos tres meses después de que desapareciesen los síntomas del COVID-19, que –cuenta- pasó como si fuese una gripe, sigue sin poder trabajar ni vivir solo. Le falta el aire, se siente cansado y tiene debilidad muscular. Le cuesta, incluso, levantar una botella de agua. Y, dormir más horas o descansar no le alivia.
La misma experiencia tiene Geraldine McGroarty, un cirujana escocesa, que asegura que hay investigaciones que demuestran que principalmente los pacientes que han estado más graves (pero no solo) son susceptibles a sufrir esta condición postviral.
Francisco Cegri, enfermero y coordinador del grupo de trabajo de atención a las personas mayores de la Asociación de Enfermería familiar y comunitaria de Cataluña (AIFiCC), asegura a Efe que "las secuelas más comunes son transitorias, básicamente fatiga y la intolerancia al esfuerzo".
Pero los médicos y enfermeros también están observando otras secuelas menos frecuentes pero más graves y que, en algunos casos, pueden ser crónicas, como las complicaciones respiratorias, cardiovasculares y neurológicas.
Ante el nuevo patógeno, el cuerpo produce una reacción inmunitaria exagerada de las citocinas, que son las proteínas reguladoras de la respuesta inmune provocando, en los casos más graves, un proceso inflamatorio generalizado que puede llegar al fallo multiorgánico que acabará teniendo consecuencias sobre la salud, a pesar de haber superado la COVID-19.
Cegri ha alertado de que "vemos que un porcentaje significativo de personas que han estado graves y han superado la COVID-19 padece secuelas. Y, además, sabemos que esto será un problema de salud pública por que puede cronificarse y, por tanto, no ser una situación puntual".
Por ello, la atención primaria "deberá estar preparada para hacer el seguimiento y la atención a estos pacientes" que "a medio y largo plazo pueden padecer depresión, insomnio, Parkinson, pérdida de memoria, envejecimiento acelerado del cerebro o Alzheimer", ha considerado.
El síndrome de fatiga crónica o encefalomielitis miálgica es una enfermedad neurológica incapacitante que afecta actualmente a más de 2 millones de europeos (principalmente mujeres), y a, al menos, 300.000 españoles, provocando el aislamiento social de los enfermos, que están confinados o postrados en cama diariamente, sin poder trabajar y con una situación social dependiente aún más agudizada durante la crisis actual del COVID-19. Actualmente no existe tratamiento médico para esta enfermedad.
De hecho, su causa biológica está por determinar y es poco conocida en los círculos médicos y científicos debido a la falta de formación y financiación. No obstante, en la última semana el Parlamento Europeo ha urgido a la Comisión Europea a proporcionar financiación adicional para la investigación biomédica de este síndrome. La resolución, aprobada en el Pleno por casi unanimidad, pide un fondo especial dedicado a la investigación de la enfermedad.
El eurodiputado de Renew Europe, que ha sido el negociador responsable dentro de la formación liberal de aprobar la resolución, ha impulsado expresamente que el ejecutivo comunitario estudie la viabilidad de crear un fondo europeo para la prevención y el tratamiento de esta enfermedad, además de un registro europeo de prevalencia. "Es vital contar con un fondo europeo específico que destine sus recursos a la investigación de las enfermedades raras", ha subrayado.
Según ha expresado el europarlamentario, "el diagnóstico, el tratamiento de pacientes y el progreso de la investigación no están asegurados en la Unión Europea". "Es una enfermedad que ha pasado invisible por parte de los reguladores", ha añadido, por lo que celebra que la resolución, aprobada con 676 votos a favor, inste a la Comisión a proporcionar la financiación necesaria para hacer frente a estos problemas.
"Para la Unión Europea es una oportunidad para mostrar su excelencia en la investigación médica e impulsar un plan europeo. Para los pacientes y sus familiares es la única esperanza para conocer sus causas y obtener tratamiento médico", ha concluido Cañas.