Pasear por la sección de perfumería de un supermercado es como entrar en el campo de batalla: cremas anticelulíticas, productos antiacné, remedios milagrosos contra las estrías y, en el caso de los hombres, el producto protagonista es aquel que lleve la palabra ‘anticaída’ escrita en el bote.
La preocupación por la caída del cabello es algo que preocupa a muchos hombres. Concretamente a un tercio de la población masculina, tal y como reveló Programa para la Evaluación Continuada del Impacto de la Alopecia.
Según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, este miedo generalizado a la calvicie no es algo que se viva en silencio. Hasta el 17,5% de las consultas dermatológicas se deben a este motivo, afectando la caída de pelo a la autoestima y calidad de vida del paciente en cuestión.
Pero, ¿es racional temer a la alopecia? En una sociedad en la que la apariencia física tiene tanta importancia, para muchas personas el pelo es su seña de identidad. Esto provoca que ver más pelos que de costumbre en la ducha, aunque sea la época del año de caída de pelo, provoque estrés e inseguridad.
La falacrofobia hace referencia a este miedo irracional hacia la alopecia, y se caracteriza porque la persona:
Si bien el nombre ‘falacrofobia’ puede hacernos pensar que se trata de un trastorno fóbico, a la hora de la verdad se asemeja más a la dismorfia corporal, que se caracteriza por la obsesión de un supuesto defecto físico que es imperceptible para los demás o que no entraña importancia ni gravedad.
Pero aunque la caída de pelo no sea ni importante ni grave, la obsesión sí puede convertirse en algo patológico siendo necesaria ayuda profesional.
Este es el caso de Rubén, un joven de 26 años que decidió ir al psicólogo cuando su pareja le dio un ultimátum. “Mi obsesión con la calvicie no es algo que apareciese sin más. Desde los 15 años yo creo que me ha preocupado quedarme calvo”, confiesa. Al principio nadie dio importancia a las preocupaciones de Rubén. “Mis padres se lo tomaban a risa, pero para mí era una cosa que me asustaba de verdad”, recuerda, “y con el tiempo fue a más”.
“Todos los champús que uso son anticaída, y si voy a dormir a casa de alguien o de vacaciones, tengo que llevar sí o sí mi champú. Después me echo una loción nada más ducharme, y un gel de farmacia antes de irme a dormir”, relata. Además de los productos de cosmética, Rubén toma a diario suplementos alimenticios para fortalecer el pelo y evitar la caída. “He llegado a pagar más de 100 euros en productos anticaída, y la mayoría de las veces no noté diferencia por muy caro que fuese lo que compraba. Para mí lo mejor es lo natural”.
El punto de inflexión se produjo cuando Rubén valoró la opción de realizarse un injerto de pelo en otro país pese a la situación sanitaria provocada por el coronavirus. “Mi novia me dijo que estaba obsesionado, que no me estaba quedando calvo porque desde que me conoce siempre he tenido el mismo pelo, y que si anteponía esta tontería al coronavirus me mandaba a la mierda”, comparte con Yasss.
El joven es consciente de que su miedo a la alopecia es patológico, pero no rechaza la idea de que la terapia le pueda ayudar. “Mi novia me dijo que me pagaba la primera sesión del psicólogo porque me hacía falta, y por probar no pierdo nada”.
Pese la ansiedad que provoca, la alopecia no suele ser señal de algo patológico. Normalmente se asocia a causas genéticas que provocan la caída del cabello de forma progresiva. En este caso, el problema no es médico, sino estético y tenemos dos opciones: aceptar nuestro cuerpo más allá del pelo o hablar con un dermatólogo para que prescriba un tratamiento anticaída. Si escoges esta última opción, debes saber que la mayoría de productos solo enlentecen la caída, pero no la evitan del todo.
Sin embargo, algunas situaciones pueden provocar una mayor caída de cabello:
En cualquier caso, debemos hablar con un dermatólogo cuando la caída de pelo sea repentina y abundante, cuando produzca alopecia a parches o cuando se den picores o molestias en la cabeza.