El sexo debe ser un encuentro relajado, divertido y en el que los protagonistas sean el respeto y el placer mutuo; la teoría nos la sabemos todos. Sin embargo, esto no siempre es así. A veces las expectativas, el miedo a lo que pueda pensar otra persona y el estrés de nuestro día a día pueden afectar a ese clima de tranquilidad y confianza.
En el caso de los hombres, los coloquialmente llamados ‘gatillazos’ son uno de los mayores miedos. Son tan temidos como comunes, ya que según la Asociación Española para la Salud Sexual (AESS), uno de cada tres hombres ha experimentado problemas de erección puntuales. Además, a casi la mitad de la población masculina le preocupa no estar a la altura durante el coito, temiendo padecer en el futuro disfunción eréctil.
Uno de esos hombres es Héctor, de 21 años. “Cada vez tengo más gatillazos”, confiesa. “En verano pasé una mala racha. Tuve mucha ansiedad y me afectó al sexo. Cuando me iba a acostar con mi novia, empezaba a pensar que no iba a poder y al final tenía un gatillazo”.
“En septiembre pensé que estaba mejorando, peor he vuelto a tener un gatillazo tras otro y estoy rayado”, relata preocupado. “Lo peor es que a más vueltas le doy, más me pasa y menos disfruto del sexo”.
Un gatillazo es la forma coloquial de llamar a la disfunción eréctil transitoria. En otras palabras, implica una pérdida de la turgencia del pene durante la erección.
Para entender mejor tu cuerpo, debes saber los siguientes datos sobre los gatillazos:
Lo primero que debes hacer si has experimentado un gatillazo es tranquilizarte. No es lo mismo que te pase una o dos veces, a que suceda cada vez que intentas mantener relaciones sexuales.
Si los gatillazos son constantes, lo ideal es ir al médico. ¿Por qué? Para descartar causas orgánicas, como por ejemplo hipertensión arterial, diabetes, colesterol, consumo habitual de alcohol, tabaquismo, etc. Pero tranquilo, porque la disfunción eréctil orgánica solo supone entre el 5 y 10% de los casos.
Una vez descartado cualquier hallazgo físico, podemos empezar a hablar de los causas psicológicas, distinguiendo tres tipos.
En primer lugar, los factores predisponentes. Son aquellas situaciones que facilitan la aparición de los gatillazos a largo plazo:
En segundo lugar, los factores precipitantes. Son los que desencadenan el problema a corto plazo:
En tercer y último lugar, los factores mantenedores. Son los que explican por qué se mantiene el problema:
Si la disfunción eréctil es esporádica, lo mejor que puedes hacer es no darle importancia. Pierde el miedo a los gatillazos y habla con tu pareja para que entienda que es una respuesta fisiológica totalmente normal.
Si la disfunción eréctil se mantiene en el tiempo, lo primero que debes hacer es reflexionar sobre los factores psicológicos que han influido en tu problema, sobre todo los mantenedores. Tal vez tu pareja esté responsabilizándote demasiado o puede que no estéis comunicándoos correctamente.
Y si el problema se mantiene en el tiempo o cada vez provoca más malestar y deterioro, pide ayuda profesional. Recuerda que un psicólogo no te va a juzgar, te va a ayudar.