Un estudio llevado a cabo por investigadores británicos relaciona directamente los elevados índices de contaminación en el aire con el aumento de casos de depresión y suicidio en todo el mundo.
La investigación, que se ha publicado en la revista Environmental Health Perspectives y que recoge La Verdad, asegura que la polución no solo podría deteriorar nuestra salud física, sino que también podría afectar a nuestra estado psíquico. "Ya sabemos que la contaminación del aire es mala para la salud de las personas. Ahora, estamos mostrando que la contaminación del aire podría estar causando un daño sustancial a nuestra salud mental también", confirma el estudio
De acuerdo con Isobel Braithwaite, autora principal de la investigación, desde hace un tiempo se conocen las nefastas consecuencias de respirar un aire contaminado en la salud física: aumento del riesgo de padecer enfermedades cardíacas y pulmonares, accidentes cerebrovasculares y hasta demencia. Sin embargo es la primera vez que se estudia sobre la relación de este fenómeno y la salud mental.
De acuerdo con los expertos, reducir el promedio global de exposición a la contaminación del aire por partículas finas de 44 microgramos por metro cúbico a 25 -aunque la recomendación de la Organización Mundia de la Salud es que los niveles se mantengan en 10-, podría ayudar a disminuir hasta un 15% el riesgo de depresión en todo el mundo.
Por el contrario, un aumento de 10 ug/m3 en el promedio de contaminación del aire podría aumentar hasta en un 10% las probabilidades de padecer depresión. "La asociación parece ser similar en magnitud a las que se han encontrado para algunos impactos de la materia particulada en la salud física, como la mortalidad por todas las causas", precisó Braithwaite.
En cuanto a los suicidios, los investigadores encontraron que el riesgo parece aumentar los días en los que los niveles de contaminación atmosférica por partículas gruesas son altos, esto después de unir los resultados de cuatro estudios diferentes en un meta-análisis.
Braithwaite señaló que aunque aún no se confirma que la contaminación del aire sea la causa directa de una enfermedad mental, sí hay evidencia de que ésta interfiera en el proceso. "Sabemos que las partículas más finas del aire sucio pueden llegar al cerebro tanto a través del flujo sanguíneo como de la nariz, y la contaminación del aire ha sido implicada en el aumento de la neuroinflamación, el daño a las células nerviosas y los cambios en la producción de la hormona del estrés, que se han relacionado con una mala salud mental", concluyó la investigadora.