Los ciudadanos suelen hacer un uso adecuado de las mascarillas en situaciones en que interactúan con desconocidos, pero lo abandonan cuando tratan con personas a las que conocen. Es la principal conclusión de un estudio del grupo de investigación Biocomsc de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) basado en observaciones de 3.147 personas en Barcelona. De hecho, gran parte de los contagios de esta segunda ola se han producido con amigos y familiares. La pregunta que quería responder el informe era por qué España sigue disparada en contagios si la mascarilla es obligatoria - no en todos los países es así-. Puede ser una curiosidad pero los niños llevan mejor la mascarilla que los adultos, que suelen en muchas ocasiones colocarlas debajo de la barbilla. Los más pequeños están dando una lección de cómo colocárselas.
El estudio de la UPC deja claro que el uso de mascarillas más habitual se da en los supermercados. La gente entiende que estamos en un lugar donde es factible contagiarse porque es un entorno cerrado en el que se interactúa con desconocidos. Allí la llevan el 94% de las personas.
En las calles, espacios abiertos en que se interactúa con desconocidos, también es habitual el uso de mascarilla. La llevaban el 71% de los ciudadanos observados, con diferencias notables entre distritos: un mínimo del 61% en Ciutat Vella, un máximo del 78% en Sants y valores intermedios en Les Corts (76%), Sant Martí (76%) y el Eixample (73%).
El problema llega cuando vamos a sitios donde interactuamos con conocidos, familiares o amigos. Entonces la relajación es máxima.
De hecho, en los parques públicos, donde “observamos reuniones familiares y de amigos al aire libre”, la llevaban el 8% de media.Y en las terrazas de bares y restaurantes, solo el 2%. El dato explica muchas cosas porque los ciudadanos deben ser conscientes de que es precisamente en los bares y parques cuando charlamos con conocidos cuando nos podemos contagiar, aunque siempre pensemos que la persona con la que estamos hablando no tiene coronavirus. Esa es la clave, no tememos el contagio por parte de amigos y familiares cuando es uno de los focos principales. Hay más riesgo de transmisión del virus cuando estamos hablando con otras personas en una terraza o en un parque que cuando caminamos por la calle. Controlar la pandemia así se vuelve más complicado.
Nuestra forma de entender la vida es otro punto débil de los contagios en España. La vida social es lo que nos separa de otros países de Europa, ya que la sociabilización para nuestra cultura está en la calle. El contacto cercano es parte esencial de nuestra expresividad y pone en riesgo en aumento de contagios.