El horno es el pinche de cocina perfecto. Da igual si tienes en mente cocinar carne, pescado, verduras, un pastel o una pizza, te quedarán más saludables que preparándolos en sartén o freidora y conservarán mejor su sabor natural. Pero a pesar del tiempo que lleva este electrodoméstico indispensable en nuestras vidas, a estas alturas seguimos fallando en algunos pasos. Toma nota de estos errores a evitar para sacarle todo el partido posible a tus elaboraciones sin emplear más tiempo.
Es un paso previo en absolutamente todas las recetas. ¿Verdad que esperas a que la sartén esté caliente antes de poner el filete? Pues con el horno, igual. Los tiempos de cocción se indican dando por hecho que el horno ya está a punto, y esto se hace principalmente porque el alimento puede quedársenos seco o perder sustancias. Si, por ejemplo, vas a hacer un pollo y quieres que quede jugoso, meterlo sin precalentar arruinará tu plato.
El aluminio, el acero inoxidable y el metal son los materiales que mejor resisten el calor del horno. Si metes plástico o cristal –un error frecuente– da por hecho que la receta no quedará igual por mucho que sigas los mismos pasos. Aunque hay que apuntar que no todos los alimentos se cocinan igual. Otro factor a tener en cuenta del recipiente es su color. Si optas por tonos oscuros, ten en cuenta que atrapará más el calor, y esto te puede interesar para unas comidas, pero no para otras.
Puede parecer que en el centro está la virtud, pero esto no siempre es así. Es importante tener en cuenta que hay platos a los que les vendrá bien recibir más calor (más altura) y otros que tienen que hacerse lentamente (menos altura). Por ejemplo, para gratinar, la parte de arriba es perfecta porque requiere de temperatura elevada. Lo contrario ocurre con la carne que, en general, tiene que hacerse lentamente para que quede suave, especialmente si es cordero, por lo que la zona de abajo es la más indicada. Si lo que quieres cocinar es un pescado, en cambio, entonces colócalo en el medio para que se haga en el tiempo justo.
¿Cómo irá? ¿Estará preparado? Hay veces que, para saber si le queda mucho o si está terminado, basta con fijarse a través del vidrio. Además la mayoría de hornos tienen una luz precisamente para eso. El error de abrir la puerta es que se pierde calor y, especialmente en el caso de bizcochos y postres, esto basta para arruinar la creación.
A veces no tenemos claro cuánto calor necesita un alimento para quedar en su punto, y esto se traduce en una comida seca, a medio hacer, o que ha perdido sabor. Veamos los ejemplos más prácticos y la temperatura que requieren.
Da mucha pereza y le restamos importancia, en parte porque así justificamos no estar haciéndolo. Sin embargo, es recomendable limpiar el horno después de cada uso. Si el tuyo tiene función pirolítica, aprovéchalo cada pocos usos. Él solo eliminará la grasa y restos de comida y lo único que tendrás que hacer es retirar las cenizas.
Si no tienes esta función, recuerda elegir bien con qué limpiar (no lo limpies con un estropajo que estropee el horno) y deja actuar los productos para que ablanden del todo la suciedad. Otro paso fundamental es, de vez en cuando, limpiar las gomas que sellan las puertas del horno.