Existen muchas y muy variadas afecciones de la piel (que a veces son tan intensos que provocan pensamientos suicidas ante lo duro del día a día), más aún durante esta etapa de confinamiento, y una de ellas (relativamente frecuente y de síntomas bastante desagradables) es la erisipela. Se trata de una infección de la capa superficial de la piel que provoca heridas rojas, inflamadas y dolorosas, y se desarrolla principalmente en las piernas, rostros o brazos, a pesar de poder surgir en cualquier parte del cuerpo. Se la conoce habitualmente como disipela y su origen es bacteriano (estreptococos), y casi siempre conlleva episodios de fiebre. ¿Cuáles son los síntomas de la erisipela?
Esta enfermedad suele darse con más frecuencia en personas con más de 50 años de edad, y se relaciona especialmente con la obesidad y la diabetes. Su origen, como hemos visto, se encuentra en los estreptococos, fundamentalmente el Streptococcus pyogenes, que puede causar una forma más grave de la enfermedad: la erisipela bullosa. En este segundo caso, los síntomas son más desagradables: aparecen heridas con ampollas con líquido transparente, amarillo o marrón.
Afortunadamente, existe tratamiento, pero éste debe iniciarse muy rápido para evitar que pueda convertirse en crónica. Un médico recetará al paciente antibióticos (por ejemplo, Penicilina) para frenar la expansión de la bacteria. Sin el tratamiento adecuado, es posible que la enfermedad vuelva a surgir o que se vuelva crónica.
A pesar de que el diagnóstico clínico de erisipela es fácil en su forma típica, en algunos pacientes en quienes la enfermedad es más profunda, éste se dificulta por la apariencia clínica y la posibilidad de que esté involucrada otra bacteria.
En cuanto a los síntomas de la erisipela, en el 90 % de los casos se localiza en las piernas, aunque también es frecuente que aparezca en cara, brazos y muslos. Se caracteriza por su aparición súbita, con fiebre unas horas antes de la aparición de los signos cutáneos, que generalmente es más alta en pacientes con celulitis y fascitis. Puede estar sin embargo ausente en 15 % de los pacientes. En concreto, aparecen eritemas (enrojecimiento de la piel debido al aumento de la sangre contenida en los capilares) se extiende gradualmente y se acompaña de edema (exceso de líquido que puede tener aspecto de hinchazón blanda) y dolor. Puede extenderse unos 5 a 25 cm por día, sin involución central.
En las piernas, la puerta de entrada más frecuente es a través del pie de atleta, que es una infección fúngica que generalmente comienza entre los dedos del pie. Suele presentarse en personas cuyos pies están muy transpirados cuando se encuentran encerrados dentro del calzado ajustado. Otras puertas de entrada pueden ser las úlceras, dermatitis por estasis venosa y heridas. Cuando aparece en la cara, la erisipela puede ser una complicación derivada de la sinusitis, o de procesos o manipulaciones dentarias, otitis y heridas.
Algunos síntomas pueden ser graves y requerir incluso hospitalización: fiebre alta, confusión mental, taquipnea, taquicardia, oliguria e hipotensión. También manifestaciones locales de gravedad, como dolor local intenso, gran edema, ampollas hemorrágicas, necrosis focal, livedo reticularis y crepitación.
Normalmente, una vez que se administran antibióticos, la fiebre desaparece en un plazo de 24 a 72 horas, y el dolor se reduce, al igual que los signos cutáneos.